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El feminicida serial de Atizapán no es ningún monstruo, es un hombre común

El caso del feminicida serial de Atizapán despertó la conversación sobre dejar de llamarlos “monstruos”

Luego de un cateo en su domicilio, Andrés “M” fue detenido por elementos de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México. Durante 20 años el hombre de 72 años asesinó y descuartizó a mujeres e incluso aseguró que también se las comía.

Según los reportes, el presunto feminicida era un vecino normal que trabajó como presidente del Consejo de Participación Ciudadana en el Gobierno Municipal de Atizapán de Zaragoza.

Actualmente era parte del equipo de campaña de Pedro Rodríguez Villegas, candidato a presidente municipal de Atizapán de Zaragoza por la coalición Va por México.

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Fue el caso de una mujer de 34 años llamada Reyna González Amador lo que llevó a las autoridades a dar con el presunto asesino.Según los reportes, Reyna lo conocía y el día de su desaparición, lo ayudaría con algunas tareas de su hogar.

Tras varios días sin saber de ella, sus familiares consiguieron una orden de cateo en el domicilio de Andrés y fue entonces cuando encontraron su cuerpo.

Rubicela Gallegos Castillo, podría ser otra de sus víctimas pues fue reportada como como desaparecida desde julio del 2019 y su credencial de elector fue hallada en el mismo domicilio.

De manera extraoficial se reportó que durante las labores de campo realizadas en el domicilio encontraron restos de cabello, libretas con nombres, cráneos, rostros desollados, herramientas de corte como cuchillos, machetes y una segueta.

El presunto feminicida no es un «monstruo», es un hombre común.

Todos los días escuchamos casos atroces de mujeres cuyos cuerpos son ultrajados, mujeres a quienes les arrebatan la vida de la forma más cruel y a quienes culpan por «tomar malas decisiones».

El caso de la joven Ingrid Escamilla en 2020, despertó la conversación sobre la percepción que tenemos de aquellos que atentan contra nuestra vida.

Ingrid fue asesinada a sangre fría por su propio esposo, en su propia casa y sigue sin haber justicia. El sujeto fue catalogado como «un monstruo» por la forma en la que cometió y aceptó el crimen pues no mostró arrepentimiento alguno y siguió justificándose con que «ella lo provocó».

En aquel entonces, circuló una publicación que decía que no se trataba de ningún monstruo sino un hombre promedio.

“No llamen monstruo al varón que desolló a Ingrid. No es un monstruo, es un hombre promedio. Llamarle monstruo es mitificar la violencia machista que padecemos las mujeres en México. La misoginia es nuestra realidad más palpable»- @cuijabesucona

Decía Mary Shelley, autora del cuento clásico Frankenstein o el Moderno Prometeo que “el lobo se vestía con piel de cordero y el rebaño consentía el engaño”. Es así como entendemos que cualquiera puede convencernos con engaños de que es el bueno del cuento, cuando en realidad, es el villano.

Las mujeres vivimos con miedo del «hombre promedio»

Desde pequeñas, nos han enseñado que los monstruos son malos y terroríficos, que atacan a los buenos y que destruyen todo a su paso. Pero hoy, sabemos que los monstruos no son precisamente esos seres “de otro mundo”, sino hombres comunes y corrientes que respiran junto a nosotras.

Las mujeres estamos sometidas a vivir bajo un miedo constante y creciente. Estamos aterradas de salir de casa y no volver, de ser “una más” en la lista desaparecidas. Pero ¿cómo podemos vivir tranquilas si el enemigo es un hombre común, un buen vecino, un esposo amoroso o un mejor amigo?

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