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¿Sexista y superficial?: El eterno debate sobre Miss Universo

el certamen Miss Universo ha dividido opiniones en Internet.

El domingo, Andrea Meza se convirtió en la tercer mexicana en ser Miss Universo. A sus 26 años impactó al mundo con su carisma, su elocuencia, ese poderoso traje de alebrije de 40 kilos con el que caminó por la pasarela y por supuesto, por ese viaje que emprendió años atrás por estar en este certamen.

Mientras que algunos medios sólo han hablado de ella como una mujer hermosa, de 1,82 metros de estatura y con 40 primos, en redes sociales han destacado que ella es «mucho más que eso» pues es ingeniera en software, es activista y promotora de los derechos de las mujeres. Es entonces cuando surge la eterna pregunta, ¿qué es lo que realmente importa en estos certámenes?

La evolución de Miss Universo y el pensamiento colectivo.

Lo que antes era una fiesta y un evento muy importante dentro de la industria del entretenimiento hoy se ha convertido en algo muy cuestionado.

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¿Puede Miss Universo empoderar a las mujeres? Las feministas se han opuesto a los concursos de belleza desde siempre pero es ahora cuando el debate ha estado más abierto que nunca. Por un lado, están aquellas que consideran que el empoderamiento de mujer en estos eventos está en que ellas decidieron estar ahí, es un sueño que están cumpliendo y están aprovechando la plataforma para enviar poderosos mensajes.

Además, la victoria de la sudafricana Zozibini Tunzi en 2019 y la participación de Angela Ponce en 2018, hizo parecer que el certamen estaba abriéndose a un discurso más inclusivo.

Si bien los concursos ha presentado una formación más diversa, todavía no se puede hablar de una liberación del sexismo desenfrenado que representan.

La trampa de coronar a la «mujer perfecta».

Es un momento interesante para ser mujer en un mundo en el que los salarios desiguales, el acoso sexual y la lucha por la igualdad de derechos humanos son tema de conversación todos los días. Los concursos de belleza se han escudado en que las mujeres que participan en ellos son embajadoras de la lucha feminista pero ¿cómo podemos creer eso cuando hay una talla, una estatura y un sin fin de características específicas para ser elegidas?

Claro, los estándares son cada vez más flexibles pero al final, los atributos físicos tienen un gran peso y se puede ver hasta en las mismas discusiones en redes sociales cuando critican o señalan a cada una de las participantes por no ser «suficientemente bonitas».

No hay nada de malo en querer hacer una carrera con tu cuerpo o tu rostro ni tampoco con tu mente o ambos pero un evento como Miss Universo rompe con la idea del feminismo al poner a competir directamente mujeres por la aprobación de los jueces.

Tampoco se trata de demeritar lo que hacen las concursantes.

En medio de la discusión sobre el sexismo y la superficialidad detrás del certamen, está la formación que tienen las concursantes.

Las participantes de los concursos de belleza no se limitan sólo a maquillarse, subir al escenario y ponerse una corona. Hay todo un entrenamiento físico y mental detrás, sin mencionar el peso de la presión emocional que tienen que soportar. Además, tienen que tener una preparación en temas de política, sociales, ecológicos y científicos.

Pero de nuevo, todo eso termina concentrándose e un evento que abraza la idea de «coronar a la mujer perfecta» y en el que las mujeres se vuelven objetos de consumo.

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