Un nuevo caso de violencia ha causado gran indignación en México. El pasado lunes 23 de noviembre, un hombre de nombre Juan Carlos Padilla Aranda fue detenido con violencia cuando se encontraba atendiendo su puesto de tamales en la esquina de las calles Felipe Ángeles y Jaime Nunó, ubicadas en Celaya, Guanajuato.
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Los hechos ocurrieron poco después de las 17:30 horas, cuando tres policías, dos hombres y una mujer, se acercaron a Juan Carlos con una supuesta orden de aprehensión.
Un video compartido por su hija Fátima Padilla muestra el momento en el que dos de los agentes forcejean en suelo con el vendedor, mientras este pide ayuda: «¡Ayúdenme, ayúdenme! ¿En dónde está la orden?».
“Tranquilo, jefe, es una orden de aprehensión”, dice uno de los hombres mientras era esposado.
En el video se escucha a una mujer decir que el auto de los agentes no tenía placas, aunque alegaron ser Agentes de la Investigación Criminal de Guanajuato (AIC).
Juan Carlos era un humilde tamalero que se ganaba la vida honradamente en medio del brutal clima de violencia que tiene Guanajuato.
Lo asfixió la policía estatal hasta la muerte delante de sus hijos.
Hoy nos toca ser su voz: #JusticiaParaJuanCarlos pic.twitter.com/VuRbPIa6KS
— Abraham Mendieta (@abrahamendieta) November 24, 2020
Tras golpearlo y asfixiarlo, el hombre fue trasladado al Hospital General por los mismos agentes ministeriales, pero llegó sin vida al servicio de Urgencias. Los presuntos responsables de su muerte abandonaron el cadáver y la camioneta en la que se lo llevaron.
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Juan Carlos Padilla tenía 54 años de edad, era hombre de familia y llevaba 30 años vendiendo tamales. Se encontraba acompañado de su esposa e hija cuando fue sometido. Le arrebataron la vida frente a su familia aunque no supieron de su muerte hasta horas después cuando fue trasladado al hospital.
¿Por qué nadie está hablando de que un hombre que vendía tamales fue asesinado mientras lo detenían en Celaya?
¿Su delito? Vender tamales
Así la “justicia”.
#JusticiaParaJuanCarlos pic.twitter.com/Zd79HjKD2P
— Jessie Santos (@Jessiesantosp) November 24, 2020
Durante horas, no supieron de su paradero. Ellos mismos acudieron a las oficinas de la Policía Municipal y a la Fiscalía de la Región C sin embargo, en ningún lugar les proporcionaron información. Fue hasta que llegaron al Hospital General de Celaya que habían dejado a Juan Carlos ensangrentado y golpeado.
“No era la manera de perder a mi esposo. No era la manera de que le quitaran así su vida”, dice Rosa Yolanda Zamudio, de 52 años, en entrevista telefónica con Animal Político.
“Trabajaba todo el día. Se levantaba a las 5 de la mañana, hacíamos tamales, los vendíamos y llegaba a las 11 de la noche a casa. Todo el santo día haciendo tamales”, explicó Zamudio.
El caso sin duda nos recuerda a lo sucedido con el afroamericano George Floyd, en Estados Unidos, cuando un grupo de policías lo sometieron contra el suelo para después asfixiarlo hasta morir.
En México la violencia y las injusticias imperan. Mientras quien nada debe muere en manos de las autoridades, la delincuencia sigue impune.
Cómo se le puede arrebatar sin más la vida a un honrado vendedor de tamales, asfixiándolo ¿Que pasa en Guanajuato? ¿Tanto es el odio hacia los pobres, que los criminalizan? ¿Por qué el exceso de violencia policiaca? #JusticiaParaJuanCarlos
— Gonzalo Solís (@gonzalosolislo) November 24, 2020
Ese mismo lunes, el Fiscal General del Estado de Guanajuato, Carlos Zamarripa Aguirre, anunció a través de su cuenta oficial de Twitter que los agentes ya habían detenidos e investigados para esclarecer los hechos entorno a la muerte del “inculpado”. Pero eso no es suficiente porque nada le devolverá la vida a Juan Carlos ni la tranquilidad a su familia.
Según su hija, todo se trató de una confusión ya que lo detuvieron “sin cerciorarse a quién buscaban, no lo identificaron; se lo llevaron».
¿Qué fue lo que llevó a estos sujetos a actuar de esta forma? Con el caso de George Floyd se habló de un problema de racismo, sumado a las emociones violentas disparadas por la pandemia. Ahora se habla de la falta de capacitación y entrenamiento de los elementos que no saben someter, ni saben reaccionar y claro, el sentimiento de superioridad.
Estamos frente a una sociedad descompuesta, un problema estructural que se funda en un orden social y en una relación de poder donde el más vulnerable «la paga». México es un país donde el más desfavorecido se convierte en víctima de abusos.
Detenciones arbitrarias, torturas, juicios injustos y falta de asistencia jurídica adecuada son algunas de las carencias de los sistemas de seguridad pública y justicia penal de México y eso está llevando al país en picada.
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