El papel básico de una madrina es, por supuesto, proteger y cuidar a su ahijado. Sin embargo, ésta tiene muchas más responsabilidades y deberes que eso. Aunque claro, más que una obligación, es un privilegio, un regalo que te da una persona que te considera clave en su vida.
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Aunque la idea de ser madrina está estrechamente relacionada con la religión, no tiene por qué limitarse a ese ámbito.
Actualmente va muy de la mano con el cariño que existe entre la mamá y una mejor amiga o una hermana. Muchas veces son las primeras en las que ella piensa cuando de consentir a su bebé se trata.
Ser madrina es convertirte en una figura importante en la vida de esa persona y su bebé. Serás la primera en llenar a tu ahijado de regalos pero también, quien le dará los mejores consejos.

La tradición dice que una madrina es quien verá por su ahijado en caso de que sus padres falten. Será quien tome responsabilidad de su educación y formación como persona de bien.
Una madrina será siempre la mano derecha de una mamá, el apoyo incondicional que estará en los buenos momentos pero sobretodo en los peores.
Convertirte en madrina es sin duda uno de los privilegios más grandes de la vida. Te conviertes en cómplice de vida de tu ahijado a quien guiarás con tu sabiduría al tiempo que te enseña valiosas lecciones.
Tener un ahijado a tu cargo es una gran responsabilidad, aunque no es la misma obligación de una madre. A pesar de que es un alivio no tener que cuidarlo 24 horas, los 7 días de la semana, cada vez que se va de tu lado, deja un vacío inexplicable. De pronto, hacer feliz a tu ahijado se convierte en una prioridad para ti.
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Quien te designa como madrina siempre estará agradecida contigo por aceptar el rol. Sabe que puede contar contigo, no importa si es para una llamada o una tarde de café.
Quizá las cosas entre ustedes cambiaron con la llegada de ese ser pero si algo quedó claro, es el vínculo inquebrantable que han construido durante tanto tiempo. Y no hay mejor forma de sellar el pacto entre ustede que siendo madrina de su pequeño.
Sí, quizá tenga muchas personas que la rodean, listas para ayudar o dar consejos pero no hay presencia más valiosa que la tuya.
Su amistad se ha extendido más allá de lo que otros ven a simple vista. Ser madrina no es cualquier cosa, es un contrato serio entre ustedes.
Conforme los años pasen, seguirás ahí. Verás a tu ahijado crecer y este te verá como su tía favorita o hasta una segunda madre.

Porque para eso están las madrinas. Serás parte de su vida y lo amarás de tal manera que él comprenda que todo ese cariño es por lo que es y no por lo que hace. Serás clave en su desarrollo humano, en su autoestima y en muchas habilidades positivas. Además, el vínculo entre ustedes se fortalecerá y habrá un amor recíproco e incondicional en ambas direcciones.
Sin duda, no es un papel que deba tomarse a la ligera. Es un rol que te compromete a ofrecer apoyo incondicional a esa persona que te eligió. Claro, debes decidir en qué medida estás dispuesto a involucrarte en su vida y, sobre todo, cómo hacerlo. Quizá ni siquiera sea un esfuerzo extra, pues todo te nacerá del corazón.
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