Existen historias que nos marcan para toda la vida y «La princesita» sin duda dejó lecciones muy importantes en muchas de nosotras.
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Ya sea que hayas leído el libro de Frances Hodgson Burnett o hayas visto la película basada en este, sin duda sabrás que es una historia llena de magia y nostalgia.
Aunque se trata de una novela infantil, tiene algo que hace que un adulto se conmueva hasta las lágrimas.
Sara Crewe es una niña a la que le gusta inventar sus propios cuentos de hadas, juega con muñecas y busca hacer felices a quienes la rodean. Sin embargo, carga con una gran tristeza pues extraña a su papá y debe acostumbrarse a vivir a la oscuridad del internado.
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A pesar de su corta edad, Sara aprende a sacar lo mejor de las circunstancias más desafortunadas. Al vivir en un mundo de fantasía, debe enfrentarse a la realidad, la pérdida, la muerte y la crueldad del ser humano pero eso no rompe su espíritu.
En cierta forma, la adversidad que enfrenta la protagonista es el proceso que todos pasamos al crecer. Lo importante, es saber cómo lidiar con ese «golpe de realidad».
Eso sí, lo que Sara nos enseña es a ser resilientes, a buscar la forma de salir adelante y no dejar de ir más allá.
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Todas podemos ser una princesa
Sara siempre trata de comportarse como una princesa, pero no en un sentido de ser caprichosa sino de no dejarse pisotear por nadie. Independientemente de lo difícil que sea la vida, mantener la frente en alto es una forma de dar. Ella nunca abandona la esperanza ni tampoco deja de creer en sí misma.

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Cada niña es una princesa, no importa de dónde venga. Lo que te define no es tu riqueza o tu físico, sino tu ética personal y tus convicciones. Agradece el día a día y todo lo malo pasará.
Mientras creas que eres una princesa, lo serás y nadie puede decir lo contrario. La imaginación es una herramienta poderosa en esta historia y sin duda es lo que alienta tu resiliencia.