Las mujeres fuertes son exigentes, tienden a tener estándares muy altos. Son catalogadas como seres «a prueba de todo», incapaces de sufrir o de mostrarse vulnerables.
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Pero entre todo el poder que puede tener una mujer fuerte, existen heridas del pasado en las que ha tenido que trabajar para sanar.
La han lastimado, por lo que se va con pasos cautelosos para no volver a caer. Aunque no lo muestre, su corazón está herido y le ha costado trabajo juntar las piezas que rompieron; pero lo ha logrado poco a poco. Porque ser una mujer fuerte es ser capaz de transformar el dolor en fortaleza. Es poder resurgir entre las cenizas cual ave fénix.
Ante la sociedad, una mujer fuerte es aquella que no derrama lágrimas por nada ni nadie porque eso es dejarse ver vulnerable. Y ser vulnerable es una debilidad. Ante la sociedad, ser una mujer fuerte significa enfrentar la tempestad como una guerrera que viste con una armadura inquebrantable. Pero olvidan que una mujer fuerte es un ser humano de carne y hueso, que puede romperse ante la adversidad.
Conoces a la perfección el dolor de perder a un ser querido, el dolor que te provoca una ruptura amorosa o el distanciamiento con un amigo. Eres consciente de lo mucho que puede doler una traición o una decepción pero sabes bien que no puedes quedarte ahí, que debes tomarlo como una oportunidad de elegir un nuevo camino.
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La fuerza no se trata de poder contener las lágrimas cuando te sientes triste. La fuerza no se trata de esconder tus sentimientos cuando sientes que se están saliendo de control. La fuerza no se trata de pretender que todo está bien cuando tu mundo se desmorona. He ahí el poder que tiene una mujer fuerte de transformar su dolor.
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La fuerza es permitirte sentir lo que sea que necesites sentir en el momento. La fuerza se siente profunda cuando el mundo espera que escondas tu sensibilidad. La fuerza es encontrar el coraje para hablar en un mundo que ha sido cruel contigo. La fuerza es dejar entrar a las personas, sin importar cuántas veces te hayan lastimado antes. La fuerza es poder decir: «No estoy bien en este momento. Te necesito.»
No temas sentir dolor o a mostrarte vulnerable. Incluso las mujeres más fuertes necesitan un descanso. Incluso las mujeres fuertes se cansan de luchar todo todo el tiempo, de la vida independiente y de tener que seguir a la altura de las expectativas de todos.
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Darte un respiro no es debilidad, es necesario. Acepta tu vulnerabilidad . Es válido dejar que tus lágrimas recorran tus mejillas y gritar hasta quedarte sin aliento. Deja de asociar estas reacciones con debilidad. Estás aprendiendo a dejar de ser tan dura contigo misma. La vulnerabilidad es otra forma de fortaleza y está bien resguardarte en tu espacio seguro de vez en cuando.
Sabes que eventualmente volverás a ser fuerte porque eres capaz de transformar todo lo que te ha lastimado en una fortaleza para seguir adelante. Sabes que esto es también necesario para crecer y que eventualmente pasará. Está bien bajar la velocidad, está bien llorar. Has aprendido a que no tienes el control de todo y que ese dolor te llevarán a algo mejor si sabes tomarlo como impulso.