«Mexicanas al grito de paz justicia», ese fue el lema con el que algunos colectivos feministas convocaron a las mujeres a través de redes sociales. Yo me sumé a un contingente mixto que salió de la colonia Roma con destino a la Glorieta de los Insurgentes, en el centro de la Ciudad de México, es el cruce de algunas de las avenidas más importantes de la ciudad y por unas horas el corazón de cientos de mujeres que se unieron en un solo grito.
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La concentración convocada por diversos grupos feministas para protestar luego de los casos de violaciones cometidas por parte de policías a algunas mujeres, los altos índices de feminicidios en México y las diversas formas de violencia de las que somos objeto terminó con algunos actos de violencia que desvirtúan la razón por la que centenares nos reunimos: visibilizar la violencia, exigir justicia y que las autoridades hagan lo que les corresponde.
Como seguro ya habrás visto en varios medios de comunicación, grupos radicales hicieron pintas y destruyeron una estación de Metrobús, pero aquí quiero mostrarte el espíritu de la marcha, ese que hizo que la piel se me pusiera ‘chinita’. En las imágenes encontrarás lo que viví en esta concentración. Vi a mujeres unidas, a seres humanos hartos de la violencia de género, a personas cansadas de no poder salir a la calle con tranquilidad.
La marcha despertó la verdadera sororidad, el ánimo de caminar juntas sin importar cómo nos vemos o a qué nos dedicamos. Este es el espíritu de la lucha, las consignas y los gritos de «Ni una más» que se hicieron sentir.
Así se vivió la marcha feminista
Antes de salir del punto de reunión en la colonia Roma, algunas mujeres escribieron los mensajes con los que protestaría.

En la Glorieta de Insurgentes el llamado a hacer justicia y a terminar con el sistema patriarcal eran una constante.

La brillantina que se volvió tendencia, también se convirtió en uno de los símbolos de esta concentración.
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Las adolescentes estaban en la explanada de la Glorieta para exigir un México más seguro. Ellas no tienen miedo.

No sólo hubo pancartas, los cuerpos de las mujeres se convirtieron en lienzo.

Ni la amenaza de lluvia hizo que el contingente se disolviera. Todas seguimos ahí, escuchando las consignas.

Celebramos la unidad, le recordamos al sistema patriarcal que nuestro cuerpo nos pertenece.

Vivimos la sororidad, nos recordamos que llegó el momento de dejar de ser enemigas para dar paso a la unión.

Algunos de los mensajes nos hicieron reflexionar y cuestionarnos qué estamos haciendo como sociedad y a qué le damos valor.

Algunos mensajes eran más directos.

Pero todas coincidíamos en que es necesario poner un alto a las violencias de género.

Esta marcha nos recordó que juntas podemos más. Y que sin importan de dónde vengamos las mujeres podemos construirnos unas a otras.

De acuerdo con el último estudio elaborado por ONU Mujeres en colaboración con el Observatorio Nacional del Feminicidio en México y otros organismos internacionales, en México al menos siente mujeres son asesinadas, lo cual significaría que cada 3 horas con 42 minutos una mujer pierde la vida.

El silencio ya no es opción. El movimiento feminista está más vivo que nunca.

Esta marcha nos recordó que lo hacemos por las que no están, por las que estamos y por las niñas. Por terminar con esos índices que según ONU Mujeres indican, «46.5 millones de mujeres de 15 años y más que hay en el país, 66.1% (30.7 millones), ha enfrentado violencia de cualquier tipo y de cualquier agresor, alguna vez en su vida y que el 43.9% ha sido agredida por du esposo o actual pareja a lo largo de la relación».

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