Entre seria y sarcástica, Jani Dueñas (39) dice haber tenido una especie de defensa ante lo social durante su paso por el colegio. “Cuando tienes trece se supone que tienes que ser bonita, popular, flaca y, si no lo tienes, desarrollas otras herramientas para integrarte. Yo era pintamonos”.
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Cuando le preguntan si siempre quiso ser lo que es hoy, se ríe y la respuesta es como una más de sus bromas: “Nunca me imaginé hacer esto. Jamás fui la chistosa del curso, de hecho, siempre he sido más pesada que chistosa en la vida cotidiana. El humor lo desarrollé después”, confiesa.
Estudió Arte durante tres años y se cambió a Teatro, porque reconoce que estaba insegura y su intuición la guió por ese camino. “Mis primeros cinco o seis años como actriz fueron los de una intérprete dramática. Hacía obras de teatro, danza contemporánea, era muy matea y más emo que ahora, pero de repente apareció el humor y me relajé”.
En la medida en que comenzó a vincularse con las tablas, descubrió lo que estaba buscando: “Me encontré a mí misma y, en paralelo, me di cuenta que era graciosa, empecé a hacer clases, contaba cosas y mis estudiantes se reían”.
Con 31 Minutos, lo que ella considera como “un hito en su educación humorística”, decidió seguir haciendo comedia. “Me dije: ‘Me sale bien, voy a seguir haciéndolo’ y dejé de declamar Bodas de Sangre en verso”.
Desde chica quería ser actriz, bailarina, cantante, o actriz (de nuevo). Lo único que tenía claro era que quería estar en un escenario y vaya que lo logró. “Es difícil abrirse camino en un mundo masculino, pero yo no tuve que subirme a un caballo de Troya. Soy suertuda”, reconoce.
Tal ha sido su éxito al internacionalizar su carrera que Vulture, el suplemento de espectáculos de la revista New York Magazine, la destacó entre los diez mejores especiales de comedia de 2018.
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Pese a que no debió sortear grandes obstáculos, reconoce que en el siglo XXI todavía existe –aunque cada vez menos– una resistencia al poder que representa una mujer hablando sobre un escenario, como sucedió con la comediante Chiqui Aguayo en 2017 y las críticas que vinieron luego de su presentación.
Jani considera el fenómeno de una mujer con micrófono en mano, o “sacando la voz”, como algo reciente, pues en los tiempos de Grecia y Roma los declamadores eran hombres. Y agrega una idea muy conocida: “Las mujeres nunca tuvimos las mismas oportunidades”.
Sabe que pararse sobre una tarima y dedicarse a la comedia incluye una responsabilidad. “Ser mujer y hacer reír es un acto revolucionario y darse cuenta de eso es impactante”, reflexiona. “Luego del especial me ha escrito mucha gente con comentarios preciosos, pero también otros que ‘se sorprenden’. ¿De qué se sorprenden?”.
Como feminista, imagina un mundo sin machismo, pero piensa que los cambios sociales son lentos. “Es posible deconstruir una sociedad para generar un mundo más igualitario, pero no va a ser de un día para otro”, comenta.
“Ser mujer y hacer reír es un acto revolucionario y darse cuenta de eso es impactante”