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La tarotista Cristina Araya desclasifica detalles del duro momento que vivió antes de llegar a la televisión

La astróloga y médium del matinal “Muy buenos días” conversó con Nueva Mujer, compartió anécdotas de su infancia y explicó cómo fue que la presencia de Felipe Camiroaga la impulsó a participar en el programa.

Nueva Mujer

“Flaca, larga y pura luz”, se describe a sí misma en Twitter Cristina Araya, la astróloga, médium y tarotista que comparte su espiritualidad con la audiencia de Muy buenos días, el matinal de TVN donde tras varias turbulencias –en palabras de ella misma– las energías ya se están asentando.

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La descripción acompaña fielmente a la mujer que bordeando el metro noventa, se sienta muerta de la risa, abre una bebida y se larga a hablar, mientras aclara que cuando está incómoda se “cierra como ostra”, algo que también le ocurre cuando percibe malas energías.

El equilibrio perfecto del universo, la capacidad de decretar lo que uno quiere y la importancia de mantener vibraciones positivas son los tópicos que guían la conversación de Cristina, que aunque toda su vida se sintió atraída por el canto, identificándolo como su pasión, supo que su misión estaba con la intuición y con los “angelitos”, como ella se refiere a lo que hace como médium cuando se conecta con presencias que ya no viven en este mundo.

Cuéntame, ¿cómo empezaste a darte cuenta que tenías este “saber”? 

Prefiero decirle capacidad. No me gusta decirle don, eso me suena a ignorancia. Es una capacidad que todos tenemos, es energía, imagínate que somos 70% agua, pero desde que nacemos nos manejan como si fuéramos carne, nomás. Cuando escuchas tu guata te das cuenta de que eres un ser que tiene conexión con los elementos y otro tipo de cosas. Ahí nace esto.

En mi familia son así. Vi a mi mamá leer las cartas toda la vida. También decían que tenía “palabra bíblica”, con el tiempo entendí que se referían a que cuando ella decía que iba a pasar algo, pasaba. Al final se trata de que te dejen fluir. Esta capacidad se tiene que cultivar, pero es muy fácil que se bloqueé. Yo veía personas que habían fallecido y mi mamá me decía que sí estaban ahí, me preguntaba cosas. Si ella me hubiese hecho sentir que eso estaba mal, que era mentira, me hubiese bloqueado. Al final todos lo tenemos, cuando te acuerdas de tu mamá, la llamas y justo te cuenta que le pasó algo. Esas son muestras de intuición.

¿La sociedad nos bloquea esa intuición?

Sí. Además, no hay muchas personas que sean realmente válidas en esto. Hay mucho chanta.

¿Como se puede reconocer a un chanta?

Escuchar la guata. Nunca he escuchado una mala experiencia donde no me digan, ‘sentí mala espina desde el comienzo’. Si tu guata te dice algo, no hay que hacerse el loco. Otra cosa, es importante no buscar un maestro exterior, sino que buscar en tu interior. Y mientras más te reconoces imperfecto, la gente más se identifica contigo, es un error creerse bacán, buscar las jerarquías. No sé, yo no creería en alguien que se  hiciera llamar “Piedra marina filosofal” ¿Cómo no va a ser chanta si se hace llamar piedra marina filosofal, no te dice ni su nombre, te cobra un palo y medio y tú le contai que vai porque estai mal de plata (ríe).

Cristina Araya

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La cama en el living

Cristina es de risa fácil y fuerte. Con esa carcajada abre la conversación, cuando comienza a contar cómo llegó a TVN. Se encontraba en un hoyo económico, durmiendo en el living de su casa pues había comprado una cama que nunca logró subir al segundo piso. Eso la tenía detenida, sin poder recibir a la gente que requería sus servicios en su lugar de trabajo, que era esa parte de su casa. “Dios proveerá”, cuenta que pensaba, mientras hacía a diestra y siniestra trabajos sin cobrar, acercándose a gente que sentía que la necesitaba, sintiendo que pronto iba a llegar lo que ella llama el equilibrio perfecto.

Ese equilibrio llegó con la aparición de uno de sus angelitos, aunque  esta vez se trataba de una de las personas más lloradas de Chile: Felipe Camiroaga, que al poco tiempo de recibida la invitación al matinal, la sorprendió con su presencia en un momento de relajo y le dijo que aceptara, que su personalidad iba a ser un aporte al espacio. Medio a regañadientes, Cristina aceptó.

“A mi nunca me ha gustado la tele, no me gusta como me veo, me veo gigante. Sé que soy un cuerpo distinto, muy flaca y muy alta. No me gusta como se ven mis dientes chuecos, pero tampoco me interesa arreglármelos”, reflexiona Cristina.

Durante su infancia, sufrió mucho bullying por su tamaño y contextura. En medio de todo el tormento, un profesor de música la escuchó cantar a escondidas, organizó un festival de la voz y tal como en una comedia musical, ella ganó, se hizo conocida entre sus pares y comenzó a aceptarse más. Una vez más, en medio del sufrimiento, llegó el equilibrio perfecto.

“Al final, en el proceso de crecer espiritualmente siempre te vas a enfrentar a cosas que no te gustan. Me ha pasado en todos mis trabajos, desde vendiendo pan o helado, hasta desfilando con Ricardo Oyarzún. La energía va cerrando ciclos y si te mantienes pensando en cosas positivas, sin estar pegado obsesivamente con la plata, por ejemplo, las cosas terminan por llegar”, finaliza.

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