Una vez hablamos de lo complejo que podía ser exponerse demasiado a los animales salvajes. Vimos lo que le sucedió a Pampa a raíz del abuso de confianza de su cuidador, el cual al ser atacado, tuvo que ser defendido por medio de disparos que dio muerte al fabuloso tigre blanco del zoológico de Santiago de Chile.
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También vimos el tragicómico ataque a una mujer por dos chitas, donde el marido en vez de ayudarla decidió fotografiar lo que estaba aconteciendo y nos preguntamos hasta dónde pueden ir los turistas, sacando a colación el horrendo episodio en donde un tipo salió del vehículo del safari y terminó siendo devorado por leones a vista de su familia que debió que darse al interior impotente.
Ahora vemos cosas magníficas, como la danza de tiburones con un buzo, u otras manifestaciones interespecies como el cerdito que salvó de morir ahogada a una cabra. Pero ninguna como esta. Es demasiado elocuente e impactante. Un bebé y cuatro cobras, pueden dejarte claro que la armonía y perfección de la naturaleza es simplemente divina.