Ya hemos visto como la fama y la calidad de la cocina peruana va globalizándose alrededor del mundo. Ya no es sólo Sudamérica, Estados Unidos o España quienes están entre sus adeptos, sino también Inglaterra. Prueba de ello es el artículo que el periodista Simeon Tegel de la sección de viajes del diario The Guardian acaba de publicar bajo el título “La fantástica revolución gastronómica de Perú”.
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El corresponsal británico quedó sorprendido por lo que se está haciendo en materia culinaria en Perú y sobre todo en Lima, ciudad a la cual denominó como la nueva capital gastronómica de Sudamérica. Lo que más le llamó la atención fue que esta cocina está orgullosa de sus raíces, tomando las tradiciones culinarias peruanas y sus antiguas recetas y les da un giro, incorporando toques personales, nuevas combinaciones de ingredientes y técnicas de alta cocina.”Tradicionalmente, la cocina peruana era disfrutada en casa, mientras los restaurantes lujosos ofrecína comida internacional. El cambio desde el inicio del nuevo milenio ha sido impresionante. Hoy peruanos de todas las clases se enorgullecen de su cocina, mientras los jóvenes se agolpan para estudiar en las escuelas de gastronomía”.
Tegel menciona la calidad y diversidad de los productos peruanos y su gran sabor, además de sus exóticos ingredientes. Esto luego de haber recorrido varios de los restaurantes de prestigiosos chefs peruanos, como Rafael del chef Rafael Osterling, Astrid&Gastón del “embajador de la cocina peruana” Gastón Acurio y su mujer, Astrid Gutsche y otros locales más recientes como Amaz, el centro de experimentación del chef Pedro Miguel Schiaffino, una gastronomía centrada en los productos de la selva amazónica de Perú.
Otro punto a destacar es la originalidad y variedad de la cocina peruana, que ha recibido influencias multiculturales de la cocina china (chifa), japonesa (nikkei), africana, italiana y española.
Aquí puedes leer el artículo completo.
Fuente: ““Lima se está convirtiendo en la capital gastronómica de Sudamérica”, afirma “The Guardian” (El Comercio)