Las mujeres estamos sometidas a muchas presiones que sin duda nos convierten en blanco fácil de críticas, especialmente cuando se trata de nuestro estado civil. De alguna forma, nos hacen crecer con el miedo de que si no estamos casadas para cierta edad, entonces somos unas quedadas o solteronas.
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Incluso cuando una se divorcia, todo el mundo asume que pasamos de estar plenas y a estar deprimidas y amargadas porque al parecer, no tener pareja es una condena.
Esto es diferente para los hombres ya que si ellos no tienen una pareja para cuando cumplen cierta edad, se convierten en «solteros codiciados».
Mientras los hombres son solteros codiciados, las mujeres somos solteronas.
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Las mujeres tenemos menos opciones y más exigencias y por si fuera poco, los ojos de todos están sobre nuestras arrugas, manchas y zonas de flacidez mientras que a ellos se vuelven «más atractivos» con las canas.
Parece que la sociedad aún tiene muchos complejos con respecto a la edad, el físico y el estado civil de una mujer. Igualmente nos cuestionan si salimos con un hombre más joven pero cuando un hombre sale con una mujer más joven, no pasa nada.
Y es que desde una perspectiva evolutiva, el hombre tiene «más tiempo» para procrear y tener descendencia mientras que para la mujer, el reloj biológico comienza a tener una cuenta regresiva a partir de los 30 años. Desde una perspectiva sociocultural, las mujeres siempre somos señaladas por nuestra apariencia. A partir de cierta edad, «ya no somos deseables» o «hermosas»; nos señalan las arrugas, las patas de gallo, las canas y las flacidez de la piel.
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Esto hace que cuando estamos solteras, la sociedad se preocupa más por nosotras que por ellos.
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Es muy común ver en los medios de entretenimiento que estas diferencias se marquen. Mientras que todo el mundo ve a Chris Evans como un soltero de oro y un galán codiciado, a Jennifer Aniston la ven como una «eterna solterona» a la que cada vez «se le notan más los años». ¿Y si fuese al revés?
Debemos dejar atrás esas creencias que nos dividen y que sólo alimentan la guerra de sexos. La soltería no es mala para uno ni para otro y cada uno es feliz a su modo. Es decir, también hay hombres que añoran una pareja y mujeres que no congenian con la idea del matrimonio o una relación. ¿Por qué seguimos encasillándonos según nuestro género?
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