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Aberrante: En Brasil componen canciones para las violaciones grupales

“Ven aquí a perder la virginidad. Vas a acostarte con tres, seis o dieciséis”, es la letra de una de las canciones.

Retorcidas. Capaces de causar estupor. Así son algunas de las letras del Funk, un género musical nacido  en los años noventa en las favelas de Brasil que han usado la música como un pretexto para justificar las violaciones colectivas. El tema de las violaciones se recrudece en el mundo, incluso en sociedades consideradas «modernas» como España, sacudida por casos tan escabrosos como la llamada Manada.

 

«Ven aquí a perder la virginidad. Vas a acostarte con tres, seis o dieciséis. Y si me dices que pare, no voy a parar. Fuiste tú la que quería follar, ahora vas a tener que aguantar»

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dice la letra de Ven a hacer la fila, del cantante de funk carioca Mc Danny, que describe como los hombres esperan su turno para violar a una joven. La insólita canción suma 37 millones de visualizaciones en Youtube, según reseña El Mundo de España.

«Va a ser una orgía suave.Te doy de beber, después te la meto y te abandono en la calle». Es el estribillo de la música de MC Diguinho. Una de las 10 canciones más escuchadas en el último mes en Spotify Brasil. La plataforma musical la retiró de su lista tras las denuncias de los oyentes.

Las violaciones y la criminalización de la mujer

La representación de la cultura popular para algunos, la reivindicación de los que están al margen para otros, o sin más pretensiones, el ocio de la favela: «El funk es un reflejo de la sociedad en la que vivimos que es machista, pero las letras que fomentan la violación son minoría. Hay muchas que son políticas, no hay que criminalizar a la música porque solo expresa lo que se vive en la comunidad», nos dice Mc Leonardo, líder de la Asociación de Profesionales y Amigos del Funk.

Para la antropóloga de la Universidad de Sao Paulo, Heloisa Buarque de Almeida, estas canciones muestran «la normalización de la cultura de la violación en la sociedad brasileña».

«Por este túnel pasaron más de 30». No es la frase de otra canción, sino las palabras de Raí de Souza, 22 años, mientras señalaba los genitales ensangrentados de una joven inconsciente, de 16, en Rio de Janeiro.

La capital de las violaciones

En Ceará, una niña de 12 años fue violada durante horas por cinco menores. En Sao Paulo, ocho hombres se turnaron hasta que la chica, 14 años, se desmayó. Y la cuenta sigue. Cada dos horas y media una mujer en Brasil sufre una violación colectiva. Diez víctimas al día.

En 2016 fueron un total de 3.536, el doble que en 2011 cuando por primera vez empezaron a distinguir las violaciones individuales de las grupales. Si nos atenemos a la primeras, la cifra se dispara: cada 11 minutos violan a una mujer en Brasil.

Los número oficiales de 2016 -los últimos datos hasta el momento- hablan de 50.000 mujeres al año, pero Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (Ipea) advierte que apenas se notifican el 10% de los casos: «Fácilmente podemos asegurar que al menos 450.0000 mujeres sufren una violación en este país cada año», nos dice Carlos Cerqueira, investigador de Ipea.

 

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