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¿Por qué las mujeres lindas preferirán a los hombres feos?

Luciano no para… ahora se cree mino, pero parece que no le ha servido de mucho.

Aunque ustedes no lo crean, las últimas tendencias indican que las mujeres más lindas se están quedando con los hombres más feos. Las minas andan marcando ocupado. El otro día no más lo leí en un estudio que hizo un gringo de nombre James Mc Nulty y casi no lo pude creer. Se los reproduzco textual: “las mujeres prefieren a los hombres “no tan agraciados” a la hora de establecer “relaciones duraderas”, porque confían en que les entregarán su “apoyo y respaldo” en decisiones importantes”.

¡Qué onda loco! O sea que las lindas se están quedando con puros monstruos para “respaldarse”. ¿Y eso para qué? Para que les sirvan de gomas y les presten oreja para toda la vida acaso. Bonita la huevá. Saben qué, este gringo no descubrió América. Bien en el fondo yo ya lo sabía desde hace muchísimo rato, las minas son unas “aseguradas” y no hay más vuelta que darle. Como decía un amigo cubano esa es la única “veldad”.

Por ejemplo mi hermanita es una. Un vil ejemplar del estudio del gringo. Sin ir más lejos su historia es igualita a esa película del ogro. ¿Cómo se llamaba ese ogro verde? Ah, Shrek… Bueno la cosa es que mi hermanita era la princesa que se casó con el ogro. El tipo era un verdadero fenómeno. Tenía un ojo por arriba, un ojo por abajo y la nariz de chancho. Y todo, por qué… Bueno porque el fenomenito-supuestamente- la “comprendía” mucho. Le respaldaba todas sus pajas mentales y sus huevadas rancias. Puras cabezas de pescado. Hubiesen visto ustedes lo que fue ese matrimonio. Mi mamita dándose contra las paredes y maldiciendo, mientras el ogro andaba feliz, persiguiendo a mi hermanita hasta por debajo de las mesas. Andaba al “agarra aguirre”. La llevaba de un lado para el otro sólo para agarrársela. Y ustedes me preguntarán a mí, que cómo lo hizo… Bueno no fue nada de fácil, ocupó la misma técnica que postula el gringuito. Se las tuvo que comer completitas. Porque si bien la teoría del gringuito es cierta, tampoco es menos cierto, que el que quiere celeste que le cueste. Hacerse él “comprensivo” es más sacrificado que cargar un buey ida y vuelta a Lo Vásquez. En pocas palabras hay que probar que uno es un choapino. Por ejemplo mi cuñadito, se tuvo que hacer el “amigui buena onda” por más de cinco años.

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Tuvo que aguantar incluso que una vez mi hermanita lo llamara a las seis de la mañana, cáchense esta, sólo para que fuera a buscarla a un motel. De verdad fue así. El loco llegó y se encontró con la media pelea entre mi hermanita y su novio. Y como más encima el “noviecito del año” lo encontró “metiche”, le sacó la cresta y media a cachuchazos. Le voló hasta un diente al ogro. Y todo esto para qué, bueno sólo para demostrarle que era “comprensivo”. Para pagar penitencia porque era feo. Ningún brillo. Cualquier huevón decente, con un poquito más de sentido común, se mete con una igualita de monstruosa que él y listo. Si al final con más de una chela todas las gatas son negras. ¿O no? Me iría la raja con esa teoría.

En fin… Dejémoslo para otro momento. La cosa es que el estudio del gringuito también hablaba de otro tipo de minita que era aún más apestosa que mi hermanita: Las sapiosexuales. Qué huevada es esa, me preguntarán ustedes, mis humildes lectores… Bueno les diré que se trata de un extraño tipo de mujer, que aunque ustedes no lo crean, se enamoran más del “mate” que del “forro”. O sea que en términos simples significa que les gustan más los “cerebritos”, que los hombres lindos y limpiecitos como yo. Por ejemplo como mi abuelita. Así igualita que mi abuelita, que siempre se jactó -inclusive en público- de que se había casado con un “feo inteligente”. Porque mi abuelito era más feo que un “el hambre”, pero puta qué era inteligente. Con decirles que se recitaba el Quijote completo de una pasada, inclusive con cinco cortos de pisco y cuatro chelas. Y esa quién se la hace. Nadie po´. En realidad a la única sapiosexual que respetaría, sería a mi abuelita. Porque a todas las demás, la dura, que las encuentro fomes, aseguradas y cobardes. Porque díganme una cosa, por qué en el fondo prefieren a un “feo inteligente” en vez de a un medio mino como yo, sino es para asegurarse y no correr riesgos.

Sin ir más lejos inclusive el estudio lo dice. Reproduzco textual: “los “feos inteligentes” son más preferidos por las “lindas” porque generan más confianza, los lindos en cambio no, porque tienen más oportunidades de serle infieles”. Qué les dije. Lo único que ahora quieren estas mujeres es aguacharse a un monstruo bien horrible, para que no se las cague. Pero no se dan cuenta de una realidad muchísimo peor: que un monstruo inteligente es potencialmente más peligroso que un espécimen bonito- pues su resentimiento producto de su fealdad es tal- que estará permanentemente tratando de cagarse a la linda. Como mi cuñado por ejemplo. Como Shrek, que si bien al principio llegaba a ser hasta tonto de lo santo, ahora está convertido en un verdadero sátiro del ritmo. Como nada es gratis, y el hueveta estuvo aguantando y aguantando, ahora que es exitoso, se da el gusto de andar de calzón en calzón. Mi hermana anda súper mal. Los cuernos le llegan hasta Buenos Aires, y todo por qué, bueno por una sola razón: por huevona, por tratar de asegurarse con el feo.

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