Pareja

Cuando un “me gusta” en redes sociales vale un divorcio: así lo decidió un tribunal en Turquía

En un caso sin precedentes, la corte turca reconoció que el acto de dar “me gusta” a fotos de mujeres en redes sociales —combinado con humillaciones y falta de apoyo económico— quebró la confianza conyugal, y otorgó a la mujer compensación y pensión.

Pareja peleando (Imagen referencial) | Fuente: Freepik
Pareja peleando (Imagen referencial) Fuente: Freepik

La era digital está redefiniendo lo que consideramos fidelidad, respeto y espacio privado en una pareja. Recientemente, en la ciudad de Kayseri, Turquía, un tribunal sentó un precedente inédito: un simple “me gusta” en redes sociales bastó para desencadenar un divorcio.

La mujer demandante aseguró que su esposo no sólo le daba “me gusta” de forma reiterada a fotos de otras mujeres, sino que además la humillaba, no aportaba económicamente al hogar y, con ese comportamiento, minaba la confianza y el respeto indispensable en el matrimonio.

Un fallo judicial que redefine la intimidad digital

Los tribunales de primera instancia dieron la razón a la esposa, señalando al marido como responsable del quiebre marital. Al apelar, él intentó justificar sus actos, argumentando que el problema real era la supuesta “celosa actitud” de su pareja. Pero los jueces no dieron lugar: concluyeron que esas interacciones digitales constituían “una violación de la confianza matrimonial”.

Finalmente, la instancia superior —el Court of Cassation of Turkey— ratificó la decisión. Con ello, confirmó que un “like” en redes sociales no es una simple acción sin consecuencias si daña la base afectiva de una unión.


Consecuencias reales: dinero, dignidad y alerta para las parejas

El hombre fue condenado a pagar una compensación por daño moral y material, así como una pensión mensual.

Este caso marca un antes y un después en cómo los tribunales pueden interpretar comportamientos digitales. Lo que muchos consideraban banal, ahora entra en la esfera legal del matrimonio. En un mundo hiperconectado, las relaciones llevan incluida una “etiqueta digital” —y romperla puede costar caro.

Una invitación a la reflexión

Más allá de la controversia —o del morbo mediático— este fallo invita a mirar con seriedad la dimensión emocional y ética de nuestras acciones digitales. Vivimos en un tiempo en el que las redes sociales ya no son ajenas a nuestras relaciones íntimas, sino parte esencial de ellas.

Si algo nos deja esta historia, es que la confianza no se mide en “me gusta” o “likes”, sino en respeto, diálogo, compromiso y transparencia. Y ese “clic” —aunque sea pequeño— puede cambiarlo todo.

       

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