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Lo que nos enseñaron a minimizar hoy exige ser nombrado: callarlo ya no es opción

Seguimos normalizando lo que más nos hiere y una nueva iniciativa busca romper ese silencio colectivo

Pareja
Pareja La violencia digital no es culpa de las víctimas. (Freepik)

La violencia de género no empieza con un golpe ni termina en una denuncia. Empieza mucho antes: en lo que no se nombra. En esas conductas normalizadas que hemos aprendido a minimizar, justificar o callar. En un país donde la mayoría de las mujeres ha vivido algún tipo de violencia, pero solo una pequeña parte de la población sabe reconocerla, ponerle nombre se vuelve un acto urgente, casi revolucionario.

Con esa premisa surge la campaña “Sí, es violencia. Llámala por su nombre”, impulsada por el Instituto Natura y Avon, que busca desmontar la idea más peligrosa de todas: que lo que duele pero no deja marcas ‘no cuenta’. A días del 25N, ambas instituciones presentan además el Índice de Concientización sobre Violencia de Género, un estudio regional que revela una verdad incómoda: sentimos la violencia todos los días, pero seguimos sin reconocerla.

Un país que siente la violencia, pero que aún no la nombra

Pareja
Pareja El mito del amor romántico perpetúa desigualdades y violencia. (Freepik)

Los datos son claros y dolorosos: la violencia no solo hiere cuerpos, también se sostiene en creencias, silencios y mitos aprendidos. Solo el 15% de la población tiene alta concientización, mientras la mayoría sigue normalizando conductas dañinas. El 65% cree que las mujeres no denuncian por miedo y el 30% no conoce leyes que las protegen.

Hemos maquillado y minimizado la violencia con frases como “es por tu bien” o “solo fue una vez”, volviéndola invisible incluso para quienes la viven. Por eso es urgente nombrarla: sí es violencia, y hay que llamarla por su nombre.


Pero entre los datos también asoma la esperanza. Cuando una mujer logra identificar que aquello que vive sí es violencia, el nivel de conciencia se eleva de 54% a 86%. Y cuando alguien pide ayuda de forma directa, el 97% de las personas interviene.

Mujer
Mujer Erradicar la violencia de género (Cortesía)

Esto demuestra que la conciencia no es un destino final, sino un motor capaz de activar redes, apoyo y reacción colectiva.

La transformación empieza ahí: en reconocer, en nombrar y, desde ese primer acto de claridad, en cambiarlo todo.

#LlámalaPorSuNombre: visibilizar para transformar

La campaña del Instituto Natura y Avon parte de una premisa sencilla pero profundamente transformadora: romper el silencio nombrando cada forma de violencia. Porque la violencia no es solo física; también puede ser psicológica, económica, simbólica o digital, y todas dejan huellas que afectan la vida, la libertad y la dignidad de millones de mujeres.

Entre estas manifestaciones, la violencia digital ha cobrado especial relevancia gracias al trabajo incansable de activistas como Olimpia Coral Melo, impulsora de la Ley Olimpia. Su voz, marcada por la experiencia personal y por un acompañamiento cercano a sobrevivientes, es un recordatorio urgente de por qué iniciativas como esta son esenciales.

“No nacemos machistas ni agresores; nos hacemos agresores”, afirma Olimpia, dejando claro que la violencia no es natural ni inevitable, sino aprendida. Y que la primera forma de combatirla es reconocer que afecta, de manera desproporcionada, a mujeres y niñas. También subraya la importancia del consentimiento y la necesidad de comprender que la violencia digital es tan real como cualquier otra. Durante años, se minimizó con la idea de que “si no pasa en lo físico, no es violencia”, pero como ella señala con contundencia: “Nos decían que lo virtual no era real, pero nuestras vidas sí se destruyen en internet”.

Olimpia insiste además en un principio fundamental: cada caso debe abordarse desde las necesidades de la víctima.

“La justicia es lo que la víctima desea. Recuerdo a dos mujeres abusadas por la misma persona: una decidió llevar su denuncia hasta la última instancia penal, y la otra prefirió la reparación del daño. A esta última la criticaron: ‘¿Por qué no lo metiste a la cárcel? ¡Solo querías dinero!’. Pero la justicia es la que cada víctima reconoce como tal; así entiende y vive su propio proceso”

—  Olimpia Coral Melo

La activista sintetiza el problema de raíz con una claridad que no deja espacio para dudas: “Si la violencia no se nombra, no existe. Y si no existe, no se combate.”

Nombrar también es resistir

El cambio cultural empieza con algo simple: decir las palabras correctas. Sí es control. Sí es manipulación. Sí es humillación. Sí es violencia. Nombrarlo incomoda, pero también libera, protege nos recuerda que no exageramos, que no estamos solas y que no debemos callar. Dejar de justificar lo injustificable y reconocer lo que siempre estuvo ahí es el primer paso. El silencio nunca salva, nuestra voz sí.

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