Imagina un procedimiento rápido, discreto, que promete que tu escroto se vea más liso, “menos caído” o con menos arrugas. Eso es lo que propone la técnica llamada coloquialmente “scrotox” (inyecciones de toxina botulínica en el escroto).
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Clínicas en países como Canadá indican que se usan pequeñas dosis de toxina para “suavizar” la piel escrotal, reducir pliegues o incluso la sudoración excesiva en esa zona.

¿Para qué se hace realmente?
Los usos reportados de esta técnica son variados y, en buena parte, experimentales:
1. Tratamiento de molestias musculares: se ha probado, por ejemplo, la inyección de toxina en músculos como el cremáster o el dartos en casos de espasmos testiculares difíciles.
2. Reducción de sudor o tensión escrotal: algunas clínicas la promueven para menos calor, menos odorización y menos sudor en la zona.
3. Estética masculina: mejorar la apariencia del escroto, lograr que “cuelgue” un poco más, verse “más grande” o eliminar suavemente arrugas.

La evidencia: ¿realidad o moda experimental?
Aquí las cosas se ponen más serias. No existen grandes estudios clínicos que avalen plenamente la seguridad y eficacia de la toxina en los testículos o escroto como se hace en rostros o axilas.
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Por ejemplo, en PubMed se informa sobre un caso en el que se aplicó inyección intra‑escrotal de toxina en un hombre de 44 años con fines estéticos; el sujeto quedó satisfecho y no se observaron efectos adversos inmediatos. Pero los autores advierten que no hay recomendaciones formales y el riesgo de infertilidad es real, aunque poco frecuente.

Por otro lado, los estudios en ratas muestran que inyecciones de toxina en el músculo cremáster causaron alteraciones testiculares, caída en espermatogénesis, cambios histológicos que podrían afectar la fertilidad. También se halló que las inyecciones en músculos asociados a los testículos disminuyeron el conteo de esperma y afectaron la maduración espermática.
Entonces, aunque la idea tiene bases científicas, no está plenamente validada para uso rutinario en seres humanos, sobre todo si se busca impacto en fertilidad, función sexual u objetivos estéticos sin riesgos.
¿Qué deberías saber antes de considerarlo?
Antes de considerar un procedimiento como el “scrotox”, es fundamental hablar con un especialista en urología o medicina estética masculina. Este uso de la toxina botulínica es considerado off-label, lo que significa que no está aprobado específicamente para aplicarse en el escroto, por lo que requiere una evaluación médica responsable.
Además, si tienes planes de tener hijos en el futuro, es clave informar al profesional sobre ello. Aunque algunos estudios en humanos indican que el riesgo de afectar la fertilidad es bajo, la evidencia en animales ha mostrado posibles impactos negativos, lo que exige precaución.

Por otro lado, es importante investigar a fondo y mantener expectativas realistas. Los estudios clínicos en humanos son todavía muy limitados y los resultados pueden variar entre personas.
Aunque suene atractivo eso de tener un escroto con “mayor volumen”, menos arrugas o menor sudoración, aún no hay datos sólidos que midan cuánto duran esos efectos o qué tan notorios son realmente.
¿Vale la pena?
Puede valer la pena considerarlo si estás muy motivado por mejorar la apariencia escrotal, reducir molestias o explorar nuevas zonas de estética masculina, pero no lo hagas pensando que es un tratamiento seguro, estándar, sin riesgos, o con efectos garantizados.

Así que, si te pica la idea de un “refrescamiento escrotal”, ten en cuenta que la innovación y la precaución deben ir de la mano para obtener los mejores resultados.