Pareja

Mankeeping: el rol invisible que muchas mujeres asumen en las relaciones sin verlo — y cómo equilibrar la balanza

Cuando en una relación una persona gestiona las citas, las compras, las emociones del otro, resuelve sus conflictos y se ocupa de “mantenerlo” más que de compartirlo, hablamos de mankeeping. Este rol invisible afecta la autoestima, el bienestar y la equidad. ¡Vamos a entenderlo!

El rol que asumen muchas mujeres
Mankeeping Mankeeping: El rol que asumen muchas mujeres

En muchas relaciones heterosexuales —y también más allá— sucede algo que pocas veces se nombra: una persona, casi sin darse cuenta, asume el rol de gestora del bienestar del otro adulto. En este caso, el término que usamos aquí es mankeeping: una fusión de “man” (hombre) y “housekeeping” (mantenimiento doméstico/gestión), para describir la forma en que muchas mujeres terminan «manteniendo» —en sentido emocional, mental y logístico— a sus parejas masculinas.

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Este rol no implica que haya una mala intención, sino que hay una desigualdad estructural: la mujer se convierte en quien planifica la vida familiar, quien recuerda pagos, quien gestiona los estados de ánimo, quien anticipa necesidades y quien “cuida del hombre adulto” más allá de una relación de igual a igual.

Por ejemplo: ella ve que falta comida, él dice “ayúdame a cocinar”, ella lo planifica todo, lo organiza, lo soporta. Cuando él “ayuda”, muchas veces lo hace en el marco que ella ya dejó preparado. Esa diferencia en los roles, aunque parece pequeña cada día, se acumula con el tiempo.

¿Cómo se manifiesta en el día a día?

Aquí algunas señales claras de que puedes estar en una relación de mankeeping:


  • Ella recuerda las citas médicas, él no lo hace o “es que no vio el mensaje”.
  • Ella supervisa que la casa esté ordenada, la ropa limpia, la comida lista; él dice “voy al super”, pero ella ya tenía la lista hecha.
  • Ella consuela, tranquiliza, recibe y gestiona sus emociones; él se espera que esté tranquilo o que “le ayude” cuando ella ya está agotada.
  • Ella anticipa: “¿cómo está tu jefe? ¿ya hablaste con tu mamá? ¿tienes todo listo para mañana?”; él rara vez anticipa las suyas.
  • Ella ejecuta (compra, cocina, limpia, organiza), él “ayuda” cuando se lo piden o cuando tiene tiempo.

Esa labor es invisible: no se le llama “trabajo”, se considera “parte de ser mujer”, “de querer”, “de estar enamorada”.

Este tipo de gestión implica tres tipos de carga:

  • Emocional: calmar, escuchar, motivar, disculpar, mediar.
  • Mental/cognitiva: recordar lo que el otro olvidó, planificar todo el flujo del hogar, coordinar citas, pagos, mantenimientos.
  • Logística/doméstica: compras, limpieza, tareas.

Un estudio fue claro: las mujeres en relaciones —heterosexuales principalmente— realizan más “emotion work” (trabajo emocional) que los hombres, incluso cuando ellas están enfermas o tienen dificultades de salud.

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Otro hallazgo: las mujeres asumen más “mental load” o “carga mental” (anticipación y monitoreo) en los hogares que los hombres.

Por tanto: el mankeeping es un combo de esos tipos de trabajo invisible.

¿Por qué es un rol tan poco visible?

Porque culturalmente se espera que las mujeres “sean así”: cuidadoras, organizadoras, quienes «mantienen la armonía». Esto naturaliza que lo hagan sin reconocimiento.

Porque el otro adulto (en este caso el hombre) muchas veces no lo ve como “trabajo”, sino como “que te quiero y te ayudo”. Cuando ese “te ayudo” está dentro de un arreglo desigual, se mantiene la lógica.

Porque se trata de pequeñas acciones que suman, que no están en la factura, no están etiquetadas como “rol de cuidar” — y eso permite que continúen sin cuestionamiento.

Porque no se habla mucho de esto, no se pone nombre (como “mankeeping”) y por lo tanto no se detecta fácilmente.

¿Qué dicen las cifras y los estudios?

Un análisis encontró que las mujeres hacen más tasks de anticipación y monitoreo doméstico, lo que se describe como “mental load”.

Un estudio sobre “emotion work” en parejas de distinto sexo y parejas del mismo sexo, con 756 personas, halló que «las mujeres proveen más emotion work que los hombres, y que esto se asoció con menor bienestar psicológico para la parte que lo provee.

Según un artículo de divulgación, en promedio los hombres tenían 49 minutos más de tiempo de ocio por día que las mujeres, lo que indica una brecha en tiempo libre que puede estar vinculada al trabajo invisible.

En una nota de la Universidad de Wisconsin: “las mujeres pasan el doble de horas realizando labores del hogar que los hombres” y la carga mental es una de las principales fuentes de estrés.

Estas cifras ilustran que no se trata de una “sensación” sino de un patrón estructural.

¿Qué efectos tiene en la vida de las mujeres (y en la relación)?

  • Agotamiento emocional: asumir la gestión emocional constante, anticipar lo que el otro necesita, puede generar estrés, ansiedad y menor bienestar.
  • Menor reconocimiento: cuando ese trabajo no se ve, la persona que lo hace puede sentirse invisibilizada, poco valorada, incluso con resentimiento.
  • Desigualdad relacional: el hecho de que uno de los dos esté “manteniendo” al otro equivale a que la relación no sea de dos adultos autónomos que colaboran, sino de cuidadora-beneficiario, lo cual genera desequilibrio de poder.
  • Impacto en la intimidad: cuando uno siempre cuida, planifica, entretiene al otro, muchas veces sus propias necesidades quedan en segundo plano y eso puede afectar la conexión, la pareja y el bienestar personal.
  • Autonomía reducida: la mujer puede acabar desarrollando su vida en torno de las necesidades de la pareja, perdiendo parte de su propio proyecto, por estar siempre en el modo “gestora del otro”.

¿Cómo puede cambiarse la balanza?

Aquí algunas ideas prácticas (y alegres) para transformar el mankeeping en una colaboración consciente:

1. Conversación abierta

Invita a tu pareja a hablar sobre quién recuerda qué, quién planifica qué, quién se encarga de qué. Hagan una “caja de las tareas invisibles” y saquen lo que está ahí: “¿Quién lleva las citas médicas?”, “¿Quién recuerda cumpleaños?” Hacerlo visible es liberador.

2. Lista compartida de “todo lo que nunca escribimos”

En una pizarra o app: almacenen las tareas de gestión (compras, pagos, reservas, emociones del otro). Cada uno asume partes de esa lista. Que no sea solo “tú lo haces” sino “lo hacemos”. Así la carga se reparte.

3. Turnos de gestión emocional

Un fin de semana él se encarga de preguntar “¿cómo estás tú?” o “¿qué necesito?” y después ella. Convertirlo en hábito. No es que ella siempre pregunte, y él siempre responda, sino que ambos pregunten.

4. Agradecimiento visible

Cuando tu pareja hace una de esas labores invisibles, dilo. “Gracias por que hoy te encargaste de...”, “Me liberaste de…” Reconocer no cuesta nada y cambia el chip: pasan de “eso es lo que tiene que hacer” a “lo valoro”.

5. Reparto consciente

Revisen las tareas de gestión doméstica/mental/emocional. ¿Quién lleva la agenda familiar? ¿Quién hace la lista del super? ¿Quién recuerda pagos, reservas? Si siempre es la misma persona, establezcan un plan de reparto: por semanas, por temas, por roles.

6. Autonomía personal

Ella necesita un espacio para sus propias emociones, para que no todo gire alrededor de “¿qué necesita él?”. Recuperar autonomía, establecer tiempo propio, hobbies, cuidado personal. Cuando cada uno esté completo, la relación se hace más plena.

7. Capacitación emocional

Que ambos aprendan a gestionar sus propias emociones, que no sea “ella lo prevé todo”. Hay cursos, libros, terapia de pareja que pueden ayudar. Cuanto más emocionalmente autónomo sea cada uno, menos dependerá de que la otra lo “mantenga”.

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