El cáncer de mama es el tipo de cáncer más frecuente en el mundo y su incidencia continúa en aumento. “Viene aumentando y va a seguir aumentando”, advierte el oncólogo clínico argentino Cristian Micheri, quien se dedica al tratamiento, asistencia e investigación de pacientes oncológicos en la ciudad de Rosario.
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Sin embargo, lejos del pesimismo, el especialista explica que ese crecimiento también refleja una mejor capacidad para detectarlo. “Hoy las mujeres se realizan controles a edades adecuadas, hay más conciencia y herramientas diagnósticas más precisas. Esto nos permite encontrar el cáncer en etapas tempranas y evitar tratamientos más agresivos”.
La longevidad, los factores genéticos y ambientales también influyen, pero la clave —dice Micheri— está en actuar a tiempo. Detectar una lesión antes de que avance sigue siendo el mayor escudo contra esta enfermedad.
Más tecnología, más humanidad
Los avances médicos no solo han transformado los tratamientos, sino también la forma en que los pacientes viven el proceso.
“Ante el diagnóstico, una mujer experimenta cambios emocionales, físicos y sociales profundos”, reconoce Micheri. Por eso, el abordaje moderno se centra en equipos multidisciplinarios: oncólogos, cirujanos, psicooncólogos, genetistas y especialistas en fertilidad trabajan juntos para mejorar la calidad de vida.
“El objetivo no es solo curar el cáncer, sino ayudar a que la paciente recupere su vida social, emocional y laboral. Está demostrado que quienes son atendidas por equipos integrales tienen mejores resultados que las que lo hacen de forma individual”, afirma.
La vacuna que no llegará (por ahora)
En los últimos años, algunas noticias generaron confusión sobre una posible vacuna contra el cáncer de mama. Micheri aclara el panorama: “No existe una vacuna, ni está próxima a desarrollarse, porque el cáncer de mama no es causado por un virus. En cambio, la vacuna contra el VPH sí previene el cáncer de cuello uterino, ya que actúa contra el virus que lo origina”.
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Aunque la prevención mediante vacunación no sea posible, la ciencia sigue avanzando en terapias personalizadas y tratamientos menos invasivos que ofrecen esperanza y mejores pronósticos.
A partir de los 40: la mamografía puede salvarte
Micheri es contundente: “El mensaje más importante sigue siendo el mismo: a partir de los 40 años, todas las mujeres deben realizarse una mamografía”.
También subraya la importancia del autoexamen mamario desde edades más jóvenes, ya que permite detectar alteraciones antes de llegar al control médico.
“La mayor incidencia ocurre entre los 50 y 65 años, pero cada vez vemos más casos antes de los 40. Si hay antecedentes familiares, el control debe comenzar antes”, insiste.
Alimentación, hábitos y salud integral
Aunque no hay una relación directa comprobada entre la dieta y el cáncer de mama, Micheri señala que una alimentación equilibrada y el control del peso corporal son aliados para prevenir enfermedades crónicas.
“El exceso de alimentos procesados o ultraprocesados puede influir en distintos desequilibrios del organismo. Cuidar la alimentación es cuidar el cuerpo en su totalidad”, subraya.
Una lucha que se gana en comunidad
Cada historia de cáncer de mama es distinta, pero todas comparten un mismo mensaje: no estás sola. La ciencia, el acompañamiento emocional y la detección temprana forman un triángulo poderoso que puede cambiar destinos.
Como concluye Micheri, “el cáncer de mama no siempre se puede prevenir, pero sí se puede vencer”.