La Miss Ecuador 2009, Sandra Vinces, atraviesa un proceso de divorcio tras más de una década de matrimonio con Christian Vargas, con quien tiene dos hijos adolescentes. Aunque la noticia podría sonar dolorosa, Sandra ha decidido compartirlo desde un ángulo diferente: el de la madurez, la cordialidad y el respeto.
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Lejos de caer en dramas mediáticos, la exreina de belleza ha sido clara en que la separación fue amistosa y tranquila. Tras un año y medio de vivir por caminos distintos, la decisión se consolidó sin enfrentamientos ni conflictos públicos. Para ella, lo más importante ha sido mantener la armonía familiar y priorizar el bienestar de sus hijos, quienes siguen siendo su motor de vida.
Una historia que se transforma, no que se rompe
Sandra se casó en 2010 y construyó una familia con amor y compromiso. Ahora, la vida le presenta un giro que, lejos de verse como fracaso, ella lo asume como una transformación personal. “No hay nadie más en mi vida en este momento, estoy enfocada en mí y en mis proyectos”, señaló con franqueza.
Este cambio no significa un adiós a su historia, sino la oportunidad de escribir una nueva etapa. Su visión positiva rompe con los prejuicios que muchas veces rodean a los divorcios, mostrando que el amor propio y la cordialidad también pueden ser protagonistas.
Enfocada en nuevos proyectos
La exreina ha canalizado su energía en reinventarse profesionalmente. Actualmente impulsa su consultoría de imagen, desde donde acompaña a mujeres a descubrir su mejor versión. Además, conduce un pódcast titulado ‘Sincericidio’, un espacio íntimo y fresco en el que aborda temas de crecimiento, autenticidad y vida cotidiana.
Pero eso no es todo: pronto lanzará productos digitales dirigidos a mujeres, con la idea de brindar herramientas que fortalezcan la autoestima y el desarrollo personal. Este giro emprendedor refleja la fuerza con la que Sandra encara este nuevo capítulo.
Una mujer que inspira
La manera en la que Sandra enfrenta su proceso de divorcio es inspiradora. Sin esconder el dolor que toda ruptura implica, ha elegido poner en primer plano la gratitud, la cordialidad y la resiliencia. Su mensaje conecta con muchas personas que atraviesan situaciones similares: el final de una relación no tiene por qué ser sinónimo de guerra, puede ser una oportunidad para crecer, aprender y volver a florecer.
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Su actitud nos recuerda que la vida siempre ofrece segundas oportunidades y que la dignidad en el amor propio es la base para construir un futuro lleno de posibilidades.
Un ejemplo de reinvención y autenticidad
En lugar de detenerse en la nostalgia, Sandra se muestra como una mujer que elige la autenticidad sobre las apariencias. No se aferra a lo que ya terminó, sino que transforma su experiencia en un motor para inspirar a otras mujeres a reinventarse.
Con proyectos en marcha, metas claras y una sonrisa que no se apaga, Sandra Vinces confirma que los finales pueden ser también comienzos brillantes.