El informe de The Economist “How Motherhood Hurts Careers”, inspirado en la brillante economista de Harvard Claudia Goldin, nos lo confirma: la maternidad impacta directamente las decisiones laborales de las mujeres.
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En América Latina, un 38% de las mujeres abandona su trabajo después de tener hijos, y un 37% no regresa a la fuerza laboral hasta después de 10 años. Esta es, sin duda, una de las razones principales detrás de la persistente brecha de género en el ámbito laboral.
La pesada carga de la culpa materna
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela que 606 millones de mujeres no pudieron considerar trabajar debido a sus responsabilidades familiares, en contraste con solo 41 millones de hombres. ¿Por qué este desequilibrio? La respuesta es compleja, pero en gran parte se debe a los roles de género profundamente arraigados en nuestra sociedad.

Se espera que las mujeres sean las principales cuidadoras, y cuando no pueden cumplir con estas expectativas tradicionales, la culpa, la presión social y el sacrificio profesional se vuelven una constante.
Esta culpa es un veneno silencioso que se intensifica cuando te comparas con otras mujeres, con la “mamá ideal” que solo existe en las redes sociales o en tu imaginación. Y recuerda que si no se atiende este sentimiento, puede carcomer tu bienestar emocional y tu salud mental.

¡Despídete del mito de la madre perfecta!
Las mamás perfectas no existen, es una fantasía inalcanzable que solo sirve para generarte frustración y agotamiento.
En lugar de dejar que la culpa te consuma, es momento de aceptar que eres suficiente. Eres una madre increíble, una profesional capaz, y una mujer con sueños y aspiraciones válidas. No tienes que sacrificar una por la otra porque ser madre no debería ser un impedimento para tu desarrollo laboral.