Nadie podría imaginarse que la arcilla que es usada para elaborar figuras de cerámicas, jarrones y hasta en la construcción, en la actualidad sea tan útil para la medicina natural.
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Este producto natural se compone de minerales granulados que ya era usado en tiempos milenarios para la prevención, alivio o curación de enfermedades.
Los egipcios son el mejor ejemplo, pues utilizaban la arcilla para momificar a los muertos. Los griegos la aplicaban para calmar dolores y curar fracturas.
Cuentan que uno de los secretos de belleza de la reina Cleopatra, además de la leche de burra, eran las mascarillas de arcillas para limpiar y purificar la piel.

La arcilla es muy versátil, pues tiene una gran variedad de aplicaciones, así como una composición química que varía mucho de un tipo a otra, dándoles unas propiedades específicas.
Químicamente la tierra contiene en esencia, las principales sales minerales que el hombre necesita: sílice, fosfato, hierro, calcio, magnesio, sodio y potasio.
Según la revista Salud Terapia, las arcillas más interesantes, especialmente desde el punto de vista terapéutico, son las más ricas en silicio.
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Además del silicio, elemento principal en forma de sílice y silicato de alúmina, las buenas arcillas deben contener otros elementos minerales, tales como la cal, magnesio, óxido de hierro y óxidos alcalinos.
En el mundo de la estética y la belleza la arcilla ha sido considerada como una medicina milenaria que aporta múltiples beneficios al cuidado de nuestra piel.
Éste posee propiedades refrescantes, descongestionantes, cicatrizantes y desinflamantes que ayudan a regenerar las células.
Estos son los principales beneficios de aplicarse arcilla en el rostro y en el cuerpo:
Es antiséptico
Por sus componentes, tiene un poder desinfectante y antiséptico que al entrar en contacto con la piel es capaz de absorber y arrastrar todo tipo de toxinas e impurezas.
Es calmante y antiinflamatoria
Si tienes una herida, sufres de dermatitis o alguna afección que te haya inflamado la piel, éste es el producto perfecto para calmar esas afecciones, desinflama y reduce el dolor instantáneamente.
Estimula el sistema inmunológico
Los minerales que contiene este producto a parte de nutrir nuestra piel, penetran en el torrente sanguíneo aportando micronutrientes esenciales para el adecuado funcionamiento de nuestro organismo.

Ayuda en la producción de defensas naturales que contribuyen a reforzar nuestro sistema inmunológico.
Estimula el sistema circulatorio y linfático
La arcilla tiene una gran capacidad de proporcionar frío, lo cual ayuda a estimular la circulación y a purificar el sistema linfático, eliminando la retención de líquidos, la celulitis y la aparición de varices.
Regenera los tejidos
Gracias a los minerales que posee le proporciona a las células nutrientes esenciales para cicatrizar, reproducir y regenerar los tejidos dañados de la piel.
Tipos de arcilla
Según su zona de origen, la arcilla puede contener minerales, sales solubles y, en mínimo grado, sustancias orgánicas.
Podemos encontrar diferentes arcillas según la textura: gruesa, fina o superfina. La superfina es la de elección en caso de uso interno.
Estas son las afecciones en las que nos puede ayudar la arcilla de acuerdo a su color:
Blanca: Sirve para exfoliar, tonificar y eliminar toxinas. Es eficaz en las inflamaciones locales e irritaciones cutáneas. Es ideal para pieles desmineralizadas y apagadas.

Amarilla: Rejuvenece, descongestiona y regenera la dermis. Es ideal para pieles sensibles.
Verde: Es antibacteriana, limpia a profundidad y equilibra los niveles de grasa. Es perfecta para pieles con tendencia acnéica.
Ayuda a curar los llamados forúnculos, atrofias del sistema linfático golpes y hematomas. Es ideal para pieles grasas.
Roja: Es rica en óxido de hierro. Revitaliza y suaviza la piel. No se recomienda para pieles inflamadas o con acné. Es ideal para pieles secas.
También es usada en dolencia como ciática, tortícolis, dolor reumático, artrosis y lumbalgias.