Llegar a las tres décadas de vida es un gran logro. Muchas veces damos por sentado el «tercer piso» y a veces lo dejamos pasar desapercibido pero con este llegan grandes lecciones y crecimiento espiritual.
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Cuando llegas a los 30, aprendes lo importante que es soltar aquello que no te da paz mental.
Soltar no es fácil, pero es un proceso por el que todas tenemos que pasar cuando algo nos hace dudar de lo que somos capaces de hacer y de lo mucho que valemos. Dar ese paso fuera es de valientes pero es necesario por tu paz mental.

No te aferres por comodidad, ni por miedo a lo desconocido.
Deja de perseguir y rogar y aprende a dejar ir aquello que no te hace bien.
Cuando priorizas tu paz mental entiendes que no vale la pena perder tiempo en amores a media, ni amistades vacías ni trabajos que te hacen sentir estancada.
Así que es momento de dejar ir todo aquello que te provoca malestar, aquello que te hace dudar de lo grandiosa que eres y que no te permite mostrar tus capacidades.
A los 30 aprendes que tratar de controlar todo sólo te lleva a perder la cabeza y que tener demasiadas expectativas en los demás sólo te lleva a decepciones.
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Y no es que tengas que bajar tus estándares o dejar de ser ambiciosa, simplemente significa que aprendes a apreciar la vida tal como es, incluso cuando no siempre satisface tus expectativas. Jamás podrás hacer que los demás sean como quieres y tampoco tendrás el control de todo por más que lo intentes.
No vale la pena luchar por algo tan imposible como moldear al mundo a tu capricho así que ¿por qué no mejor alejarte de lo que no te hace bien y abrir camino para lo que sí?
A los 30, aprendes a apreciar a las personas por lo que son cuando éstas son buenas contigo. Son tu tribu, quienes te ayudan a crecer y ser mejor. Nunca podrás convertir a alguien en quien te gustaría que fuera, sólo romperás relaciones con tus intentos.
Cuando son personas tóxicas para ti, entonces déjalas ir. Si alguien no te valora, nunca podrás convencerlo de que te trate de la forma en que te mereces ser tratada, sólo romperás tu propio corazón al intentarlo.

A los 30 también aprendes a soltar a esa persona con la que no puedes construir un futuro. Y no es que a esta edad tengas que tener tu vida definida sino que entiendes que no vale la pena invertir tiempo en alguien que no está en el mismo canal que tú. Si no te complementa y te hace sentir en paz, entonces no es para ti.
Priorizar tu paz mental es soltar la idea de que tienes que cumplir expectativas ajenas.
A los 30 aprendes que la única responsable de tu felicidad eres tú y nadie más. Tu felicidad no debería depender de otra persona, tu felicidad debería alcanzarse desde dentro. Cualquier otra persona solo puede aumentar tu felicidad, no ser responsable de ella.
Ahora más que nunca, es importante que sueltes todo aquello que te resta.
Deja de intentar estar a la altura de las expectativas de otras personas, esta vida es tuya, de nadie más. ¿Estás viviendo la vida que quieres o estás demasiado ocupada en complacer a los demás que has perdido de vista quién eres y qué deseas? Sé tu propio ideal y crea lo que quieras crear lejos de lo que los demás digan o estén haciendo.
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