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No te pierdas la columna del Dr Valdés: “Azúcar, el enemigo invisible”

Esta semana el experto nos advierte sobre los riesgos de consumir alimentos procesados.

¿Quién se puede resistir a un trozo de chocolate, un postre de manjar, un kuchen de manzana, unas ricas galletas de mantequilla o un rico helado?

Hasta ahora creo conocer a muy pocas personas que se sientan poco atraídas por lo dulce. Algo tiene el azúcar que nos cautiva y nos vuelve locos, ese placer culpable con el que debemos lidiar a diario. Sobre todo, ahora en el confinamiento. La ansiedad que nos provoca el encierro hace muy difícil renunciar a este tipo de preparaciones y pone a prueba, más que nunca, nuestra fuerza de voluntad.

Pero el azúcar en exceso nos puede dejar un sabor amargo. Muchos ya hablan de ella como la droga más peligrosa de todos los tiempos, la cocaína del siglo XXI, ese enemigo invisible que está presente en todos lados y que no queremos ver.

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Pero, ¿por qué puede resultar tan dañina?, ¿qué esconden estos gránulos blancos?

El azúcar blanca, refinada o sacarosa, se obtiene de la caña de azúcar o la remolacha. Es un carbohidrato refinado que no contiene ningún nutriente. Al ser un alimento procesado, no aporta vitaminas, minerales y tampoco fibra.

Lo peligroso es que actualmente se encuentra presente en casi todo lo que comemos. Cada producto que metemos en nuestro carro de supermercado contiene un porcentaje de azúcar; el pan de molde, la mayonesa, la mostaza, la salsa de tomate, las papas fritas. La industria la utiliza para mejorar la palatibidad y las cualidades organolépticas (sabor, olor, textura) de los alimentos.

Pero su consumo excesivo está asociado con problemas de salud. La prevalencia de sobrepeso y obesidad se ha incrementado en la mayoría de los países desarrollados, producto de la ingesta de estos productos con alto contenido energético y baja calidad nutricional.

También se ha visto un fuerte aumento de la diabetes tipo 2, e incremento de enfermedades cardiovasculares en la población mundial. Se ha descubierto que ha mayor consumo de azúcar, mayores depósitos de grasas alrededor del corazón y el abdomen.

Algunos estudios sostienen que el azúcar actúa en el cerebro como lo hacen las drogas, el alcohol y el cigarrillo, provocando adicción. Esto porque genera secreción de dopamina, la hormona del placer. El cuerpo se acostumbra a la azúcar, pero siempre quiere más, y aquí radica el peligro.

En el ámbito estético se ha descubierto que su consumo excesivo está relacionado con el envejecimiento de la piel. Esto, debido a lo que se conoce como proceso de glicación. Es decir, a la reacción química que se da entre las proteínas de la piel (colágeno y elastina) y el azúcar (glucosa) de la sangre. Esto afecta la elasticidad y flexibilidad de la piel generando daño oxidativo.

Por lo mismo, siempre recomiendo a mis pacientes reducir el consumo de azúcar y de los alimentos procesados ya que no aportan nutrientes, solo calorías vacías. Las bebidas azucaradas, que tanto nos gustan a los chilenos, el alcohol y la comida rápida son, sin duda, los grandes enemigos de una buena longevidad. Debemos tomar conciencia y preferir alimentos que verdaderamente nos nutran por dentro y por fuera, como las frutas y las verduras, los frutos secos, los cereales y las legumbres.

Reducir el consumo de azúcar solo trae beneficios, no solo para la piel, sino que también mejora las defensas, hoy por hoy, tan necesarias para prevenir el temido COVID -19, reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiacas, mejora el colesterol, disminuye el riesgo de padecer Alzheimer, nos hace estar más alertas, con mayor concentración y nos hace más felices.

Lamentablemente, Chile es el segundo país que más azúcar consume en el mundo, superando los 141 gramos per cápita diarios.

Los invito hacer un esfuerzo ¡Que la dulce tentación no nos conquiste!

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