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Tras una ruptura, ¡cuidado! Puede nacer un “porno vengador”

En general hablamos de esos hombres que deciden exponer intimidades de sus ex parejas en Internet, generando el consiguiente impacto sicológico en la víctima y consecuencias que difícilmente imaginaron. Expertos aseguran que el impacto sicológico es para víctima y victimario.

Por: Carla Ingus Marín.

El 2007, una periodista de espectáculos vivió una verdadera pesadilla. Una serie de fotos no explícitamente sexuales, pero que sí la mostraban desnuda, aparecieron en la red. Si bien en ese momento enfrentó la situación, se sucedieron una serie de consecuencias tanto para ella como para su carrera. Fue una vulneración y una agresión, y hasta hoy ese contenido la persigue. Han pasado 10 años, y aún su nombre está vinculado a ellas cuando alguien usa un buscador. Un impacto a largo plazo.

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Hoy este tipo de actos es más común. Según un informe publicado el 2015 por la Comisión de las Naciones Unidas para la Banda Ancha, casi 3/4 partes de las mujeres a nivel mundial han estado expuestas online a alguna forma de ciberviolencia. Y es que actualmente contamos con todo tipo de herramientas para grabar, fotografiar y publicar casi en tiempo récord, lo que facilita más aún consumar este tipo de acciones. En el camino este fenómeno atrapó a algunas parejas. Muchas veces tras un rompimiento el hombre decide manifestar su molestia o desacuerdo amenazando con publicar todo tipo de material íntimo que alberga en la memoria de su celular. Y a veces la amenaza se cumple.

Hablamos de porno venganza o la exposición en Internet de videos y fotos que una pareja aceptó hacer en un contexto de intimidad y confianza, pero que luego se convierten en una poderosa arma de venganza.

El mecanismo es bien conocido. Grabas o fotografías a tu pareja en momentos íntimos, ya sean relaciones sexuales explícitas o desnudos, que son parte del juego erótico e íntimo acordado. Lo que viene después comienza a ser lo complicado: una ruptura con la que ambos no están de acuerdo y, generalmente, él decide exponer ese material, ni más ni menos, que en Internet.

Un caso ocurrido recientemente en Argentina ejemplifica en detalle lo que puede pasar. Una ejecutiva fue infiel a su marido durante 6 meses, pero decidió poner fin a la relación paralela; su amante no estaba de acuerdo y la amenazó con viralizar un video donde ella, evidentemente más desinhibida por el alcohol, se muestra teniendo sexo oral.
No son hechos masivos, pero tampoco casos tan aislados. Lo que viene es analizar cómo llega alguien con quien tuviste una relación sentimental e íntima a hacer algo así; qué pasa con quien es expuesto a la mirada del resto estando completamente vulnerable, y qué se hace después de esto.

Un porno vengador

Carmen Gutiérrez, directora de la escuela de Psicología de la U. El Pacífico, tiene una idea del perfil del hombre que decide hacer disponible en Internet un video que vulnera a su ex pareja. «Te diría en principio que es una persona que tiene baja tolerancia a la frustración y el dolor. Actúa de manera tremendamente impulsiva. Me atrevería a plantear que hay un nivel de inmadurez emocional que se podría reflejar en una tendencia a instrumentalizar las relaciones afectivas».

Son personas que frente a las complejidades de una relación de pareja se frustran, y ahí comienza el problema. «Vincularse emocionalmente con alguien significa necesariamente que la relación puede ser compleja e insatisfactoria, pero el que la persona no lo pueda tolerar significa que no ve al otro como un legítimo otro, sino como un medio que debe estar ahí, al servicio de sus satisfacciones inmediatas», explica.

Podemos decir que no cualquiera se hace parte de una conducta así, no todos serían capaces de actuar de esa manera. Hay «requisitos», por así decirlo. En primer lugar el que la persona te importa lo suficientemente poco para que el daño que le causas no te genere ningún sentimiento de empatía. Una pregunta legítima en esta caso es «¿quiso a su pareja o instrumentalizó la relación y ésta sólo satisfacía sus necesidades?».

Eso nos lleva a otro aspecto que es interesante destacar sobre quién es capaz de caer en un acto de este tipo. Tal como no todo hombre es capaz de golpear a una mujer, no cualquiera es capaz de agredir de esta manera. «Es muy probable que el victimario haya sido objeto de violencia o maltrato. Una persona que en un momento de furia deja de ver al otro como otro y lo ve como un medio de descarga de sus impulsos, es muy probable que haya tenido la experiencia de ser tratado como una cosa por otro o se haya sentido así», dice Carmen.

Finalmente, no sólo hay un daño para el que es expuesto, sino para el que expuso ese video o fotografía íntima a vista de todos. «Esa persona vulnera su propia moral, su propia sensibilidad, su propio afecto; si fue grabado en una relación afectiva, con confianza y entrega mutua, cuando uno hace eso, hay un acto autoagresivo también», detalla la experta.

El gran objetivo

Vulnerar a otra persona, exponiéndola a que cualquiera pueda verla de una manera que no quería, conciente o inconcientemente, tiene un objetivo. Ok, la venganza, pero, ¿para qué fin? «Cuando uno expone las intimidades de otro, lo está sometiendo al escrutinio público, buscando cierta sanción social. Cuando una persona se ha visto expuesta a una situación de vulneración de derechos, los límites de lo permitido y no permitido se diluyen y, por lo tanto, el que tiene que poner un principio ordenador es la Ley, porque la Ley simboliza la autoridad. Usando un paralelo, alguien que expone a otro al ojo público, lo que está haciendo es fortaleciendo su propia autoridad en el anonimato de este juicio público».

Este también es considerado un acto de violencia contra la mujer con las consiguientes consecuencias sicológicas. «Es un acto de violencia; cualquier situación en la cual hay una transgresión de los límites del otro es una situación de vejamen, de vergüenza, de culpa. Es brutal, es la sensación de verse expuesto y vulnerable, es una experiencia límite y que tiene un alto impacto sobre la siquis», dice la sicóloga.

¿Internet tiene la culpa?

«Podemos usar Internet para eso, tal como podemos usar un cuchilllo y un tenedor para matar a alguien. He visto algunas imágenes y videos que son complejos, donde te mostraban la venganza de un tipo ligado a un cartel de droga, que prácticamente torturaba a su mujer por haber sido infiel. O una mujer que encontró a su marido con su amante y la paseó desnuda y le cortó el pelo. Creo que son casos extremos. Lo normal no es hacer eso. Internet le da más viralidad, pero es lo mismo que se hacía antes con el grupo de amigos, sólo que esto es más público. Ahora lo pueden hacer desde las redes sociales, arriesgando todo lo que eso conlleva. Hay más herramientas, sí. Pero hay que ir más al fondo», dice Guillermo Bustamante, director de la carrera de Comunicación Digital Multimedia de la misma casa de estudios, argumentando que no ha visto en Chile un aumento evidente de estos casos.

Puede que el problema no sea la foto en sí, sino la incapacidad de ver que estamos en una sociedad donde Internet está «al servicio» de los actos impulsivos.

Todo tiene repercusión

Estamos en un mundo con nuevos códigos y nos ha costado asumirlo porque ha sido demasiado rápido; a eso se suma que los chilenos son líderes en el uso de RR.SS, los «reyes» de compartir y comentar. Y es así como ingresamos en una cadena de la que a veces no somos concientes. «Lo primero es que alguien lo compartió, y esa persona no tenía la claridad ni la suficiente visión de los efectos que esto produce. Cada vez que comparto algo lo estoy haciendo para demostrar algo. La gente a veces no entiende que todo lo que se hace por Internet sí tiene repercusión… Si yo publico algo en redes sociales, piensan que no afecta mucho, pero no es así. Siempre hay un impacto en la imagen de la persona, siempre hay alguien que puede haber llegado a verlo, y afecta y te puede dejar marcado. Las cosas con alta viralidad afectan. Es complejo el escenario. ¿El secreto para no tener fotos prohibidas? «No se las tomen», recomienda Bustamante. Pensando que, incluso sin quererlo el contenido puede ser robado junto con el celular.

Hay que ser previsor. Todos manejamos nuestra imagen con ciertos objetivos, nadie publica una foto en Facebook si no busca algo, o una foto en Instagram puede ser cualquier cosa. «Puedes publicar la foto de tu desayuno un domingo en la cama y, por ejemplo, puede que busques generar la envidia de todo tu círculo de amigos; o una foto en El Caribe, para generar cierto grado de estatus. Todos buscan algo, nadie publica una foto de perfil sin haber visto o revisado 3 o 4 fotos antes. Esto puede ser conciente o inconsciente», afirma Bustamante.

Es importante tener en cuenta que según el informe de la comisión de las Naciones Unidas para la Banda Ancha, un 73% de las mujeres ya se ha visto expuesto o ha experimentado algún tipo de violencia en línea. Sólo en los 28 países de la Unión Europea, nueve millones de mujeres han sufrido violencia en línea a edades tan tempranas como los 15 años. Una de cada cinco usuarias de Internet vive en países donde es muy poco probable que se castigue el acoso y abuso de las mujeres en línea. En muchos países las mujeres prefieren no denunciar su victimización por miedo a las repercusiones sociales.

Siempre está la opción de demandar a quien hizo uso de nuestra imagen de una manera que no era la «acordada» o consentida. Existe la Brigada del Cibercrimen en la PDI, y ellos pueden llegar a demostrar con pruebas quién hizo un acto de estas características. Siempre está la opción de no sacarse esa foto o no grabar ese video, pero más importante aún es tener conciencia que vivimos en un mundo expuesto donde, si nos basamos sólo en las RR.SS, no sabemos del todo con quién tratamos.

Lógica avatárica

Un consejo de Guillermo Bustamante es pensar en lo que NO quiero publicar. «Eso es lo que tienes que definir; si no quiero que me asocien con que soy muy carretero, no publico la foto del carrete…». Internet es un mundo paralelo, es decir, nosotros no tenemos relaciones con otros sino con el avatar de otro. «La lógica avatárica es parte de estudios, significa que no es que yo me relacione con otra persona a través de Internet sino con su avatar, donde yo podría crear un perfil con algo parecido a mi personalidad, o tal vez no» explica.

«En las redes virtuales uno es un avatar, no es uno mismo, es una personalidad falsa, de alguna manera es un espacio fantasioso donde yo puedo ser todos lo justiciero que quiero ser o todo lo poderoso que quiero ser y, además, quedo inmune», advierte Carmen Gutiérrez.

 

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