Parece que nos enseñan a desear a personas con un físico envidiable. Los artistas que admiramos, los cantantes que escuchamos, los actores que vemos en películas; todos representan ese porcentaje mínimo de la población.
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Mientras, el resto, nos obsesionamos con esa quimera de perfección. Rechazamos a las personas sin conocerlas en verdad, y parece que queremos a una pareja para presumir en redes sociales como si fuera un trofeo.

Sin embargo, aquellos que han sentido una atracción mental entienden la fortaleza de la misma. No hay necesidad de presumir, jamás se va a consumir, y te envuelve en todos los sentidos.
Quién necesita un rostro perfecto cuando tiene largas horas de carcajadas, de pláticas interesantes, y de gustos afín. La atracción mental se presenta en los buenos momentos, en los obstáculos, y en esos días que dudamos de todo.

Mientras que la atracción física un día se marchitará, y no puedes edificar ninguna relación fuerte si nada más te basas en ella. No son cimientos que perduren y es momento de entenderlo. El amor va más allá de un físico.
Por eso la atracción mental siempre ganará, porque su fortaleza es un avalancha de emociones que te convierte en un enamorado empedernido. Forjemos con nuestras parejas relaciones así, en las que ambos puedan crecer como personas y seguir enamorándose todos los días.