¿Has sentido, al igual que Mafalda, las ganas de detener el mundo para bajarte un rato y descansar? A veces, parece imposible bajar las revoluciones de la vida moderna. Días, semanas y meses pasan volando.
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¿Se puede ir más lento? Precisamente, eso es lo que propone el “slow living” (vivir lento, en español), un movimiento que hace décadas difunde un estilo de vida más “despacio”.
En su libro, Elogio de la lentitud, el periodista canadiense Carl Honoré explica que la “filosofía de la lentitud” puede resumirse en una sola palabra: equilibrio. Las personas descubren energía y eficiencia donde menos lo habían esperado: en el hecho de hacer las cosas más despacio.
“Vivir lento” no es necesariamente irse de la ciudad a vivir a la montaña alejado de la civilización, aclara el doctor norteamericano Michael Finkelstein para HuffPost. Es, simplemente, reducir la velocidad cotidiana para evitar enfermedades mortales que una vida estresante nos puede causar. Finkelstein sugiere a sus pacientes practicar actividades cerca de la naturaleza y alejadas de la tecnología como parte del tratamiento como, por ejemplo, la jardinería.
El sitio web Calm Moment reúne consejos para principiantes. Darse el tiempo para disfrutar de las pequeñas cosas y hacer todo lo mejor posible, en lugar de lo más rápido posible.
Calm Moment propone comenzar el día con tiempo. Colocar el despertador unos minutos antes para que puedas ducharte con calma, desayunar tranquilamente y moverte por la ciudad sin correr. Sugiere darse pausas durante el día, de tres o cinco minutos, para realizar algunas inhalaciones y exhalaciones profundas, mirando algun rincón de tu entorno que te parezca más relajante.
Practicar el “mindful eating” a las horas de las comidas, es decir, comer despacio, eligiendo conscientemente lo que vas a comer. Olerlo, mirarlo y tocarlo para, finalmente, y sin apuro, saborearlo. La experiencia puede ser incluso mejor al comer alimentos naturales, cuyo aroma y sabor no está intervenido. El cerrar los ojos permite enforcarse con mayor claridad en las texturas. De este modo, comer una simple pasa, puede ser una gran experiencia.
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El slow living aconseja agendar tiempo propio (“me time” en inglés). Puede ser durante la semana o los fines de semana, pero es importante que tu cerebro sepa que puede contar con un tiempo para estar en tranquilidad. Puede ser para hacer una caminata, darse un tiempo de lectura o una manicure. La novedad activa en nuestro cerebro hormonas del bienestar.
Para llevar a cabo estas prácticas, algunas veces, será necesario decir que “no” a los demás. Siéntete tranquila que ese ejercicio es necesario para la vida. Es bueno para la salud tenerse a uno mismo como prioridad, también, al momento de agendar las rutinas diarias. Funcionar al ritmo de los demás puede estresarnos y, en el peor de los casos, enfermarnos. Hacer menos y más despacio puede ser el camino a la buena salud física y mental.
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