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Las mujeres fuertes también se desmoronan (y no es el fin del mundo)

Las mujeres fuertes también dudan, lloran y se equivocan

Las mujeres fuertes vivimos bajo el estereotipo de ser intimidantes, exigentes, de tener estándares muy altos y de no mostrar vulnerabilidad alguna. Y no es mentira, al final, las mujeres fuertes tenemos una lucha interna que nos obliga a cumplir con nuestras propias expectativas, las cuales siempre subimos más y más.

Nos han lastimado en el pasado, por lo que evitamos a toda costa volver a caer. Luchamos por otros y por nosotras mismas, defendemos nuestros ideales y nos atrevemos a ir contra la corriente solas con tal de seguir fieles a lo que creemos. Nos da miedo el fracaso pero sabemos que es parte del camino al éxito.

Pero incluso las mujeres más fuertes nos cansamos, lloramos, dudamos y nos equivocamos. Nos cansamos de ser fuertes todo el tiempo, de llevar una vida tan independiente que nos creen incapaces de aceptar ayuda.

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Por eso, una mujer fuerte no es un cuerpo de acero. Está llena de lágrimas y un corazón que se ha hecho pedazos en varias ocasiones. Pero no se equivoquen, porque ella es cualquier cosa menos débil. Porque ella sigue cargando todo el peso del mundo sobre sus hombros.

Una mujer fuerte también sucumbe y se desmorona pero no deja que el dolor la detenga por mucho tiempo porque aunque no lo crean, pide ayuda cuando está sufriendo.

Porque a las mujeres fuertes se les permite romperse. Se les permite caer del pedestal en el que están. Se tropiezan y necesitan gritar de desesperación. Y nada de eso está mal. Cualquier mujer fuerte sabe que no puede cargar tanto de una vez. Y por eso a veces, tienen que dejarlo todo.

Incluso las mujeres más fuertes necesitan un descanso. Necesitan relevarse con alguien para liderar el paso por un momento. Necesitan un descanso para disminuir la velocidad y que puedan recargar sus baterías para seguir adelante. Necesitan sentir que está bien ser vulnerable y recordar que son seres humanos.

Es un error pensar que las mujeres fuertes somos incapaces de ser vulnerables porque lo gracioso es que, para ser fuerte, primero tienes que ser vulnerable. Tienes que mirarte a los ojos y reconocer todas las partes de ti que necesitan mejorar, todas las partes de ti que intentas esconder detrás de una cara sonriente.

La verdad acerca de ser una mujer fuerte es que el mundo nos ve como una amenaza. Somos «demasiado»:»demasiado intimidantes», «demasiado agotadoras» y «demasiado amargas». Pero no somos ninguna de esas cosas. Somos mujeres con columna vertebral, con sentimientos y con defectos que muchas veces nos desmoronan. ¿Y saben qué? No está mal, porque somos mujeres fuertes pero humanas.

Como mujer fuerte que eres, tienes una fuerza inquebrantable que emana de tu interior y que con cada paso que des, el mundo temblará de miedo. Tu resistencia es inigualable. Eres de lo que están hechas las leyendas. Eres una mujer fuerte y nunca lo olvides, no importa si sientes que te caes en pedazos. Abrázalo y mantente firme.

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