Las familias tóxicas definen quién eres, pero no en quién te puedes convertir. Es una realidad que determinan varios comportamientos de tu persona, sin embargo, después queda en ti el camino que eliges.
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Cuando creces, y comienzas a tener una introspección necesaria del porqué a veces actúas así y qué te gustaría cambiar para mejorar. Llega un punto en donde ya no puedes culpar a las personas que te hicieron daño, y te dejaron grandes heridas en el corazón.
Tal vez tu camino se vuelva mucho más difícil, y necesites de mayor paciencia para construir aquello que tus familiares tóxicos derrumbaron. Quienes tienen una historia de este índole tienen dos caminos.

Te dejas caer por todo el dolor que hay en tu pasado, y dejas que eso te defina. O simplemente, tomas todas esas heridas y las conviertes en enseñanzas. Elegir el segundo camino hace que te conviertas en una persona mucho más madura y empática al dolor ajeno.
Las risas son una descarga de energía y vida misma, pero poco se aprende de ellas. Mientras que las lágrimas, y los obstáculos se vuelven los mejores maestros en nuestro camino.
Por lo tanto, si te identificas como una persona que creció con familiares tóxicos solamente tienes un camino. Levanta la cabeza, sonríe, y aprende para convertirte en la mejor versión de ti mismo.