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Anorexia sexual, cuando no hay deseo

Es más común de lo que imaginas.

Si inventas excusas para evitar el sexo con tu pareja o cada vez te atrae menos la idea de llegar a la intimidad, probablemente sufres anafrodisia y necesitas ayuda, pues la falta de libido puede dañar tu salud física y mental.

Deseo sexual inhibido

La frecuencia con que ocurren las relaciones sexuales es algo tan personal como el nivel de excitación que alcanza una persona durante el acto, es decir, nadie puede establecer la «cantidad adecuada de sexo» salvo los miembros de la pareja.

Así, observar cierta disminución del deseo sexual ocasionalmente suele considerarse un comportamiento natural que rápido queda en el olvido; sin embargo, cuando el poco interés por el sexo se convierte en algo permanente, es posible que sea originado por anorexia sexual.

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También llamado anafrodisia, se trata de trastorno presente en hombres y mujeres del que pocas veces se habla, pues resultan más interesantes los adictos al sexo que quienes tienen ausencia de libido, y se olvida que cualquiera de estas condiciones daña la salud y las relaciones del individuo.

Varias causas llevan a la pérdida de apetito sexual

Para identificar el origen de un deseo sexual inhibido, el médico analiza distintos aspectos, entre ellos:

Alteraciones hormonales: provocan disminución en la producción de estrógenos, en el caso de las mujeres (durante la menopausia, por ejemplo), o de testosterona en los caballeros. Asimismo, detrás de la ausencia de libido también pueden esconderse niveles irregulares de prolactina (hormona que segrega la hipófisis), o trastornos en los espermatozoides.

Uso de medicamentos: el consumo de ciertos fármacos, como antidepresivos o hipertensivos (para presión arterial elevada), puede alterar el apetito sexual.

Disfunciones sexuales: a menudo difunción eréctil o eyaculación precoz generan una asociación negativa con el sexo, acompañada de vergüenza o frustración, y se traducen en una falta de libido.

Psicología: un individuo con señales de anorexia sexual puede haber sufrido abuso o rechazo en este sentido, lo que provoca temor hacia cualquier manifestación de la sexualidad, por ello se defiende de nuevas agresiones negándose a sí mismo cualquier sensación o expresión de esta naturaleza (por mínima que sea).

La disminución del deseo sexual puede ser un reflejo de un problema más grave, como depresión: las personas que atraviesan un cuadro depresivo tienden a mostrar total apatía por el sexo y muy baja autoestima.

El trabajo excesivo, la falta de tiempo o las preocupaciones familiares, económicas y sociales repercuten en todos los aspectos de la vida y salud, incluyendo el ámbito sexual.

Síntomas de anorexia sexual

La pérdida del apetito sexual, que identifica a la anafrodisia, se manifiesta de diferentes formas dependiendo de las características de la persona, aunque la mayoría suele presentar los siguientes síntomas:

Distorsión sobre la apariencia del propio cuerpo.

Aversión extrema a las funciones corporales.

Dudas obsesivas sobre lo que los demás consideran «normalidad» sexual.

Juicios y actitudes rígidas acerca de la conducta sexual.

Miedo excesivo hacia enfermedades de transmisión sexual.

Evasión de la intimidad debido a miedos sexuales.

Conducta autodestructiva que limita y evita cualquier encuentro íntimo.

Las personas que sufren anorexia sexual rechazan siempre la posibilidad de mantener un encuentro íntimo y, si lo llevan a cabo, lejos de disfrutarlo, experimentan relaciones sexuales dolorosas. Nace así un círculo vicioso en el que evitan el sufrimiento que genera el sexo y se alejan cada día más de cualquier fuente de placer erótico.

¿Cómo se puede recuperar el deseo sexual?

Para superar la anorexia sexual, el primer paso consiste en aceptar que se tiene el problema y acudir al médico, quien después de evaluar los posibles factores que la desencadenan, determinará el tratamiento adecuado, el cual podría incluir:

Ayuda psicológica. Considerando que el deseo se genera en nuestro cerebro, la capacidad para fluir y concentrarse en el placer y en las sensaciones va ligada al mayor (o menor) disfrute del acto sexual. Así, la mente puede ser responsable de permitirnos momentos de intenso placer, o bien, ser origen de un «boicot» del acto sexual. Tener presentes aquellas causas que pueden llevar a una disminución o inhibición del deseo, podría ayudar al individuo a sentirse más pleno consigo mismo.

Técnicas de relajación. El cansancio y el estrés laboral son los factores que más afectan al deseo sexual, y lo mismo sucede con los problemas en la relación de pareja. Por tanto, buscar actividades recreativas que ayuden a reducir el estrés cotidiano pueden ser útiles cuando se busca recuperar el interés por la intimidad sexual.

En el caso específico de la anafrodisia masculina, es importante no confundir entre ausencia de libido y trastornos de la erección, ya que pueden coexistir un enorme deseo unido a una gran excitación con la imposibilidad de mantener la erección durante todo el acto. En este caso, el médico atenderá el problema orgánico y orientará sobre su relación con el deseo sexual.

La monotonía es poderoso obstáculo para el sexo. Cuando las relaciones íntimas se llevan a cabo siguiendo siempre el mismo «libreto», puede aparecer falta de deseo en la mujer o total desinterés en el varón. En este sentido, una terapia de pareja puede ser de gran ayuda, a fin de encontrar el camino para romper la rutina y lograr que el momento del encuentro sexual no sea una obligación que cumplir.

Tratar la anafrodisia para recuperar el disfrute sexual

Una persona con anorexia sexual necesita ayuda, ya que su conducta puede dañarla física y emocionalmente. El miedo, la preocupación excesiva, la vergüenza y la aversión al sexo afectan su vida de tal manera que no sólo impide la intimidad con otro ser humano, sino que lo lleva a conductas autodestructivas.

El proceso de recuperación para quien sufre anafrodisia suele ser largo y doloroso, pues el individuo necesita dejar de rechazarse, aceptar su cuerpo y mejorar así su autoestima. Cuando aprende a darse permiso de acercarse a otros, de confiar e, incluso, tocar y ser tocado, generalmente observa que la disminución del deseo sexual deja de ser parte de su rutina y esto también le permite comenzar a reconocer sensaciones tiernas y afectuosas que poco a poco suelen convertirse en deseos sexuales.

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