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7 cosas que las chicas que siempre tienen hambre entenderán

Tener siempre hambre es un estilo de vida

Admítelo: te encanta la comida. No entiendes las dietas, no las entiendes cuando las personas dicen que «no tienen hambre» y no sabes cómo dejar comida en tu plato cuando estás lleno. La ingesta calórica diaria no está determinada por una aplicación de conteo de calorías, sino más bien por las punzadas de hambre en el estómago. Tienes una relación de amor-odio con tus comidas. Te encanta comer, pero odias lo que sucede cuando comes demasiado o muy poco. Estás hambriento para siempre y luchas por eso.

1. Te pones de pésimo humor con el estómago vacío

Es normal sentirte confundida e irritable en el momento en que te das cuenta de que no has comido en unas horas. En tiempos de hambre, definitivamente te conviertes en Hulk y seguro terminas diciendo cosas que no querías o pidiéndole perdón a esa persona a la que casi le arrancas la cabeza.

2. Siempre es un problema decidir dónde comer en una cita 

Definitivamente sabes que no eres la chica que ordena una ensalada en la cena pero cuando de elegir otras opciones se trata, eres la más indecisa. Estás dispuesta a ir por una hamburguesa o por sushi por igual, aunque es obvio que tienes que decidirte por uno para poder elegir restaurante. Y claro, tu prioridad durante una cita es disfrutar de la comida por lo que cualquier conversación termina pasando por tus oídos como sonidos sin sentido.

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3. Nunca puedes seguir una dieta

Tu objetivo es perder peso, aún cuando estés en buena forma, pero ganar otros 5 kilos parece ser mucho más fácil y alentador. Es obvio que los jugos detox, la comida chatarra light y sin gluten no son lo tuyo. Sabes que es mejor hacer ejercicio o esperar a que desaparezcan subiendo las escaleras de la oficina a tener que comer por cantidades restringidas.

4. Tu principal interés en cualquier evento o compromiso es qué van a dar de comer 

Mientras tus amigos están emocionados por salir a bailar y beber, tu preocupación más grande es si hay bocadillos para acompañar tu bebida. Cuando tienes una boda o graduación, lo primero que buscas es tener lugar junto a la mesa de postres sin mencionar lo mucho que odias esperar a que todo se sirva hasta tarde.  Y sí, eres de la que disfruta la comida post fiesta, esa que venden justo afuera del bar o que dan a las 3 am en la boda. Por nada en el mundo piensas en pasar hambre mientras te diviertes.

5. No puedes dejar ir una muestra gratis en el súper

Es de ley que en el súper siempre haya un carrito con una señorita ofreciendo muestras de comida para que compres un producto. Por más que trates de evitarlo para no alimentar tu adicción pasando lejos, siempre terminas acercándote y tomando uno o dos bocadillos gratis. Es como una trampa mortal en tu recorrido por los pasillos, pero una que estás dispuesta a disfrutar sin remordimiento.

6. Lo primero que tienes al despertar es hambre

Es inevitable que tu estómago comience a rugir en el momento en que abres los ojos, no importa cuánto hayas comido la noche anterior. Prácticamente tus tripas son un despertador natural y antes que arreglarte, abres el frigorífico en busca de alimento. Sí, no hay nada más placentero que el primer alimento del día.

7. Siempre tienes espacio para el postre.

Cuando el camarero te pregunta si quieres postre, no hay forma de que te niegues. No comprendes a las personas que dicen estar llenas y rechazan el postre ¡Es lo más delicioso! Si por alguna razón decides no pedir algo dulce en el restaurante, no dudas en pasar a la tiendita para comprar unas galletas o algo que cierre con broche de oro tu deliciosa cena. Lo malo es que eso termina por vaciar tu cartera. Pero bien lo vale.

 

 

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