Llevar una rutina de ejercicios durante el embarazo trae múltiples beneficios tanto a la nueva mamá como al bebé. Sin embargo, es vital hacerlo en compañía de un familiar o amigo y bajo la orientación de un entrenador, que pueda detectar cuándo parar.
Las creadoras del programa Fit Mommy, dedicado a mejorar la salud de las futuras madres, afirman “es muy común que, gracias a los efectos benéficos del ejercicio en el embarazo, muchas mujeres se excedan”.
De allí que, es importante identificar esas señales que te hablan que estás haciendo algo mal, momento en el que debes parar y acudir a tu médico de confianza. Las más comunes son:
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Mareo o desmayo
Falta de aire
Palpitaciones irregulares o muy rápidas
Dolor en el pecho
Dificultad para caminar
Disminución del movimiento fetal
Sangrado vaginal
Contracciones uterinas
Salida de fluido vaginal
Dolor o hinchazón en las pantorrillas
Las nutriólogas Paulina Benítez y Sayuri Ramos aseguran que “en toda actividad física moderada hay un aumento de la frecuencia cardiaca y puede sentirse la ligera sensación de falta de aire”. Recomiendan a las embarazas identificar y diferenciar cuándo las respuestas del cuerpo no sean las normales para el ejercicio.
Aconsejan estar siempre acompañadas cuando deciden ejercitarse, ¿la razón?: “No necesariamente que haga el ejercicio contigo pero que te observe, para que pueda ayudarte en caso de alguna complicación, en especial si tienes antecedentes”.
Las especialistas explican que el ejercicio durante el embarazo “está mucho más enfocado a mantenerte físicamente activa y fortalecer los músculos necesarios para el parto”. Por ello, “no debes tomarlo como una etapa para aumentar drásticamente tus metas de ejercicio, para competir en deportes e implementar nuevos tiempos u objetivos”.
Tanto Benítez como Ramos advierten que no es tiempo de rebasar tus límites: “Recuerda que la moderación es la clave de todo y que exagerar el esfuerzo físico sí puede llevar a complicaciones maternas y/o fetales”.