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Las inevitables decepciones amorosas: ¡El amor es cosa de valientes!

En esta sociedad post moderna que nos tocó vivir, existe una fragilización de los estamentos e instituciones, periodo llamado del fin de los grandes discursos y paradigmas, la pareja es uno de los pocos lugares de refugio protección y crecimiento personal, siendo a la vez referente para nosotros pero al mismo tiempo muy frágil en estos periodos del amor liquido, que pedimos mucho al otro y queremos ceder cada vez menos.

Una decepción amorosa, termino de la relación o el desamor, es uno de los grandes dolores y sufrimientos que una persona puede experimentar cuando una relación sentimental termina, o no perdura. La desesperación provocada por los sentimientos no recíprocos puede ser muy difícil de vivir y llevar a problemas psicológicos y psíquicos significativos.

La ruptura en el vínculo amoroso, con la pérdida de la persona objeto de nuestro amor, se experimenta como el arrancamiento de una parte de uno mismo, reactiva la ansiedad de separación de cada uno. El dolor es aún más agudo porque la ausencia del amado se superpone a la pérdida de ilusiones y esperanzas. Perdemos en parte un referente de nuestros deseos y compañero de viaje. La soledad e incertidumbre nos agobian.

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La primera fase que presentamos al estar en fase de fin relacional, es de clausura o negación, comienza inmediatamente después del anuncio de la ruptura y a menudo recuerda un estado de shock postraumático. Durante este período, la confusión y la negación del evento doloroso son frecuentes. El sujeto no puede creerlo, piensa que su pareja va a cambiar de opinión, que va a regresar, que es sólo es momentáneo. Es frecuente una especie de regresión psicológica y emocional, la pérdida del amado, provoca secundariamente la pérdida de confianza y autoestima, un estado de dependencia emocional. La retirada, el desinterés y la desvinculación de todas las actividades son frecuentes, a veces acompañadas de una verdadera postración y dolor del alma.

Los síntomas del desamor

Las manos sudorosas y la boca seca son síntomas de ansiedad inicial que luego pueden evolucionar a un estado de angustia.

Cuando el ser querido no está cerca, la persona puede estar de mal humor, preocupada, deprimida, llanto fácil, perdida de sentido y ver todo gris.

La persona afectada puede experimentar una pérdida de ánimo, apetito y no disfrutar con todo lo que antes compartía con el otro. Puede aumentar la frecuencia cardíaca, sudoración y otros efectos, debido a la gran excitación pueden ocurrir en presencia del ser querido.

La fase de enojo, rabia/pena se manifiesta posteriormente y anuncia la toma de conciencia de la realidad e idealmente la aceptación de sus consecuencias, personales y de proyectos truncados. La ira y el resentimiento se vuelve hacia el otro que nos ha abandonado, quien nos ha herido profundamente , pero también lamentablemente hacia uno mismo, provocando baja autoestima, sentimientos de culpa, etc.

La angustia y el sufrimiento dura mientras la desvinculación del objeto amado no se realice a favor de otro objeto de amor, dirigido a otra persona u otro interés.

El tiempo para la reparación y rearmarse vendrá después, el trabajo arduo y lento de reconstruirse puede parecer inalcanzable, finalmente separado del otro y listo para vivir una nueva historia de amor, esperando que no sea un nuevo sufrimiento para el corazón.

Muchos estados depresivos se deben a dolores del corazón no satisfechos. La aflicción del amor a menudo se ha hecho eco de una sensación de pérdida previa . No es raro encontrarse con personas que nunca han vuelto a amar después de una decepción amorosa, petrificados por el dolor que experimentaron y que se repitió indefinidamente, el cual no pudieron superar y prefirieron la evitación al riesgo de sufrimiento.

A pesar de su intensidad, el desamor es un estado pasajero que puede durar de varios días a varios meses. Este es un paso difícil para la persona en cuestión. Es difícil sobrellevar el intenso nivel de emoción que despierta el dolor, este dolor lleva a una falta de objetividad que a veces lleva a la creencia de que la vida sería imposible o particularmente aburrida sin el ser amado, se siente incompleto sin su media naranja. A menudo, la persona afectada requiere revelar sus sentimientos, ya sea a un amigo, “paño de lagrimas” o a un terapeuta, quien podrá ayudar en casos difíciles y de mayor data. El tiempo y el trabajo sobre esta emociones y sentimientos permite aliviar la turbulencia y aplacar en parte la intensidad del dolor y los tormentos, habitualmente facilita el retorno a estado de animo mas adaptado y funcional.

Pablo Neruda lo dijo en su poema:

«Si tú me olvidas»

 

“… si te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra…

 

Doctor Mauricio Salas Sironvalle, urólogo, sexólogo y magister en psicología clínica. Vicepresidente Sociedad Chilena de Sexología

www.urologiaysexologia.cl

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