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Si quieres ser una mujer más feliz ¡muévete en bicicleta y no en carro!

El uso de las bicicletas es un factor que aumenta la felicidad en las personas

No es irónico ver cómo las personas que manejan bicicletas viajan con una sonrisa de oreja a oreja. Parecen desprender felicidad y no verse tan estresadas u ocupadas como las personas que esperan entre las inmensas colas de vehículos víctimas del tráfico.

Todo parece obedecer a lo que afirma un nuevo estudio de Journal of Transport & Health  publicado por la asociación ecológica Greenpeace, que determina que las personas que manejan bicicletas en lugar de sus vehículos tienen la felicidad como premisa de vida.

Esto tiene un porqué y se refiere a que quienes andan en bicicletas se sienten amos y dueños de su tiempo y no están sometidos a los bemoles del tráfico y las inclemencias del clima.

El estudio además sostiene que el uso de las bicicletas da a las personas la sensación de tener en sus manos las riendas del viaje, asumiendo, a la vez, el control del tiempo y del trayecto que lleva. Además de que puede resultar mucho más rápido el traslado en bicicletas que en autobuses o vehículos particulares, sobre todo en las horas pico.

“Sentir ese control al evitar la impotencia de no poder avanzar en el tráfico, junto con los beneficios de ejercitarse, disminuye drásticamente el estrés de un traslado, es decir, estamos aumentando nuestra calidad de vida y por tanto, nuestra felicidad”, añade Greenpeace.

Más bicicletas en la ciudad

Bajo esta premisa sigue trabajando a escala internacional para que grandes ciudades del mundo adopten nuevas políticas de movilidad y transporte ciudadanos fundamentados en el uso de las bicicletas.

Algunos modelos exitosos de movilidad como los desarrollados en Ámsterdam o Copenhague resultan replicables en otras latitudes del mundo, pues además de luchar contra la contaminación ambiental, se suman esfuerzos por la salud pública.

“Personalmente, puedo decir que moverme en bicicleta hizo que vivir en una ciudad tan dinámica y tremendamente agitada como la Ciudad de México, no sólo fuera soportable, sino realmente muy agradable”, comenta el bloguero Carlos Samayoa.

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