Seguramente al tomar una ducha, secarte el cuerpo y el cabello utilizas todos los días la misma toalla, pero el hecho de que lo hagas después de bañarte, no implica que estas queden limpias siempre.
No sólo se trata de higiene, sino también puede influir en la salud y la belleza de la piel y el cabello.
Al secarte con una toalla, no sólo estás retirando el agua, sino también a distintos microorganismos, bacterias y hongos que son parte de la piel, además de restos celulares, secreciones corporales, entre otros.
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Debes saber que estos microorganismos no ocasionan enfermedades, pero cuando llegan a la toalla mojada, todo comabia, pues es el lugar en el que encuentran condiciones óptimas para proliferar, como: temperatura cálida, humedad, oxígeno, un PH similar al de la piel, etc. Así que esto se convierte en un ‘caldo de cultivo’ en donde los microorganismos se multiplican y pueden ocasionar en algún momento daños en la piel.
Hay reglas básicas respecto a las toallas, no las tienes que lavar todos los días luego de utilizarlas, pues no albergan gérmenes suficientes, pero:
No compartas tu toalla, pues te expondrás a los microorganismos que viven en otras personas y causarte una infección
Luego de usar una toalla, debes ventilarla y mantenerla estirada, evitar dejarla húmeda.
Con las toallas de cabello el tema se vuelve más delicado, pues la flora normal del cuero cabelludo es abundante. Además la toalla en este caso, se humedece más, lo que puede provocar una proliferación de hongos, una situación que podría derivar en el debilitamiento del cabello y pérdida de este. La toalla del cabello debería cambiarse cada dos o tres días.
Según expertos, las toallas deben lavarse a temperaturas superiores a 60 grados para eliminar por completo los microorganismos. Sin embargo, si no puedes hacerlo mas que en frío, se recomienda hacerlo con algún producto desinfectante como vinagre blanco o detergente con agentes blanqueantes.