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Masturbación femenina: vergüenzas y ventajas

La masturbación femenina ha sido un tabú dentro de las últimas generaciones de mujeres pero hoy en día es un tema que se lo conversa con fines a experimentar el placer en su máximo nivel.

Aquella teoría freudiana de que el hombre que se masturba tiene una fuerte tendencia a la neurosis afortunadamente ha sido superada desde hace tiempo.

Pero aún muchas mujeres sienten culpa o vergüenza de optar asumir la masturbación femenina, hasta el punto de renunciar a ella, negarla o silenciarla.

¿Qué ha motivado tal rechazo? ¿Por qué tanta condena? ¿A qué se debe el silencio femenino con respecto a la masturbación femenina?

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Tales respuestas se encuentran en la historia de la sexualidad humana, en la que las mujeres, como en el resto de las circunstancias de la vida, no hemos andado sobre un lecho de rosas, así como la masturbación no siempre fue bien vista, ni por la ciencia, ni por la sociedad.

La masturbación femenina fue confinada a lo prohibido y pecaminoso

Durante siglos, la masturbación fue confinada a lo prohibido, lo pecaminoso. Fue condenada por la iglesia como un acto ‘contra natura’ pues no conducía a la procreación y se le atribuyeron más de 200 enfermedades y padecimientos.

Según las creencias de entonces, masturbarse provocaba idiotez, ceguera, acné, caída del pelo, debilidad mental y muscular, trastornos intestinales, dolores de cabeza y en casos extremos podía llevar a la muerte.

En los siglos XVIII y XIX, manuales y libros médicos calificaban el placer en solitario como un mal reincidente, un vicio nocturno y un acto morboso. Se inventaron aparatos y los jóvenes atrapados «in fraganti» eran condenados a dormir con camisas de fuerza.

En el caso de las mujeres las soluciones llegaron a ser mucho más crueles como la cirugía para extirpar el clítoris (ablación), que según los médicos de la época servía para aliviar la epilepsia y otras afectaciones nerviosas como la histeria en las mujeres.

Esa aberración se aplica aún en varios países africanos y asiáticos que siguen pensando el sexo en la mujer solo como un acto reproductivo y no placentero.

Tiempo y estudios costó a la sexología librarse de mitos y leyendas sinfín, pero afortunadamente ya se habla del tema con mayor franqueza aunque aún queda un largo camino por recorrer.

Un buen principio podría ser hablar del tema y asimilar las ventajas del autoerotismo que enuncian hoy psicólogos y sexólogos en la población femenina. Pero esto es una labor de educación sexual y convencimiento que toma tiempo.

No será asunto concluido a nivel social con el paso de solo dos o tres generaciones. Se necesitan muchas más que no solo reconozcan la masturbación femenina como la experiencia inaugural de su sexualidad, sino también aquella que ayuda a descubrirnos eróticamente al acariciarnos en soledad. Conocernos a nosotras mismas es una gran ventaja para disfrutar del sexo en pareja.

Las ventajas de la masturbación femenina

Durante la adolescencia, la masturbación femenina es parte importante del desarrollo psicosexual, ayudando a las personas a identificar los patrones de su propia respuesta sexual.

  1. Proporciona satisfacción sexual a las mujeres que no tienen pareja o que, por períodos de tiempo están separadas, o tienen al compañero enfermo.
  2. Resulta 100% sexo seguro, ya que no transmite infecciones de transmisión sexual y no existe el riesgo de embarazo.
  3. Permite el aprendizaje de la actividad sexual en un ambiente relajado, en el cual no hay que estar pendiente de la pareja y ni preocuparnos por mantener una buena identificación su activación ni respuesta sexual.
  4. Puede servir para aliviar tensiones, especialmente cuando no se dispone de otra alternativa.
  5. Resulta un ejercicio que puede practicarse a lo largo de la vida.
  6. Resulta efectiva para fortalecer la musculatura pélvica.
  7. Diversos estudios demuestran que proporciona una vida sexual más larga.
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