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‘Feederismo’, amar a tu pareja con toneladas de comida y poco sexo

“Si me quieres, come y engorda”, en esto consiste el comportamiento del “Feederismo”, una práctica donde gobierna el sobrepeso.

Monica Riley tiene 27 años y pesa, nada más y nada menos, que 318 kilos. A diferencia de la mayoría de mujeres con sobrepeso, no lucha contra la pesa. Precisamente busca todo lo contrario: ganar aún más peso.

Sentada en el sofá de su apartamento en el norte de Texas, Riley aspira a alcanzar los 450 kilos de peso. Un tamaño tan colosal que la convertiría en una persona dependiente de su novio Sid. Y a él esto le pone cachondo.

El gusto y admiración por la gordura ha existido desde tiempos ancestrales. Sexo y comida o comida y sexo. Son las dos grandes pasiones que obsesionan al ser humano desde hace siglos.

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Era una cuestión de tiempo que una comunidad decidiera unir el apetito sexual y gastronómico a un nivel superior. Esa comunidad no deja de crecer en Internet y ha decidido crear una nueva fantasía sexual: el ‘feederismo’, o el erotismo que emana de engordar a tu pareja.

Evidentemente, hay diferentes niveles de feederismo, pero se dan casos donde los órganos sexuales pasan a ser algo casi prescindibles para dar todo el protagonismo a la comida y al placer de alimentar al ser amado.

Cuando la comida es el nuevo sexo se entra en el oscuro mundo de las relaciones fetichistas entre alimentador (feeder o benefactor) y alimentado (feedee o gainer): si me quieres, come y engorda. Una presión psicológica que no todas las parejas asumen de la misma manera.

En la web Feeder Fantasy, la historia más leída por su comunidad virtual gira en torno a un caso de feederismo gore al estilo Saw, la saga cinematográfica de terror donde los protagonistas se despiertan encadenados en una habitación oscura.

En este caso la historia feeder fantasea con una chica secuestrada que alimentan contra su voluntad. Lo que gusta a los lectores es el desenlace: la chica descubre un placer sexual inconfesable cuando el alimentador la obliga a engullir grandes cantidades de comida a través de un tubo conectado a su boca.

La chica descubre un placer sexual inconfesable cuando el alimentador la obliga a engullir grandes cantidades de comida a través de un tubo que lleva a su boca

Aquí es donde aparece la tercera figura clave del feederismo: el animador. La pareja de feeder y gainer que publica en Internet el progreso del aumento de peso reclama aplausos y felicitaciones de los observadores pasivos. Miles de usuarios registrados disfrutan animando a la pareja desde el anonimato. Aplausos para la gordura dentro de una comunidad positiva en favor de la grasa extrema donde todos reciben la dosis de placer que buscan.

O eso parece a simple vista.

Lo cierto es que la mayoría de parejas que entran en el mundo del feederismo repiten un mismo esquema: hombre delgado busca chica rellenita para alimentar. Es muy importante que solo tenga un ligero sobrepeso porque los feeders prefieren «firmar su obra» porque el máximo placer subyace en sentirse orgulloso de la creación final. Ser el autor.

No obstante, son muchos los casos de mujeres u hombres gays que aceptan ganar peso para contentar a sus parejas sin que sea realmente una decisión personal. La idea de satisfacer el deseo sexual del ser amado puede más que la propia voluntad hasta que el chantaje emocional gana la batalla.

Así lo testifican algunas de las experiencias reales publicadas en Feeder Fantasy:

“Cuando conocí a mi esposa hace 28 años era de talla pequeñita. A pesar de que siempre he amado a mujeres más gordas me gustó su trasero. Como le gustaba la comida rápida y era muy perezosa logré que aumentara 10 tallas. Ahora soy feliz como un cerdo bañándose en la mierda. Sospecho que ella preferiría ser un poco más delgada, pero como ella sabe que la amo así es lo suficientemente feliz como para continuar y no preocuparse por su peso”, dice un usuario.

Es decir, algunos de los feeders no sólo dan de comer a sus parejas sino que tienen poder absoluto sobre las decisiones personales de su pareja. Cuando una persona gana tanto peso que no puede moverse del sofá o de la cama es cuando el feederismo entra en el pantanoso terreno de la sumisión absoluta donde los límites de la fantasía sexual se diluyen buscando mentes psicológicamente más débiles.

Los casos en los que la verdad se esconde intencionadamente pueden conllevar problemas graves:

“Hace 20 años mi esposa pesaba 170 libras. No estaba contenta con su peso, pero amaba la comida y los dulces. Sin destapar mi amor por la grasa, siempre la animaba a comer más y era muy positivo con sus debilidades. Siempre que podía le traía golosinas y la invitaba a comer a sitios de dulces. Para mi era realmente emocionante cuando no podía caminar dos calles de regreso al coche porque estaba muy llena. 20 años más tarde está cerca de las 300 libras. Admito que nunca seguimos el rol de feeder / feedee”, reconoce otro usuario.

Algunas veces se recurre al engaño. Otras simplemente se prefiere creer que todos piensan igual, aunque no lo admitan:

 

“Ella ganó mucho peso durante un tiempo y su figura era muy sexy. Puedo prometer que todos los hombres se giraban para mirarla. Creo que hay mucho feeder escondido dentro del armario”, sentencia otro testimonio.

Los implicados insisten en explicar el lado positivo del feederismo y que siempre existe el consentimiento por parte del alimentado. Pero aquí surge un gran dilema: ¿cuándo se detiene el proceso de subida de peso de la pareja? ¿Hay algún límite o el límite se delimita con un fallo grave de la salud?

“Admito que cuando se pone a dieta mi libido cae. Afortunadamente, los kilos que pierde siempre vuelven. Creo que cuando más disfruto es viendo como vuelve a aumentar de peso. Mi esposa ha pasado de 170 a 300 libras en 20 años. No es exactamente la fantasía ideal que desearía, pero esto es la vida real, y disfruto con cada nuevo progreso”, reconoce un nuevo usuario.

Si es cierto que la comida es el nuevo sexo, ¿en qué lugar queda el sexo en este tipo de relaciones?

Lo que queda es ‘porn food’ elevado a su máxima expresión hasta que la belleza se convierte en la caricatura de lo que el arte representó con mujeres voluptuosas.

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