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El “gen del viajero”: Cuando naces para recorrer el mundo

Nuestros genes pueden influir en la complexión y hasta la fidelidad, pero también podrían provocar el deseo de viajar

Por Karen Hernández

Hay personas que se conforman con salir de vez en cuando de la ciudad a un pueblo cercano o personas que son felices sin salir de sus casas pero hay quienes no pueden contener el deseo por ir más allá de lo que ya conocen y explorar el mundo. 

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Esas personas que siempre tienen el pasaporte a la mano o una balija lista para arrastrarla hacia el aeropuerto y que tienen a un Anthony Bourdain (el reconocido chef que viaja y prueba platos alrededor del mundo) como una especie de líder o guía espiritual; un modelo a seguir y un life goals que siguen para viajar tanto como él. 

Pero ¿el amor por los viajes se adquiere o se hereda? Expertos aseguran que es posible que esté en los genes.

El «gen del viajero» (DRD4-7R) fue propuesto en primera instancia por el escritor Dan Scotti, quien se basó en una variación del gen DRD4, el llamado «gen del vagabundeo». A pesar de que sus estudios tienen mucho sentido, la ciencia afirma que no existe un gen específico que determine este comportamiento en el ser humano PERO que efectivamente, tiene mucho que ver con el gen DRD4, receptor de dopamina.

Estudios del Salk Institute of Biological Sciences han demostrado el vínculo que existe entre la dopamina (un compuesto que funciona en conjunto a sustancias como la adrenalina) y una tendencia a tomar decisiones impulsivas. Dicho exceso de dopamina también se ha asociado con el DRD4, el cual hace que la gente se arriesgue, explore nuevos lugares, ideas, alimentos, relaciones, drogas u oportunidades sexuales. 

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En un estudio de la Universidad de Vanderbilt y publicado en The Journal of Neuroscience, explica que la dopamina es responsable de hacernos sentir satisfechos después de una comida, el triunfo de nuestro eipo de futbol favorito y sí, cuando usamos drogas estimulantes como la cocaína. También es responsable de extasiados que nos sentimos cuando hacemos algo atrevido, como tirarse del paracaidas o escalar una montaña. El cerebro de un «tomador de riesgos», posee menos receptores inhibidores de la dopamina lo que hace que su cerebro esté más saturado con dicho químico, predisponiéndolos a seguir tomando riesgos y persiguiendo el siguiente reto. 

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Para aquellos que aman la sensación de estar en el avión o de emprender un viaje en carretera, siempre hay algo nuevo que ver, algo que experimentar, sin importar las condiciones del viaje; el destino y el tiempo son lo de menos.

Así que sí, existe un «gen del viajero», no se encuentra específicamente en la biblioteca científica pero si en algo están de acuerdo los científicos y los amantes de los viajes, es que jay algo ligeramente distinto en su cerebro que alimenta ese comportamiento curioso y esa necesidad por explorar. Por lo tanto, este podría ser el motivo de que ciertos individuos sientan un deseo más fuerte por viajar. ¿Te identificas?

 

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