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El papel del ejercicio físico en la meditación y la apertura de conciencia

Aunque la conciencia va más allá de lo físico, el punto de partida en el camino de sanación interior es estar conscientes de nuestro cuerpo.

Cuando alguien te habla sobre meditación, ¿en qué piensas? Quizás, te imagines a ti misma sentada en la posición de la flor de loto, con las palmas apuntando hacia el cielo y recitando un mantra (Ommmm).

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Bueno, eso puede ser meditación, pero hay muchísimas otras formas de conectarse con la propia conciencia, sin tener que hacer una pose específica o pronunciar frases que ni siquiera comprendes.

Lo primero que hay que entender sobre la meditación es  que quien la practique, DEBE tener las ganas y disposición de despertar. No basta con abrir los ojos, sino que de estar alerta, de entender que no eres sólo mente y cuerpo: hay una luz en tu interior que está esperando por ser potenciada.

Aunque la conciencia va más allá de lo físico, el punto de partida en el camino de sanación interior es estar conscientes de nuestro cuerpo. No puedes calmar la mente sin considerar lo que manifiesta tu cuerpo.

Es por esto que muchas personas necesitan ejercitarse para conectarse con sí mismas. Esto no quiere decir que nos quedemos en el cuerpo, debemos avanzar, pero si tenemos claro que es un regalo y que debemos considerarlo y cuidarlo, podemos sentirnos en armonía para dar el siguiente paso.

De hecho, el maestro espiritual Osho creó la meditación dinámica, una técnica que implica movimiento. Se basa en la conexión con nuestra esencia a través de distintas etapas, cada una destinada a activar la energía (si te interesa aprenderla, puedes revisar este link).

Ahora, si aún sientes que la meditación es algo lejano, puedes acercarte de forma natural practicando deporte. Nadar y correr son actividades ideales para esto: al ser rítmicas, tu mente descansa, te desconectas y estás consciente de tu respiración, de tus ritmos biológicos.

Desarrollas esa capacidad de estar alerta, de vivir ese momento como si fuera el único y eso también va moldeando la percepción que tienes del mundo y de ti misma.

En su artículo para la revista de deportes Outside, el escritor Brad Stulberg comprueba con testimonios, que el ejercicio físico está naturalmente relacionado con la meditación y una mayor conciencia.

El texto cita a Desiree Linden, corredora y maratonista olímpica estadounidense de alto rendimiento, quien admite que el deporte la ha ayudado a estar en sintonía con su cuerpo, incluso en los momentos de incomodidad y sufrimiento.

Cuenta que en los momentos críticos en sus carreras de largo aliento, cuando su cuerpo le dice que ya no puede más, que tiene que parar, ella logra sobreponerse con sus propios mantras: “calma, calma, calma, relájate, relájate, relájate”.

Si estamos atentos y no dejamos que nuestra mente se interponga en nuestro bienestar, podemos vivir aceptando los obstáculos. Ojo, no se trata de control, porque eso siempre implica a la mente. Se trata de ser, de asumir nuestra existencia como un regalo y un derecho. Requiere de práctica, pero nunca es tarde para comenzar.

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