Wellness

¿Cómo pasan Navidad los chilenos? Cuatro familias distintas nos cuentan

Formemos parte una familia grande o pequeña, es una de las fechas más importantes del año para celebrar y compartir. En Chile y el mundo hay múltiples tipos de familia, y estos son testimonios de cómo viven esta significativa fecha.

Por: Valeska Silva Pohl.

Pamela y su hijo Lukas
«Tengo un ‘pasado navideño’ muy potente, con una familia ‘achoclonada’ liderada por el abuelito Balta, que desde siempre unió a su clan en torno a fechas importantes como la Navidad. Recuerdo una casa muy iluminada, con zapatitos en cada uno de los peldaños de la escalera y cerca de 20 primos –todos de edades similares– cantando villancicos en el segundo piso, dirigidos por los primos más grandes. Tengo la imagen latente de las huellas del trineo del Viejito Pascuero marcadas en el jardín de la casa, o del living de tope a tope con regalos para todos los niños; desde bicicletas, patines y pelotas, hasta mascotas de la más diversa índole.

 

Recomendados

DESCUBRE MÁS:

  1. Prepara un delicioso smoothie para mejorar la digestión y perder peso
  2. Prepara un delicioso jugo de piña y fresas y comienza tu día con energía
  3. Cómo preparar agua con fruta baja en calorías de forma fácil y rápida

 

Hoy tengo mi propia Navidad en casa con tradiciones inventadas por Lukas, mi hijo de 11 años, y otras que se me han ido ocurriendo en el camino. Partiendo por el árbol, que se arma no más allá del 15 o 20 de noviembre. Es una fecha que me gusta tanto y que tengo tan marcada que me da pena tener el arbolito poco tiempo, así es que mientras más semanas lo podamos admirar, mucho mejor. Tratamos de ir cambiando los colores o variando los estilos de decoración, y con un hijo futbolero, desde el año pasado los colores son un homenaje a la U.

La decoración es tema aparte, ya que a Lukas se le ocurrió, hace un par de años, que en cada Navidad hay que poner un nuevo adorno, peluche o figura, lo que ha significado que hasta en los baños tengamos decoración alusiva. Para mí los más lindos y significativos son los que ha hecho él desde la época del jardín infantil. Trato de ponerlos todos, desde los viejitos pascueros pintados con témpera hasta los arbolitos de lana o pesebres de plasticina o de palitos de helado.

Hace un par de años ya no vamos a buscar al Viejito Pascuero a la calle el 24 en la noche, pero hasta los 9 años la imaginación de Lukas no tuvo límites para mantener la ilusión. Un año dejó un pedacito de su bota en la alfombra, trozo de caucho que fue un amuleto importante en la casa por varios años. Otra vez dejó estrellas de escarcha en su pieza, como ‘señal’ de que había pasado por ahí, y otro año los renos dejaron pasto seco al lado de nuestro árbol y el living regado de dulces rojos y verdes.

Sin duda la Navidad en mi casa es sinónimo de Lukas; somos él y yo. Más allá de los regalos o de las obras de caridad que podamos hacer en diciembre, para nosotros es una fecha maravillosa, alegre, de unión y recuerdos que nos van a acompañar toda la vida, y es por eso que tratamos de vivirla juntos, con símbolos que nos hagan sentido como familia y que, ojalá, trasciendan a la que él forme cuando sea grande».

«Somos una familia de dos. Después de varios años de buscar tener hijos con todo lo que ello implica –agujas, hormonas, desgaste emocional y deudas– y llegar al borde del divorcio, finalmente decidimos que seguiríamos nuestro camino juntos. Estamos casados hace 7 años. Vivimos un periodo de reencuentros, no sólo como pareja, sino que de nosotros mismos. Preguntas tan esenciales cómo ‘¿qué es aquello que me hace feliz?, ¿cómo me gustaría vivir la vida?’, fueron las que comenzaron a apoderarse de nuestras conversaciones. Y nos atrevimos a soñar. Pero ya sin temor al juicio de la sociedad o familiar que tantas veces habían influido como tope de freno para proyectos que jamás llegaron a puerto. Declaramos dar por cerrado este capítulo, vendimos todas nuestras cosas y la vida de ‘seguridades’ que habíamos logrado hasta ese entonces (casa, autos, muebles, trabajos), para irnos a vivir fuera. Esto fue hace dos años. Hoy vivimos en Washington y llevamos la vida a nuestra manera. Arrendamos un departamento en un barrio de arquitectura inglesa, lleno de cafecitos y cuya vista da justo al frente de una plaza. Todos los días despertamos con el verdor de las copas de los árboles, en primavera y verano; y ahora que estamos en otoño está todo enrojecido, como si fuera una postal. En este contexto de inspiración volqué mi carrera hacia la escritura, razón por la cual he vuelto por unos meses a Chile, para difundir mi primera novela, ‘Con permiso para amar’. Ahora regreso para celebrar la Navidad con mi compañero de aventuras y nuestra gata, Cali, que adoptamos un año atrás. Será nuestra primera Navidad en Estados Unidos, con nieve.
Adornamos nuestro departamento con el tradicional pino y luces en la ventana. Esa noche cocinaremos juntos, queremos preparar un pavo relleno con ciruelas al pesto y verduras. Nos conectaremos de a ratos con la familia y con los amigos para saludarnos. Comeremos galletas y charlaremos de cada cosa un poquito. Al final nos quedaremos contemplando las guirnaldas de colores a oscuras, recostados en la alfombra y escuchando Chet Baker con una copa de un buen vino tinto chileno.

El 25 saldremos de paseo con nuestros amigos para ver cómo hacen esculturas en el hielo, y quizás patinar en el parque».
hijas y nietos,

Cada vez más simple
Marta (72) y Leopoldo (80) llevan 54 años de matrimonio, y se casaron cuando ella sólo tenía 18. «Creo que ha sido un matrimonio bonito. Nos ha costado, no puedo negarlo, pero sí puedo decir que cada vez ha sido mejor, con el paso de los años todo ha sido más fácil.

Para nosotros la Navidad siempre ha sido una fecha muy especial, época de más espiritualidad, de mayor regocijo…, aunque lamentablemente esa esencia se ha ido perdiendo un poco. Para respetarla, en nuestra familia la celebración es cada vez más simple. Por supuesto tenemos un lindo árbol y la casa con adornos y detalles, pero simple; antes estábamos todos preocupados de los regalos y metidos en esa vorágine, pero durante los últimos años no ha sido así. Hacemos solo un regalo para cada uno, tipo ‘amigo secreto’. Además la idea es que sea un detalle, algo más bien simbólico, y espero que siga siendo así…Y que la familia siga con esa tradición.

Tenemos 3 hijas y 2 nietos, y con los respectivos maridos somos una familia súper achoclonada. Nos reunimos sagradamente todos los sábados en nuestra casa para almorzar y para fechas especiales como Navidad, Año Nuevo y los cumpleaños. Y todos vienen, aunque los nietos ya son jóvenes y tienen sus actividades, igual vienen siempre.

Eso es algo que es muy importante para mí y Polo. Nuestra Navidad es una celebración simple y tranquila, pero con mucho amor, cariño y sentido. Preparamos una rica cena, nos preocupamos de tener la mesa bonita y con todos los detalles que amerita la ocasión especial. Damos mucho valor a lo dulce, nos preocupamos de preparar postres ricos, las galletitas de Navidad y el Pan de Pascua no pueden faltar, creo que son una muestra de amor, elementos simbólicos que ya forman parte de una tradición.

Me habría gustado celebrar en el sentido más religioso, asistendo a la Misa de Gallo, por ejemplo y teniendo un sentido aún más espiritual, pero ya no fue así, e intentarlo ahora sería muy difícil, por eso simpre trato de darle un sentido y espíritu especial».

Anita Ballas: «Me arreglo para celebrar»
«Voy a cumplir 85 años. Vivo sola en una casa grande, pero a mis años –y pese a que estoy invitada a cenar la noche del 24 en la casa de una sobrina nieta y su familia– me quedaré acá, no quiero estar corriendo estresada, ni complicar a los demás con los traslados en la noche y todo lo que ello implica. Tengo 10 sobrinos y 15 sobrinos nietos. Provengo de una familia grande, éramos 5 hermanos, pero ya sólo quedamos dos, yo y un hermano dos años mayor que está bastante enfermo, casi postrado luego de un accidente cerebral. Pero él tiene 4 hijos maravillosos que lo cuidan mucho y están muy preocupados.

A medida que pasan los años va faltando mucha gente. Eso al comienzo causa mucha tristeza, especialmente en estas fechas; ahora ya no, con los años uno piensa que Dios hace las cosas por algo. A mi edad ya he pasado por tanto que lo más importante es mantener la paz interior que he conseguido.

El 24 en la noche me arreglo bastante, como si fuera a salir –sonríe coqueta– y pongo una linda mesa. Tengo mi arbolito, un nacimiento y siempre algún detallito más que da el toque navideño. Voy a Misa de Gallo a eso de las 8.30 o 9 de la noche a un par de cuadras, en la capilla del Colegio San Pedro Nolasco. Luego regreso a mi casa; por mi edad como muy poco de noche, entonces preparo una cena liviana y brindaré con champaña. Hace un par de años viene a mi casa una amiga con su hija, que viven muy cerca. Comeremos juntas, conversaremos un rato, pasaremos una noche tranquila».

René, Andrea e hijos: Los tuyos, los míos y los nuestros

«Somos una familia con los tuyos, los míos y los nuestros. Con Andrea estamos juntos hace seis años y tenemos una niña, la Catalina. También vivimos con los hijos de su primer matrimonio, Matías y Sebastián. Mis dos hijas mayores, Fernanda y Liila, viven con su mamá, pero están con nosotros todos los fines de semana, por lo que sábados y domingos está la ‘tropa’ completa. Nuestras actividades de Navidad son bastante tradicionales. Regularmente partimos los primeros días de diciembre armando el arbolito en familia y ponemos algunos detalles y adornos típicos para la ocasión.

Tags

Lo Último


Te recomendamos