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Nuestras conquistas en 10 años: Power femenino y lo pendiente

Sí, hemos cambiado. Se habla extensamente de nuestros logros, empoderamiento, inserción en el mundo laboral e independencia. Pero con una mano en el corazón –o en el bolsillo– sabemos que nos queda mucho por hacer y, peor, mucho de lo que hemos ganado nos está pasando la cuenta. Atención mujeres, ¿estaremos involucionando?

Por: Valeska Silva Pohl

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Lo diremos una y otra vez porque es la pura y santa verdad: estamos sobreexigidas. No sólo debemos estar siempre regias, ojalá flacas –literalmente algunas mueren de hambre– y en una lucha permanente por no envejecer. La lista sigue. Además debemos hacer feliz al marido o pareja estable. Si tuviste el privilegio de ser mamá, de seguro corres por toda la ciudad –y en paralelo estás investigando seriamente cómo clonarte– para lograr llevar a los críos al psicopedagogo, psicólogo, el ortodoncista, el trabajo grupal, el taller de circo, las clases de patinaje artístico o babyfútbol y terminar en la reunión de apoderados que, en un arranque de creatividad enorme, SIEMPRE empieza a la hora del taco. No se nos olvide que si trabajas fuera de casa también debes rendir, cumplir, andar siempre con buena cara y muchas veces justificar tu aumento de sueldo o ascenso frente a tus «compañeritos». Y como si esto fuera poco, sumemos el cuidado y la mantención de nuestras casas, la compra del súper, ojalá alcanzar ir a la feria, cocinar y lavar. Si leerlo es agotador, vivirlo en carne propia sabemos que es desgastante; nos sentimos permanentemente superadas, observadas y cuestionadas.

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Pese a ello, con impresionante liviandad somos catalogadas de malas madres, brujas, frescas o locas, no sólo por el género masculino, sino a veces por nuestras propias congéneres. ¿Por qué? Porque muchas veces nos vemos obligadas a dejar a nuestros hijos para conservar el trabajo; porque decidimos abandonar al marido que dejamos de amar; porque quisimos salir una noche de fiesta con las amigas, o porque elegimos desaparecer una vez a la semana para darnos un espacio sólo para nosotras mismas. Entonces, ¿realmente hemos evolucionado?

Debemos reconocer que hemos avanzado. Comparativamente nuestras abuelas no podrían haber hecho nada de esto, pero igual estamos en un proceso difícil, porque tanto avance nos está pasado la cuenta. Hoy somos más libres e independientes, pero también estamos más solas y llenas de culpas. Y claramente aún tenemos un largo camino por recorrer.
Johanna Narr es sicóloga y terapeuta de parejas, y en base a su experiencia clínica tiene muy claros los cambios que hemos experimentado durante los últimos 10 años. «Se puede observar que los motivos de las mujeres para hacer psicoterapia hoy tienen más relación con un tema existencial y con una preocupación legítima por ‘ser feliz’, a diferencia de lo que pasaba 10 años atrás, cuando las mayores consultas tenían relación con hacerse valiosa ‘para otros’, sin que se preguntara ella misma si realmente era feliz o no. Para quienes tenemos más de 40 años, nuestra formación desde pequeñas fue ser amable, cariñosa, comprensiva, buena amiga, buena alumna, tranquila, ‘señorita’. Se nos decía –aunque no textualmente– que para ser ‘exitosa’ se debía estar todo el tiempo en función de los demás. Y nunca se enseñaba o preguntaba acerca de nuestros sentimientos y emociones. El tema era ‘hacer las cosas bien'».

Es una convencida que esa situación cambió. «La mujer hoy se cuestiona la felicidad. La gran diferencia es que la mujer se miró, se descubrió. En estos últimos 10 años ha sido protagonista de muchas historias que las han hecho ‘admirables’, por lo tanto, cualquier mujer en cualquier parte de Chile que observa lo que pasa en el mundo, se da cuenta –al menos intelectualmente– que hemos construido una sociedad machista, y que gracias a eso nos encontramos en un punto donde se nos hace más complejo cumplir las metas que nos proponemos y llegar a sentirnos felices con la vida que tenemos».

La culpa es uno de los temas recurrentes en nuestras vidas. «La mujer está dejando las culpas de lado (aunque paradójicamente eso también le produzca culpa), y está convenciéndose de que si ella es feliz, sus hijos y todo su entorno también lo será. Está luchando por lo que quiere y cuestionándose las ideas que antes estaban en nuestra ‘base de datos’ sin ser sometidas a revisión. Se cuestiona sus libertades sexuales, sus opciones en relación a ser madre o no, su libertad en cuanto a quiénes deben compartir las obligaciones en el hogar, por ejemplo. Hasta ahora la mujer chilena aún está en la fase intelectual de lucha contra la culpa, que ha sido por años nuestro medio de autotortura, para llegar en algún momento a la validación real de nosotras mismas como ser especial, único y libre… Por sobre todo libre, para tomar las decisiones que nos lleven a la felicidad».
El término de un matrimonio o la vida en pareja es otra de nuestras constantes. «La mujer, al darse cuenta que es infeliz, empieza a tomar decisiones para dejar de serlo, y eso tiene que ver con muchas rupturas de pareja. Sin embargo, si bien es dolorosa está lejos de ser un ‘fracaso’, como se le llamaba hace 10 años. Hoy debiera verse como un ‘logro’: ser capaz de luchar por lo que te hace feliz, traspasarle a tus hijos la convicción que las parejas sólo deben estar juntas si se aman, darles la libertad para que hagan su vida sin sentir culpa, es un avance muy importante».

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La actriz Jani Dueñas es fiel representante de esto, y de hecho hoy está presentando «Ya no somos los mismos», su comedia stand up en el teatro Ictus. Mujer de radio, televisión y teatro, en noviembre inicia, junto al equipo de 31 Minutos, «El Tremendo Tulio Tour», que los mantendrá recorriendo México durante 3 semanas.

Acaba de atravesar un fuerte proceso de cambio en su vida personal, lo que obviamente se refleja en su obra. «¿Qué pasa cuando la relación en la que estás no funciona? Es bien loco, porque las mujeres que tenemos relaciones de pareja estables entre los 30 y los 40 años, si esa relación no es exitosa y fracasa, el hombre como que sigue teniendo la edad que tiene, y las minas pareciera que perdemos esa parte de la vida, como que la desaprovechaste o la tiraste a la basura, porque la relación no resultó. Es como tener una empresa que va a la quiebra, entonces es súper doloroso y remecedor. Si a ello le sumamos la muerte de uno de tus padres (su papá falleció en abril pasado), todo lo que tiene que ver con la estabilidad de tu vida se ve cuestionada. Es un terremoto de las bases profundas, y eso es lo que me ha pasado este año. De ese terremoto, nace el stand up».

La comediante cree que es parte de un proceso por el que todas pasamos. «No quiero dejar la sensación de estar dando lecciones, pero sí creo, y es a lo que apunto en el stand up, que a todos nos pasan estas cosas, aunque te puedas sentir que eres la única en el mundo. La vida es así, avanza, la gente se muere, te deja de amar o te deja porque tiene cosas mas importantes que hacer. Aprender eso es súper duro, es un aprendizaje a palos, pero necesario».

Este ha sido un gran proceso de crecimiento personal, pero también reconoce que «a las mujeres nos pasa mucho que pensamos en ‘crecer más’ como envejecer. Entonces te cuestionas si te van a seguir llamando, porque ya no eres la mujer de los 20 y tu cuerpo no es el mismo de entonces. Creo que hay muchas opciones de ser mujer, tenemos la posibilidad de elegir, y eso es súper liberador. En el fondo, es posible tener 40, una casa grande y 4 hijos si quieres, pero también hay otras formas de hacer la vida. En ese sentido creo que la exigencia de la multimujer ya pasó un poco…»

¿Crees que ya pasó? Porque haces comedia, estás atenta al mundo, a lo que nos pasa, a lo que queremos y buscamos.
Creo que a través de la comedia y la risa puedes reflejar eso… Debes ser buena mamá, buena mujer, buena hija, buena pareja… ¡Oye! ¡Tienes todo el derecho a ser mala! ¿Por qué tenemos que ser perfectas? Siento que ya no tenemos ese karma, la obligación de ser perfectas, por lo menos en mi círculo. Sí creo que hay muchas mujeres que todavía sí lo tienen. Y tal vez por eso se ríen tanto con alguien como yo, que soy una persona que les puede mostrar esta otra forma de mirar la vida».

Feminista imperfecta
«Yo, que me considero feminista, creo que este es un momento bien difícil, complicado. Somos una generación que tenemos ideas muy liberales, vanguardistas en los discursos y en las ideologías, pero sin embargo en nuestra vida –y sobre todo en nuestras relaciones de pareja– seguimos siendo muy tradicionales. Por ejemplo, si estoy enamorada y el hombre también lo está, y mi reloj biológico dice: 3,2,1, ¡tenemos que tener un hijo, ahora!… Hay un minuto en que te sientes parte de un molde, como cableada, y todo eso viene de las influencias que tienes en la vida, de la familia, de la educación. Nos vamos descubriendo machismos escondidos, somos una generación que debemos trabajar mucho por llevar a nuestra vida íntima las ideologías que nos atraen o identifican, por las que llevas una bandera de lucha. Entonces me reconozco como una feminista muy imperfecta, porque cuando he estado súper enamorada sí quería todo… En el fondo, sin darte cuenta, te armas el castillo del cuento igual».

Hay una crítica importante que también lleva a su obra, y destaca que en este sentido se estén haciendo cosas: «Hay mucha gente que está creando, haciendo cosas, y el stand up tiene mucho de eso, de autogestión. Yo inventé este show, lo escribí y decidí subirme de nuevo al escenario porque me dije ‘tengo todo este tiempo, este espacio y estas emociones, y algo tengo que hacer con ellas'».

¿Nos estamos dando esa oportunidad, de observarnos y reírnos de nosotras mismas?
Espero que sí. Hay cosas con las que podemos hacerlo; ahora, tampoco soy de la opinión que debemos reírnos de todo. Por como está Chile, y con las cosas que están pasando con las mujeres, creo es importante que existan temas que nos tomemos en serio, como el acoso callejero o la despenalización del aborto. Y si las puedes tomar con humor para decir algo, si puedes mostrar lo estúpido que lo estamos haciendo como sociedad, bacán. Quiero que discutamos con una mirada que nos permita avanzar y le heredemos un país más libre a nuestras hijas, a las hijas de nuestras amigas, a nuestras sobrinas. Un país donde puedan salir a la calle sin problemas».

Las cifras

En materia laboral, hay varias cifras preocupantes.
* En el 2015, menos del 50% de las mujeres participó en la fuerza laboral; pese a esta baja cifra, la tasa de desocupación femenina ha disminuído del 9,6% en el 2010, a 6,8% en 2015.
* Debido a razones familiares permanentes, 1.377.352 mujeres estuvieron inactivas a nivel nacional el 2015, correspondientes al 97,7% de las personas que se encontraban inactivas por ese motivo.

(Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas)

Temas pendientes

* La diferencia salarial entre hombres y mujeres. Cuando supimos que la actriz Robin Wright –»Claire» en la exitosa serie «House Of Cards», de Netflix– exigió igual sueldo al de su compañero Kevin Spacey, y lo obtuvo, nos sentimos identificadas y con esperanza…

* Si nos casamos bajo el régimen de sociedad conyugal, todavía es el marido el que administra los bienes. Dispone él únicamente de esa facultad, sin siquiera la necesidad de consultarnos, condición bastante impropia en pleno siglo XXI.

«Somos una generación que tenemos ideas muy liberales, vanguardistas en los discursos y en las ideologías, pero sin embargo en nuestra vida –y sobre todo en nuestras relaciones de pareja– seguimos siendo muy tradicionales»,
dice jani dueñas.

 

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