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Celos entre hermanos: ¿Cómo repartir el amor y no generar conflictos?

Los hijos suelen ser lo más importante para nuestra vida, ya que una vez que llegan gira en torno a ellos. Todas las cosas, directa o indirectamente, las hacemos pensando en ellos. Sin embargo, a pesar de ser tan importantes para nosotros y tan queridos, manifestamos poco nuestro amor. ¿Por qué? Porque ellos necesitan cercanía y mirada de mamá…, nada más. Entonces, cuando hay poca cercanía, poca mirada, se interpreta como vacío, por más que los queramos y adoremos.

Por Varinia Signorelli, Psicóloga Infantil & Femenina

La falta de mamá se genera porque tuvimos que ir a trabajar, porque los dejamos prematuramente solos en su habitación, porque los castigamos y los mandamos a la pieza, por poca disponibilidad en general. En este panorama todos hemos sido criados, es por esto que nos parece normal. Es normal entonces que todos hayamos sido niños que crecimos con poca presencia de mamá.

Pasa entonces que cuando nos falta presencia de mamá, nos faltan mimos, nos falta mamá en casa, nos falta mamá que entienda que estoy cansado y por eso hice pataleta, mamá que contenga, mamá que nos quiera sin condición (sin comerse toda la comida, sin portarse bien, sin condición es sin condición). Cuando nos falta mamá, entonces vamos a sentir celos de todo lo que sí tenga a mi mamá.

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Podemos deducir entonces que la llegada de un hermano suele ser una excelente noticia para todos, los padres y los niños también. Incluso el tener un hermano es presencia garantizada, es piel calentita para dormir en la noche si tienes miedo, es compañía en juegos, es disponibilidad. Pese a todo esto, cuando llega un ser pequeño y nuevo que se la lleva, entonces los hermanos mayores no tenemos más que sentirnos desplazados. Claramente.

En el caso que no me falta mamá, llega mi hermano y estoy feliz sin ningún problema. No es algo que deba ocurrir siempre.

¿Cómo te sentirías si tu marido lleva a tu casa a una amiga nueva, porque es nueva y necesita atención?
Más allá de las convenciones sociales y del tema valórico, sería muy difícil entenderlo y aceptarlo. Porque cuando amamos a alguien queremos exclusividad y que demuestre que nos ama: porque nos faltó exclusividad de amor de mamá y nos faltaron demostraciones de amor de nuestra propia madre.

Una madre que ha tenido un hijo está encapsulada en las necesidades de él y los mayores tienen que esperar; ninguna necesidad es más importante, porque la necesidad del recién nacido es de vida o muerte. El cachorro humano sin un otro que lo contenga y satisfaga, muere. Su condición de fragilidad nos hace ver a nuestros hijos mayores como grandes en el momento en que tenemos al pequeño en brazos.

¿Recuerdas que viste enorme a tu hijo mayor cuando nació el chico? Bueno, eso que nos pasa visualmente envía la señal al cerebro de madre: «mi hijo mayor es grande», y si es grande puede solo.

Frente a esta situación es imposible no dejar de lado al mayor. Es por ello que se sugiere que nuestra red de apoyo se haga cargo del más grande, porque si intentamos nosotras será poco natural: la guagua nos necesita, estamos fusionadas emocionalmente a ella y tenemos que hacernos cargo 24/7. No podemos dejar al más pequeño para que el grande no tenga celos, porque estaríamos dañando al recién llegado.

Los celos aparecerán si nuestros niños han tenido poca disposición de mamá o ausencia de mamá en alguna medida, y eso es en el 99% de los casos, porque estamos criados en una lógica errada que nos enseña que tener una madre disponible es malcriarnos.

¿Qué hacer?
No sé, pero creo que lo mejor es decir la verdad. Antes que nazca el hermano, en vez de decir que los vamos a querer igual, en vez de tratar de evitar algo que es imposible de evitar, decirle «vas a sentir pena porque estaré mucho tiempo con la guagua». De alguna manera validar los sentimientos para que no se sientan malos por sentir celos: «vas a estar celoso porque es normal que sientas eso». Validar todo lo poco amoroso que aparezca hacia el hermano y decirle que lo entiendes, que poco a poco la situación irá cambiando y que todo lo que haces por el hermano nuevo lo hiciste por él, solo que el no lo recuerda y que eso de «a ti te quiero desde mucho antes» es absolutamente una verdad.

Evitar, por favor, trucos como «tu hermano te trajo un regalo». De verdad eso no hace más que angustiar más a los niños, primero porque no entienden cómo les trajo el regalo, y segundo porque tienen claro que lo compraste tu. Entonces esa mentira hace que sientan que tienen que estar agradecidos con el hermano, pero sólo sienten celos y rabia, entonces se creen malos. El viejo truco, además, es un chantaje que usa la lógica de comprar a alguien, de materializar el amor, de tapar la pena con lo material… Pésima idea.

¿Conclusión? Será una etapa difícil, puede que el hermano sienta celos, puede que no. Cuidemos el mundo interno de nuestros niños, dejemos de preguntar «¿se puso celoso?«, y dejemos de contestar esa pregunta. Si algo pasa en el hogar, si algo siente nuestro hijo mayor, guardémoslo con cariño y delicadeza dentro de lo íntimo de la familia. No a los chantajes, pongámonos en el lugar de los niños y aceptemos que es difícil; hablar con la verdad tranquiliza.

Ayudemos a nuestro hijo mayor, y por sobre todo no dejemos de lado al más pequeño, que es quien nos necesita 100%.

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