Si aún piensas que el peso se relaciona sólo con la alimentación y el ejercicio, quizás te sirva leer este artículo. Además de la genética, hay otros factores que pueden influir en tu capacidad para ganar o perder grasa corporal.
Tus pensamientos y la forma en que los interpretas pueden desencadenar estados de estrés. Cuando estás tensionada, tu cuerpo está en alerta: los músculos se tensan, estás más agitada, se aceleran los latidos de tu corazón y también, el organismo produce betatrofina, hormona que inhibe una enzima que ayuda en el metabolismo de las grasas.
Según detalla Christopher Bergland en un artículo publicado en el portal Psychology Today, académicos de la Universidad de Florida, Estados Unidos, estudiaron la conexión que existe entre el estrés crónico y la dificultad para eliminar grasa.
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En esta investigación, publicada en el diario de salud Molecular and Cell Biology of Lipids, se hicieron pruebas de laboratorio con ratas para comprobar si, efectivamente, la betatrofina tiene un papel preponderante en el peso.
Luego de las pruebas, se observó que sí hay una conexión, y que la betatrofina reduce los procesos de quema de grasa y desacelera el metabolismo. Si tu cuerpo se mantiene estresado, es probable que te cueste más bajar de peso.
Además, se ha comprobado que el estrés también gatilla el deseo de comer alimentos con más grasas, frituras o azúcar; es como un círculo vicioso que se mantiene si, además, no hacemos ejercicio físico para liberar tensiones y activar el metabolismo.