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El problema de las relaciones de hoy no es Tinder, sino las matemáticas.

Aunque Vanity Fair afirma que Tinder es el diablo, quizás el problema es mucho más grande que esta aplicación: es demográfico.

No tiene mucho que Vanity Fair llamó a Tinder “el apocalipsis de las citas”. Aunque para muchos no resultó nada sorprendente no encontrar relaciones duraderas en esta aplicación, por muchas razones, entre ellas que quizás es demasiado sencillo.

Sin embargo, según Jon Birger del Washingtonpost, no podemos culparlo todo a una aplicación del mal. O al menos, según explica, las mujeres neoyorkinas no deberían hacerlo.

El problema social hoy en día, según Birge, está en el hecho de que aparentemente hay “muchas mujeres”. Esto, al menos en Estados Unidos, sucede cuando en las universidades el número de mujeres es muy superior al de los hombres. En algunas universidades llega a ser 40% mayor. Lo cual, mientras llega a ser un punto de presión para aquellas que quieren casarse y tener hijos, es un relajante para ellos. Ya que hay muchas chicas, porqué asentarse si podrían salir con muchas.

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Esta demografía continúa después de la escuela, ya que muchas veces, ellas no quieren establecerse con alguien que no tenga más o menos su mismo grado educativo, aunque a ellos parece no importarles tanto.

5.5 millones de mujeres con nivel licenciatura entre las edades de 22 y 29 años contra 4.1 millones de hombres en los mismos rangos. En otras palabras, las opciones para salir y/o tener una relación para los millennials heterosecuales tiene 4 mujeres por cada 3 hombres. No es sorpresa que muchos no tienen prisa por casarse y más mujeres están renunciando a lo que solía ser llamado “hacerse la difícil”.

Aunque el artículo tiene buenos puntos, se está saltando puntos importantes, primero, la generación de neosolteros, que lo son así por convicción. El segundo está en lo que sucede cuando tenemos una sensación de escasez. Es decir, parte del problema viene del cambio demográfico, de las matemáticas (como cuando sube el dólar y corres a comprar porque no quieres que suba más, irónicamente, al hacer todo el mundo lo mismo, el precio se eleva).

Cuando comenzamos a sentir y caer en la idea de que no hay hombres, dejamos que nuestros estándares caigan, comenzamos a soportar cosas que normalmente no dejaríamos pasar por alto. O sea, que además de que las posibles parejas no son las mismas, tampoco lo es la calidad. Todas tenemos a esa amiga que siempre nos dice que ya va a romper con su novio, pero al final siempre cambia de opinión.

Cuando hay muchos hombres casaderos, la cultura de las relaciones enfatiza el romance y el cortejo, y los hombres por lo general deben ganar más para atraer a una esposa. Pero cuando la demografía cambia hacia más mujeres casaderas, la cultura se vuelve más sexualizada… lo cual puede terminar con las mujeres siendo tratadas como objetos sexuales.

Mientras que para Birger la solución podría estar en buscar una pareja con otro nivel educativo o mudarse a un lugar donde los rangos estén más parejos, siempre está aquello de demostrar nuestra valía y no dejarnos llevar por una cara bonita. Sueña más sencillo de lo que es, pero por algo tenemos palabras diferentes para el amor y la calentura. Además, de nada sirve poner presión extra, muchas chicas no quieren casarse tan jóvenes, y eso es perfecto (aunque nuestro amigo Binge compare el mundo de las citas con el juego de las sillas).

Recuerden que la edad ideal para casarse, y no divorciarse, es de 35 años. Y además de eso, ponerse en modo desesperado tampoco es atractivo.

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