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Francisca Imboden nos cuenta sus secretos como una mamá cómplice

Actualmente conduce un programa en la radio FMDOS, y pronto la veremos en “Papá a la Deriva”, la nueva teleserie de Mega. Para nuestra edición del Día de la Madre nos cuenta cómo vivió su maternidad a los 21 años, cómo guía a sus hijas, y las gracias de Mariano, el menor.

Por: Carolina Palma Fuentealba. Fotografías: Gonzalo Muñoz. Maquillaje: Darwín Rodríguez, National Makeup Artist, para Lancôme. Peinados: Sole Donoso.

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Vestuario: Singolare, Roxy, GAP  Y Gacel

Nunca se consideró guaguatera, al contrario; le pasaban un bebé y lo devolvía de inmediato. Paradójicamente, Francisca Imboden (42) se casó a los 18 años –se separó diez años después– y antes de los 23 ya tenía a sus dos hijas. Trinidad Garcés (21), estudiante de Diseño de Vestuario en la Universidad del Pacífico, y que soñaba con convertirse en modelo, y Consuelo Garcés (19), que cursa Diseño en la Universidad de Desarrollo.

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Ambas guapísimas, se reconocen muy distintas. La mayor es más extrovertida «y no retengo mucha información», dice Trinidad, mientras que Consu –como la llama su mamá– es más reservada y observadora. Con Francisca tienen ese tipo de relación cuando se disfruta de la vida, recuerdan sus viajes y los cantos en el auto con los cassettes de Juanes, Chayanne, Carlos Vives y Elvis Crespo.

Hace siete años eran sólo las 3, hasta que llegó Mariano, hijo del segundo matrimonio de Francisca. ¿La maternidad a los 36 es más tranquila? «No, porque estaba cesante cuando lo tuve. Igual tenía un colchón de plata, había ahorrado y todo, pero me ha pasado que la maternidad nunca ha sido en el momento exacto y con los pajaritos volando en el horizonte, siempre es corriendo de un lado para el otro, creando cosas. Tengo la neurosis chilena clásica, entonces, relajada, relajada nunca he sido. Pero aprendí a no desesperarme por las cosas. Antes me alteraba más rápido, en cambio ahora estoy más relajada, más feliz», reconoce.

Se separó hace algunos años del padre de Mariano, así que ahora viven los cuatro en su casa de La Reina, muy delicadamente decorada. Llegamos con maquilladores, estilista, productora y fotógrafo, y nos reciben todas cordialmente, acostumbradas a que cada cierto tiempo invadan su casa. Mariano pregunta todo, incluso por qué tiene que vestirse de tal modo. Dice que quiere ser actor pero que no tiene talento, pero Francisca lo reconforta orgullosa y le dice que tiene que probar primero.

¿Es distinto ser mamá de un niño?
Mariano es súper hombre. Se le nota lo masculino totalmente, y nos matamos de la risa porque piensa las cosas súper diferente a nosotras. Por otro lado, es súper puntillista. Lo que noto distinto es ese amor, pasión que siente por mí, que a veces me da nervios, como que me atraca constantemente (ríe).

¿Y tú con él?
Sí, pero tengo la obsesión con ser democrática. Siento que si estoy demasiado apapachándolo a él, les falta a ellas. Igual si apapacho a la Consuelo me saca la cresta, porque le carga (ríe). Voy matizando, porque no me gusta sentir que porque es el pequeño le dan más cosas, y las niñas igual sienten eso. Tenemos que criar mejores hombres aquí en Chile, así que tiene sus reglas (ríe). El es un tiernuco.

Se miran y saben qué decir, pero aseguran que no son de esas familias donde prima el apapachamiento extremo; sólo con Mariano, que básicamente es un pequeño «koala», y el hombre que les dice constantemente que son las hermanas y mamás más hermosas, y más flacas, por supuesto. Mientras las maquillaban, peinaban y Francisca se tomaba un té reponedor, conversamos.

 

MAMÁ JOVEN
¿Qué es lo positivo de ser mamá joven?
Para ellas fue más rico el nivel energético que tenía, a diferencia del Mariano, que lo resiente porque no lo subo al árbol, ponte tú. Cuando eres mamá joven se crea una fraternidad súper bonita, un nivel de confianza mayor. Bueno, es malo a veces, porque la autoridad también se resiente. Hay una amistad, y hay tanta cercanía que a veces las reglas no se entienden tan bien…

Una crianza más natural.
Es que la crianza la fui practicando. Nunca me leí un libro. Me equivoqué, ellas lo vivían, les pedía perdón. El error es bueno. A veces los padres tienen esa idea de decir «yo soy la autoridad», pero se vuelve complejo para la relación. Esa obsesión por ser perfecto o de leerse todos los libros, se frustran, encuentro. No tenía prejuicios, iba practicando más, era más moldeable.

¿Pero cómo se relacionaban cuando eran pequeñas?
Cuando eran chicas jugábamos harto, pero también estaba súper ocupada, porque imagínate que me titulé con dos hijas. Siempre trabajé, y esa idea de «me voy a ir a tomar un helado porque quiero», no existía. Se hacía en los espacios que quedaban de trabajo. Además, su papá trabaja en Valparaíso, entonces no contaba con tanta ayuda en la semana y tampoco tenía nana. Ellas iban al jardín mientras yo trabajaba, y después volvía, hacíamos cosas como escuchar música, ir al cine, íbamos a la plaza, nos disfrazábamos, maquillábamos. ¡Eso me encantaba! Porque era como una extensión de mi pega. Las pintaba exagerado con mariposas y lo pasábamos súper bien. Cuando llegaba me unía al juego que ellas ya habían armado. Era como una vida donde el juego estaba implicado, pero no había un solo momento.

Eras bien rebelde cuando joven, incluso te escapaste de tu casa. Tus hijas, me imagino, no son así…
No, para nada, es que no soy tan restrictiva. Sí tengo mis reglas y, cuando no me las cumplen, me enojo ene. También les digo que tienen un paraíso aquí comparado con cualquier persona común y corriente, porque no soy cuadrada. Imagínate que la Trini es mayor que yo cuando la tuve. También uno está más cerca de su juventud, entonces se me olvidan menos las cosas que hice cuando chica. Cuando hay más distancia uno idealiza todo y dice que jamás mintió a los papás, etcétera.

 

LA FAMA
¿Cómo fue crecer con una mamá «conocida»?
Consuelo: Estábamos acostumbradas. Mi mamá nos iba a buscar al colegio y algunas compañeras le pedían autógrafos. Vivimos siempre con eso. En la época de «Romané» fue demasiado, porque salíamos a comprar y toda la gente estaba encima. En ese tiempo éramos chicas, entonces era violento.

Francisca: Una vez casi nos dieron vuelta el auto, llegaron los guardias, y en ese momento decidí no ir a buscarlas más al colegio durante un tiempo. Ahora me piden que las lleve a los eventos (ríe). Al final voy sólo a los que les gustan a ellas, como los desfiles de moda, es entretenido ir las tres. Igual me termino aburriendo porque no tengo tanta ropa para no repetir. Ellas me retan, porque dicen que me visto pésimo. Me sacan ropa eso sí, pero parece que yo no la combino bien. Y estoy tan cansada que quiero quedarme a la casa. Se han hecho conocidas, así que ahora las invitan a ellas.

Consuelo: Me llama la atención la «fama», pero no relacionada con la farándula, eso no me interesa, pero ser un ejemplo para los demás, sí.

Francisca: La Consu cuando chica quería estudiar en una escuela de talento que había en Estados Unidos para trabajar con Miley Cyrus. Juntaba plata en su chanchito para ir, quería ser parte del «star sistem» (ríe), pero ahora ya no. Igual divertido.

Consuelo: Es que eso que la gente te mire en un escenario me llama mucho la atención.

 

Las dos diseñadoras y ninguna actriz. ¿Cuál fue tu influencia ahí?
Sí, me da como lata (ríe). Quizás lo que pasa es que las llevé a tantas partes cuando chicas. Andaba en micro, en Metro, tarde en la noche con ellas, porque recién me compré mi primer auto en la teleserie «Romané». Ellas vieron la parte dura del asunto, encontraban que era agotador. Por otro lado, su papá es arquitecto, mi hermana también, mi mamá es diseñadora, mi papá es constructor, entonces la cosa estética está por todos lados. Igual tendrían talento para ser actrices, de verdad; una es más tímida que la otra, pero las dos tienen una inteligencia de observación de personaje súper aguda, y se nota harto. Cuando conversamos es increíble cómo miran exactamente lo que un actor debe mirar. Vaya a saber uno si enganchan por otro lado. La Trinidad una vez quedó en una película, pero no la dejé porque la escena era subida de tono, y ella misma se negó. Son bien atinadas. Lo bueno de ser mamá joven es que ellas no son locas, porque sabiendo que se puede, se vuelve menos revolucionario hacerlo. Entre más estricto seas como papá, la explosión va a ser más violenta. Siempre veo cierta cordura que me tranquiliza.

 

LA COMPLICIDAD
¿Qué las une?
Francisca: ¡Tantas cosas! Vamos harto al cine, vemos series. Somos fanáticas de «Game of Thrones», entonces nuestro domingos son con bandejita frente a la tele, y si no estamos juntas, comentamos por WhatsApp. Tenemos un grupo con un nombre en honor a Mexico’s Next Top Model, que también la vimos juntas (ríe).

Consuelo: Cuando llegamos con trabajo de la universidad, siempre está la ayuda de las otras. Hacemos el festival del Brain Storm, un equipo.

Francisca: Sí, y Mariano es exquisito también, pero es otra energía. Nos hemos ido a México dos veces, y somos fáciles para llevarnos bien en conjunto cuando estamos solas.

¿Y les quedan viajes por hacer?
Francisca: ¡Todos! Todo el mundo nos falta. Claro que ahora se irán más solas. Quieren vivir en el extranjero también. Me gusta que salgan. Me encanta que estén en mi casa también. De hecho mi pololo dice que nunca se irán por cómo están tratadas. Por otro lado, encuentro que para sus pegas es fundamental ver otras sociedades, conocer otra gente, hablar en otros idiomas.

¿Les recomiendas ser mamá joven?
¡No! Hoy vivimos hasta los 90 años. Las tuve a las 22, y voy a estar 70 años habiendo sido madre. Tampoco tan tarde, pero cada una tiene que revisar si quiere tener hijos.

Consuelo: Yo sí quiero tener una familia…

Trini (recién terminada de maquillar): No sé… Es que tengo poca paciencia.

Francisca: Nunca tuve paciencia mi amor, se cultiva con la práctica. Jamás fui guaguatera, nada.

Se llevan bien, ¿cuándo pelean?
Consuelo: Igual es una familia media italiana. Como vivimos mucho tiempo puras mujeres, el grito pasa mucho, es efusivo todo.

Francisca: Además que como compartimos muchas cosas, sufro en las mañana y les grito «¡dónde está mi polerón, el pañuelo, devuélvanmelo!» (ríe). El pobre Mariano tiene que vivir en este harem gritón, que a la larga se calma también.

Te has separados dos veces. ¿Cómo lo vivieron?
En la primera separación eran más chicas, y lo primero que hice fue llevarlas al sicólogo infantil. Hicimos ciertos tratamiento y todo. Fue bien triste, porque además hubo un cambio de ciudad, entonces no había mucha fluidez, porque el papá se fue a Viña. Bastante dolor. La segunda vez fueron súper apañadoras, porque era bien lógico en realidad. Ahora, tampoco les exijo que seas apañadoras, porque no es su rol, yo soy la mamá y lo tendré que ver con mi sicóloga.

Consuelo: No me acuerdo mucho de la primera separación la verdad, porque era muy chica. La Trini se acuerda más.

Trini: Tenía como 7 años, y era muy chica por darme cuenta. Sé que fui al sicólogo… Y también era muy obvio porque viajábamos los fines de semana a Viña.

En el segundo divorcio tenían más conciencia. ¿Se sintieron como protectoras, quizás?
Consuelo: Desde que se separó de mi papá siempre fuimos las tres solas. Y cuando llegó el papá de mi hermano, fue como nuevo para nosotras; éramos grandes cuando entró a la familia, entonces estuvimos todo el tiempo pendientes.

Trini: Como éramos un grupo, cuando llega alguien externo, generas como un escudo.

Consuelo: Igual yo me llevaba bien con él, pero la Trini no.

Trini: Es que justo estaba en mi adolescencia, era la más grande, y estaba como rebelde, entonces todo lo extraño no lo quería. Cuando sucedió la apoyamos totalmente en su separación.

Francisca: Vimos muchas películas, comimos mucho chocolate (ríe).

Consuelo: Es que somos las tres súper cómplices en todas las situaciones, y como somos muy diferentes, nos complementamos.

Tú mamá tiene pololo, ella misma lo dijo. ¿Cómo reciben a las parejas de la mamá?
Trini: Ahora estamos más grandes. Estamos cada una en su onda, uno no se mete tanto.

Francisca: Hay que aclarar que el único hombre que estuvo en la casa es el papá de Mariano. Los demás puertas afuera, y creo que es una de las decisiones más valorables en el momento de la crianza de distintas edades.

Trini: Igual es bueno, porque no es alguien que venga a tu espacio. No es mala onda, pero uno está acostumbrado a cierto entorno, y que te lo interrumpan es malo.

¿Y ustedes le cuentan a su mamá sobre sus parejas?
Consuelo: Sí, aparte influye la opinión de las demás sobre el pololo…

Trini: Nos conocemos tanto las tres que sabemos qué nos conviene a cada una. Uno cacha altiro si algo no está bien. Nos conocemos demasiado.

Consuelo: Es muy difícil para los pololos entrar también a la casa, porque le tiene que caer bien a todas.

Francisca: Hay algo, eso sí, a mí me gusta que participe en la casa. Me da lata que sea un pololo que las termine absorbiendo o que termine no viniendo para acá. Prefiero acogerlos.

 

AMIGAS
¿Son las mejores amigas?

Consuelo: Sí, son las que siempre han estado. Si tengo un problema, prefiero contárselo primero a mi mamá y a mi hermanaen vez de una amiga, porque sé que me aconsejarán mejor. A mi mamá la veo como autoridad, porque también tengo el otro lado que es mi papá, que es mi amigo. Mi mamá me pone las reglas.

¿Qué admiran de su mamá?

Consuelo: Es que mi mamá es súper power. No es fácil aperrar a los 23 años con dos guaguas en la universidad, después trabajando…

Trini: No es fácil conseguir una buena pega en actuación para mantenernos. Cuando chicas siempre viajaba por las teleseries, como «Pampa Ilusión», pero siempre supo cómo hacer para que estuviéramos bien, para que no nos faltara nada.

Consuelo: Fue un pack de mamá-papá, porque mi papá es como «buena onda».

Trini: Apoya, pero es apoyo moral. Es muy amigo mío, lo quiero ene, pero la autoridad es mi mamá.

Y a ti Francisca, ¿qué te gusta de tus hijas?
Me encanta que sean distintas. Pelean por cosas puntuales, pero no por envidia o porque sienta que la otra la opaca. A la Consuelo la encuentro muy observadora, te dice lo que necesitas escuchar de forma exacta. La Trini es muy entretenida. Si estás bajoneada, hay que escucharla, mueres de la risa. Encuentro que son buenas personas, confío ene en su futuro, más que ellas incluso. Yo era más cuadrada, entonces sufría porque la vida era injusta, pero ellas siento que se manejan mejor. He tratando que se potencien, y tienen capacidades muy lindas, dedos para el piano en sus profesiones relacionadas con la estética.

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