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Cosas que tu madre te advirtió y que finalmente eran ciertas

¿Las madres siempre tienen la razón? Puede ser que a veces ese sexto sentido les falle, pero la mayoría del tiempo, aciertan y nos dan consejos muy sabios.

Si eres mujer y ya pasaste los 20 años, podría asegurar que viviste un período de tu adolescencia en que no querías que tu madre te diera ningún tipo de consejo. Esa rebeldía común es parte del proceso de maduración y en algún momento, se pasa.

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Todas odiamos esas veces en que nuestras mamás nos decían cosas como: “no comas tanto chocolate” o “no puedes llegar de la fiesta después de las 12 p,m, todavía eres una niña“.

Aunque, claramente, nosotras no nos sentíamos de esa forma, objetivamente, éramos unas niñas. Aunque los adolescentes suelen sentirse el centro del mundo y piensan que todo lo que les pasa es extremadamente dramático, las madres siempre están ahí para bajarlos de la nube.

Hay muchas cosas que nuestras mamás nos decían cuando éramos más chicas, pero que a pesar de que lo repetían 100 veces por día, hacíamos oídos sordos sólo porque el consejo provenía de ella.

“Hija, tienes que estudiar, sé que si no lo haces te vas a arrepentir”. Las que siguen este consejo, no se arrepienten, pero hay un gran porcentaje de chicas que cuando son adultas y les cuesta encontrar trabajo, se acuerdan de su madre y se lamentan de no haberlo hecho.

“Hija, fíjate bien en si las intenciones de ese chico son buenas”. ¿Eran buenas? No. ¿Cómo resultó ser este chico tan guapo y soñado? Un estúpido. Otro consejo ignorado, otra mala experiencia.

Esto no quiere decir que todo en la vida sea malo y que no tengamos que correr riesgos, de hecho, es todo lo contrario. Las madres quieren cuidarnos y evitar a toda costa que alguien nos haga daño, pero a pesar de eso, tenemos que vivir ciertas cosas para crecer y madurar.

De todas formas, siempre he creído que las mamás tienen un sexto sentido. Muchas veces me ha pasado que mi madre me dice que tiene un mal presentimiento, y a minutos de salir de mi casa, piso excremento de perro.

Obviamente, el excremento se limpia, pero las cosas más graves cuesta más olvidarlas. A veces, sólo por llevar la contra, hacemos cosas que ni siquiera nosotras queremos hacer.

Si tienes la suerte de tener una buena mamá, aprovéchala. Sé su amiga, pero ten claro que ella es tu mamá y que le dolió bastante, por no decir muchísimo, traerte al mundo.

Si ella te pide que por favor te cuides, no tienes por qué no hacerlo. Si te aconseja que tengas cuidado con esa amiga que no hace nada más que mal influenciarte, escúchala.

Ten tu propio criterio y trabaja en eso, pero considera a tu mamá como un aliado que ha vivido más experiencias que tú y que algo te puede decir de la vida que quizás tú no sabes aún.

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