Agradecimientos a Centro Cultural Matucana 100 / Tuerca.cl (www.tuerca.cl) / H&M / Forever 21. Por: Carolina Palma F. Fotografías: Gonzalo Muñoz F. Pelo y maquillaje: Melanie Tetzner.
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Desde niña se relaciona con la moda, gracias a actividades tan femeninas como cortar ropa para las Barbies o arreglar a sus amigas. «Mi abuela es súper elegante, entiende la importancia de vestirse bien. Siempre llamativa sin ser excéntrica. Mi papá también se viste diferente al resto, cada uno con un estilo definido», así explica Valentina Ríos (33), productora de moda, bloguera y una de nuestra nuevas columnistas, el acercamiento a esta industria.
Estudió Diseño Gráfico porque no le interesaba crear ropa, sino que la dirección creativa, pero poco a poco se ligó a la producción de moda –para revistas y marcas– hace siete años, junto con crear su página www.lefreak.cl (Le freak c’est chic), que cuenta con miles de seguidoras que comentan cada uno de sus looks y aciertos como coolhunting y trabajos editoriales, los mismos que la mantienen activa todo el día buscando las mejores prendas, creando conceptos y viajando a locaciones exquisitas.
El inicio no fue fácil; trabajó gratis para ser reconocida, se fue a vivir a Nueva York un año para estudiar todo lo relacionado con la moda, y colaboró en el Fashion Week de esa ciudad. «Lo que tiene el mundo de la moda allá es que se trata de un mercado muy avanzado, donde todo funciona bien. Acá todo es nuevo, entonces una sola persona hace la pega de cinco. Allá todo funciona como reloj, y hay pega para mucha gente», revela.
El año pasado viajó a cubrir los Fashion Weeks de Londres y París, donde se empapó de arte en todas partes. «La gente que asiste se viste increíble, la puesta en escena es perfecta. Lo más interesante en estos eventos es que la moda está en las calles. Uno lo ha visto por Internet, pero darte cuenta que se visten realmente así, entrega mucha inspiración. Llevan los límites de la moda más allá, y experimentan con el lenguaje de ésta».
En el futuro se visualiza ligada a este mundo, y quizás vuelva a Nueva York porque considera que las diferentes culturas le dan perspectivas interesantes. Algunas la reconocen por su llamativo pelo, que ha pasado por el castaño, blanco y ahora con tonos rosa. No lo piensa mucho porque sabe que su estilo va cambiando, aunque su esencia sigue intacta.
Muchas sueñan con ser productora de moda. ¿Cómo se llega a esta posición sin estudiar Producción de Moda?
La carrera de Producción de Moda me parece que aún no está tan bien en nuestro país, entonces hay que partir en la práctica. Hace años trabajaba como diseñadora gráfica en una productora y ahí conocí productoras de moda, fotógrafos, diseñadores, y descubrí que era lo que me gustaba hacer. Así que renuncié, y empecé a hacer trabajos cuando tenía 27 años.
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No partiste tan chica entonces…
Eso es lo bueno, nunca hay edad para partir de nuevo. Me tiré sola. De verdad trabajé demasiado, me saqué la mugre, hice fotos gratis para que me conocieran, hacia mil producciones, hasta que me empezaron a llamar.
¿Tiene glamour esta pega?
¡No tiene nada de glamour! Ser productora de moda requiere mucha energía física además de mental, porque estás caminando todo el día con bolsas, ganchos; debes cargar el auto, descargarlo, y no le puede pasar nada a nada, porque si le pasa algo, las marcas te lo cobran. La parte linda es la creativa, cuando con tu equipo creas un concepto de la foto, una fantasía donde quieres que la gente se vea representada, que no sea lo que ven siempre, pero tampoco tan lejano.
Estudiaste aspectos de la moda en Nueva York, ¿no?
En ese año hice hartos cursos relacionados con producción de moda, asesoría de imagen, asesorías de marcas, de todo un poco para darme una pincelada de distintas materias, porque te ayuda cuando uno está creando una imagen. Mi título de Diseñadora Gráfica me ayuda muchísimo a componer un espacio en una imagen, a componer a lo que le voy a poner a la modelo, todo.
Tus producciones tienen una visión bien particular. ¿De qué te nutres?
Leo bastante y me nutro mucho de personajes antiguos, como las actrices Jane Birkin y Francoise Hardy, y de películas antiguas en blanco y negro. Las corrientes musicales me nutren también, me gusta la época del punk, como The Clash. Todo lo de Londres en los años 50, Nueva York en los 60. Todo esto te va armando un background cultural que te ayuda a crear una producción de moda. Puedes entrar mejor en el papel que quieres interpretar si manejas todas estas corrientes estéticas.
¿Estamos a años luz de otros lugares con respecto a la moda?
No lo veo con tanta desesperanza, vamos para allá. Falta que las cabezas de la industria cambien la mentalidad, y entiendan que el público al que le venden ya cambió. Las cabezas se tienen que atrever. Uno propone, pero muchas veces está la idea de que el público no lo va a entender. Ese público pide más, porque está conectado a todo, a Internet, sabe lo que está pasando en todas partes del mundo, y lo quiere ahora. Antes se le vendía a la dueña de casa que se enteraba del mundo a través de la revista, pero ahora no es así. Hoy tienen Instagram, están las 24 horas del día conectadas a lo que pasa en el mundo.
El concepto cool, vanguardia, ¿de verdad está obsoleto?
Es que para mí el concepto «cool» o «taquilla» es obsoleto en sí. Cuando algo es cool es algo que atrae porque es diferente, pero cuando esa diferencia se masificó, deja de ser sorprendente, novedoso, y deja de ser cool…
¿Y qué pasa con las tendencias?
Las tendencias siempre van a estar, porque la moda es lenguaje, es expresión. Lo que pasa es que las tendencias honestas son una cosa, pero cuando el retail las masifica, y la gente no entiende por qué las está comprando sino que lo llevan porque está de moda, es un error. Hay que conocerse uno mismo, conocerse el cuerpo, saber qué te queda bien, y después jugar con lo que te gusta de la tendencia.
¿Qué tendencias se asoman esta temporada?
La tendencia siempre estará presente, pero hay que mezclarla con tu personalidad, con tu lenguaje. En términos generales, este invierno afuera es totalmente 60 y 70, muchas minis, corte A, gamuzas, los abrigos setenteros entallados, la bota plana pero larga, el charol. La pata elefante está hace rato afuera, pero no creo que pegue tanto este año, el próximo sí.
¿La autenticidad es importante para ti?
Totalmente. Da lo mismo si se ven mal o bien. Valoro mucho más la honestidad. La moda es un lenguaje, el estilo es algo muy personal. El lenguaje con que uno trabaja debe ser honesto, salir desde adentro, para que refleje lo que quieres decir. Obviamente no todo el mundo se despierta pensando qué quiere decir con la ropa hoy, pero sí hubo una conciencia en elegir lo que te pusiste. Es mejor decir «me voy a poner esto porque me gusta, no porque están de moda los lunares», por ejemplo.
¿Ves un cambio en las nuevas generaciones?
En las generaciones jóvenes el tema de la moda es mucho más visceral, porque han crecido con mucha conectividad y saben que el uso de la imagen es muy potente. Uno debe saber qué proyecta una imagen y tiene que tener cuidado con lo que proyecta. Quizás las generaciones más antiguas se preocupan mucho de esta imagen, y las nuevas juegan, tienen sentido del humor, no se toman tan en serio.
¿Cómo partió tu blog www.lefreak.cl?
Para darme a conocer. Ahí puse mi portafolio, de a poco comencé a escribir sobre tendencias, sobre lo que veía afuera, luego me atreví a sacar fotos a mi ropa, primero sin cabeza porque me daba demasiado pudor. Después me tiré al agua y ahora me saco todas las fotos (ríe). Esto es un visión muy personal desde mis conocimientos, que pueden estar errados o no, pero tienen una base. Sé crear un lenguaje a través de la moda, y eso es súper importante para hablar de moda después.
En tu blog, hace más de un año, mostrabas tendencias como el pantalón pata de elefante o las botas arriba de la rodilla. ¡Estás adelantada!
Tengo muy buen ojo para captar las tendencias antes de que lleguen. En moda capto lo que se usará. En la calle, mirando todo lo que se propone, sabes qué pegará y qué no. Totalmente a través de la intuición y el conocimiento de las sociedades, la historia de la moda, del arte, donde todo se va repitiendo. Por eso me gusta asesorar a marcas en lo que se viene. Me lo pongo dos años antes no porque diga «le voy a ganar a todas», sino porque tengo ganas de usarlo.
Creas ropa también.
Hice ropa porque tenía ganas de tener prendas con estampados para mí, pero hice un poco más para ver quién más quería. Le fue súper bien, a la gente le encantó. Es una colección cápsula. Mando a estampar camisas, pero hay chaquetas que tienen bordadas una boca con un pucho, frenillos, y esas cosas las hago manualmente. Me entretengo haciéndolas. Haré un par más, pero es un anexo. Es una búsqueda de algo estético, es estar en constante exploración, experimentación con todo.
¿Experimentas harto?
Sí, experimento todo el rato, por eso nació mi columna Freak o Chic. Me gusta llevar las cosas más allá de los límites. Cuando chica era nada minimalista, estaba llena de pulseras, de cosas. Ahora me puse más pulcra porque crecí, pero siempre tendré esas ganas de experimentar. La idea es sacar de contexto una prenda, no tener miedo a jugar.
¿Cuál es el mayor crimen?
Odio las medias color piel. Nunca salgan con eso, por favor. Por último pónganse medias negras, aunque el peor crimen es seguir la moda al pie de la letra.
Haces coolhunting. ¿Qué te llama la atención, qué has visto?
Me encanta hacer coolhunting, porque te das cuenta perfectamente lo que está pasando. Es muy choro. Por ejemplo, a Lollapalooza la gente va muy producida, pero igual hay unos cánones en la cabeza de las personas que no se los pueden sacar, y eso es porque estamos partiendo con este tema de experimentar, entonces usamos muchos patrones de afuera. Vi unas niñitas con unas botas Hunter con 30 grados de calor, ¡que se usan en Inglaterra en el Festival de Glastonbury! Esa cosa de llegar con la vestimenta tal cual se visten allá es impensada. Me gustó la gente que lo pasa bien, que se pone cadenas, que usaron prints distintos, jugaban con los zapatos, los sombreros, las zapatillas, vi calcetines choros. Independiente de si está o no a la moda, es un reflejo de una moda particular, que hay un detalle en ella que es muy de ella, y que no fue dictado por nadie.
¿Compras en la ropa usada?
Mucho, porque encuentro ropa increíble, única. Además tiene mucha mejor calidad. La tienda Reciclage I Love es mi favorita en Santiago. Tiene una selección increíble, es como estar en la ropa usada de otro país.
¿Te gustan los diseñadores nacionales?
Mucho, y trato de incluirlos siempre en mis producciones. El problema con el diseñador nacional es que no tiene muchas plataformas para mostrarse, no hay tiendas que reúnan a los diseñadores, tienen que autogestionarse. Por otra parte tampoco tienen mucha materia prima, entonces tienen una competencia satánica con el retail y con el fast fashion. La gente no valora el diseño, sino el precio no más. También pasa que algunos diseñan como si fuera el proyecto de título de su carrera. Algunas veces el diseño que se muestra no es de la mejor calidad o confección…
¿Cuáles son tus favoritos?
A de Antonio, Matías Hernán, la marca Roberta y la Pola Thomson, que es chilena pero vive en Nueva York.
¿Admiras a alguna bloguera nacional?
No, a ninguna, porque está todo muy nuevo, aunque está bien que haya para todos los gustos, porque el mercado cada vez es más grande. Mis íconos de estilo siempre serán gente real y honesta, me gustan las que son sinceras a la hora de vestirse. Casi todos mis íconos son del pasado. También me encantan las señoras mayores en la calle, porque no están contaminadas de Internet, entonces muestran su estilo propio. Me parecen mucho más admirables que la que se puso todo lo que está de moda encima y no sabe nada, que un día sale vestida con rayas porque están de moda las rayas, después de rojo…, y no tiene estilo propio.