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Carolina de Moras: El verdadero glamour de Viña

Por segundo año consecutivo es el rostro femenino animando el Festival de Viña del Mar. Más segura que en su debut del 2014, reconoce que igual cada noche los nervios afloran. Estos son sus deseos, desafíos y miedos. Por segundo año consecutivo es el rostro femenino animando el Festival de Viña del Mar. Más segura que en su debut del 2014, reconoce que igual cada noche los nervios afloran. Estos son sus deseos, desafíos y miedos.

 

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Carolina de Moras (34) aún tiene ese encanto típico sureño de su infancia en Osorno, herencia que supo aprovechar cuando se convirtió en modelo. Reposada, responsable, 100% profesional y meticulosa en cada uno de sus trabajos –tal como hemos podido comprobar como equipo en varias ocasiones en que ella ha protagonizado portadas y producciones de moda–, su carrera comenzó en su adolescencia, cuando participó en el concurso Elite Model Look Chile, destacando a nivel nacional e internacional con su estatura y rasgos únicos, que incluyen unos tremendos ojos verdes.

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Al hacer un breve repaso a su biografía aparecen los hitos más importantes, como que se decidió finalmente a entrar al mundo de la televisión –que la tentaba constantemente– con pequeñas secciones o cápsulas relacionadas al mundo de la moda en programas como «Buenos días a todos», de TVN. Gracias a su desempeño y apoyo de grandes marcas se convirtió en la reemplazante de Katherine Salosny a fines del 2010. Así, durante dos años animó junto Felipe Camiroaga y Julián Elfenbein este matinal –en esa época el más visto–; luego vino la trágica muerte de Camiroaga y parte del equipo del programa en Juan Fernández, y su renuncia para ingresar a Chilevisión, el 2013. En ese canal condujo primero «Fiebre de Viña», y a fines del año pasado sorprendió con el programa de matrimonios «Dime que sí», y después con la Quinta Vergara.

Así se convirtió en la animadora del Festival de Viña, junto con Rafael Araneda, mostrando todas sus cualidades en el más internacional escenario de nuestro país. Pero también el más expuesto a la crítica del público y la prensa. No fue fácil, pero salió victoriosa. Estupenda, su elegancia sorprendió cada noche, moviéndose en el escenario de Viña como si de una pasarela internacional se tratase. Lo mismo que está haciendo este 2015, porque Carolina de Moras aprendió, y volvió a este Festival recargada y mucho más segura.

¿Su vida personal? Siempre bastante cauta en sus declaraciones, ha confesado 3 parejas importantes en su vida, incluido el padre de su hija Milla (5), con quien mantuvo una relación por más de 9 años.

La primera vez fue una apuesta, ¿qué calificativo le darías a este segundo año?
Entusiasmo. Eso es lo que siento hoy. Un gran entusiasmo con todo, con la responsabilidad que me entregó Chilevisión, con la amistad que hemos formado con Rafa, con la posibilidad, en definitiva, de pararme en la Quinta Vergara y poder cumplir cada vez mejor mi trabajo.

Uno de lo aspectos más destacados es justamente tu buena relación con Rafael Araneda, tanto delante como detrás de cámara. ¿Qué rol cumplió él en tu experiencia 2014 y actualmente?
Rafa es vital. Siempre conteniendo con un consejo, una palabra de aliento. En ciertos momentos tiene una personalidad muy paternalista que ayuda en instancias así. Tiene una tremenda experiencia en públicos masivos, en Chile y México, y eso ayuda muchísimo.

Si tuvieses que poner una nota a tu participación el 2014, cuál sería, y cómo van las expectativas este 2015…
Prefiero que las notas las ponga el público. Es como fome autocalificarse. Ahora, mis expectativas para este Festival es continuar el trabajo que se ha hecho durante 55 años. Este es el Festival de la gente, el carnaval más grande que tiene Chile, y eso tenemos que cuidar. Mis pretensiones van por el lado de hacer mi trabajo de manera profesional, y para eso cuento con un gran equipo.

Haciendo una autocrítica, ¿en Viña 2014, cuáles fueron tus grandes aciertos y desaciertos?
Le dejo a la crítica especializada y al público el derecho a calificar mi trabajo. Uno hace la pega de la manera más honesta y profesional que puede. El cómo llegue a otros, ya es tarea de cada uno. Como en toda pega debe haber puntos logrados y otros no tanto. Lo importante es construir, y en eso estamos. Nuestra meta como equipo es siempre hacer el mejor festival de todos los tiempos.

Vestuario, el gran tema. ¿Cuáles fueron los consejos básicos de tu asesor?
Pablo (Gálvez) buscó diversas tendencias teniendo como base el carácter que debe tener el Festival para cada una de sus noches. Elegimos en conjunto diseñadores chilenos jóvenes, algunos emergentes, que se ajustaban a lo que queríamos: vanguardia, elegancia, glamour y minimalismo en algunas jornadas. De todo un poco, sobre todo en un año donde en la televisión se dedican a criticar la moda…

Siguiendo la línea de la asesoría, ¿cuáles son los consejos que más te han hecho sentido, y de quiénes han venido?
Todos los diseñadores con los que trabajamos tuvieron su opinión. Ellos no sólo proponían diseños, también defienden sus conceptos. Y claro, hubo divergencias en cuanto a escotes, telas, peinados y cosas así. Felizmente al final hubo sólo coincidencias, y por eso llegué al Festival con siete vestidos listos: los seis para las noches de animación, el que usé la gala, más dos o tres back up por si sucede algo inesperado…

¿Tienes referentes en animación?
No hablaría de referentes, sino de figuras emblemáticas, inolvidables. Para mí, por ejemplo, en lo que se refiere a la Quinta no puedo dejar de mencionar a Antonio (Vodanovic). También vi muchos videos de festivales antiguos y me encontré con un César Antonio Santis muy empoderado, o mujeres como María Olga Fernández, María Graciela Gómez y Pamela Hodar, por ejemplo.

Tu dupla de Viña favorita:
Antonio Vodanovic con Paulina Nin de Cardona. Proyectaban una complicidad y magnetismo especial. No sé si eso traspasaba el escenario, pero en lo que se veía por las pantallas, era una dupla muy afiatada.

Ser animadora del Viña debe ser uno de los grandes anhelos de varias mujeres de nuestra televisión. ¿Cómo se ha manifestado la envidia?
A veces, cuando hay trabajos que son tan «preciados», hay muchos que pueden tener ganas de vivirlo desde más cerca y no pueden evitar sentir esos deseos; pero tengo claro cuál es mi foco, mi oportunidad, y debo ser responsable al realizar mi trabajo.

Tuviste un año para reflexionar y digerir tu debut. ¿Identificaste ese plus de Carolina de Moras que te llevó al escenario de la Quinta Vergara?
El trabajo honesto, profesional y disciplinado. Siempre he hecho mi trabajo sobre estos pilares, y creo que toda labor que se hace sobre cimientos fuertes tiene que rendir, a mediano o largo plazo, sus frutos.

¿Cuál es tu rutina diaria festivalera?
Hacemos trabajo de mesa, que es revisión de libretos, audios, videos de festivales anteriores; trabajamos con expertos en materia musical que nos asesoran. Algo de ejercicio cuando se puede, y el día se acabó.

¿Cómo va el ítem «nervios»?
Los nervios son parte de este trabajo. El otro día lo hablábamos con Rafa: el que no siente nervios antes de subir al escenario de la Quinta es un mentiroso. La ansiedad, los cosquilleos en la guatita y esas cosas son propias de una responsabilidad mayúscula como es el Festival.

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