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Por Carolina Palma Fuentealba
Antes encontrábamos sólo un par de sabores –los clásicos, por cierto–, y varias mamás lo preparaban en casa, ya sea con los recordados «pajaritos» (que para muchas era un verdadero misterio su significado o apariencia) o las retro yogurteras que hoy están volviendo en gloria y majestad. Pero la industria láctea fue fructífera con el paso del tiempo, y en el transcurso de los años nos ha tentado con nuevos sabores, texturas y variedades, ya sea con o sin azúcar, con trozos de frutas, con frutos secos, sin lactosa, con fibra, con cereales… Las opciones abundan, y para las fanáticas del yogurt no siempre es fácil decidir qué elegir diariamente.
Como este lácteo es para muchos la típica colación, preguntamos sobre sus beneficios al doctor Roberto Gabarroche, nutricionista de Clínica Avansalud, quien indica que es una excelente fuente de calcio y proteínas de buen valor biológico. «Además nos provee de vitaminas, minerales, y la concentración de grasa y azúcar dependerá de la leche de base con que se elabore y en el tipo de endulzantes que se adicione, respectivamente». Y aclara que aquellos que son libres o con reducido nivel de azúcar se convierten en un alimento con un bajo índice glicémico, por lo que son una excelente alternativa para consumirlos como un snack saludable y de ayuda en el control del peso. «Por otra parte, debido a su contenido de cepas bacterianas, el yogurt contribuye a mantener un adecuado tránsito intestinal previniendo cuadros de estitiquez, mejorando los efectos de la diarrea al proporcionar la flora que se destruye o pierde, y fortaleciendo el sistema inmunológico frente a infecciones».
Gabarroche agrega que diversos estudios demuestran que es efectivo en la reducción del colesterol sanguíneo, disminuyendo el riesgo cardiovascular de quienes lo consumen de manera regular en su formato descremado y sin azúcar.
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¿Mejor los «light»? Para el nutricionista el término «light» lleva a confusión del consumidor, así que recomienda leer siempre el etiquetado nutricional, o bien preferir aquellos que claramente indican en su envase que tienen «bajo contenido» o son «sin» grasa y azúcar. Esto con el fin de ayudar a controlar el peso y disminuir el riesgo cardiovascular.
Para las que aún se confunden, aclara que el recomendando usualmente en dietas –el llamado llamado «yogurt natural»– es el mismo yogurt base, al que no se le agrega ningún saborizante. Su consumo dependerá del gusto; sin embargo, hay que fijarse al igual que en los otros en su aporte de grasas y azúcar adicionada. «Al no tener sabor a nada en particular, puede ser una buena alternativa desde el punto de vista gastronómico incluirlo como ingrediente de postres, aderezos en ensaladas y de base en salsas para picoteos más sanos».
Las intolerantes a la lactosa a veces dudan si tomarlo, porque creen que las puede hinchar, pero en baja cantidad no tendría grandes efectos negativos. De hecho, el especialista de Avansalud explica que dependerá del grado de intolerancia a la lactosa que se tenga. «Probablemente en las personas con una deficiencia severa deberían optar por aquel yogurt sin lactosa que ya hay en el mercado. Para los casos de intolerancia más leves, los normales pueden ser de ayuda debido a que durante el proceso de elaboración del yogurt, la lactosa es digerida en parte por las cepas bacterianas adicionadas al producto durante el proceso de fermentación, convirtiéndola en ácido láctico, por lo cual su nivel disminuye en el producto ya terminado». Asimismo, al ser un alimento de consistencia más espeso, su vaciamiento gástrico es más lento, llegando de manera más gradual al duodeno, mejorando así su digestión y aminorando los efectos gástricos en personas con intolerancia».
Con respecto a preparar nuestro propio yogurt en casa, su opinión es clara. «Puede llegar a ser una opción sana, inocua y más barata para quienes no desean consumir el formato tradicional que incluye un costo más elevado y la incorporación de preservantes y colorantes. De todas maneras es conveniente que en su elaboración, manipulación y conservación se cumplan con las medidas higiénicas adecuadas. Y la sugerencia es usar leche con bajo aporte de grasa en su preparación».
Y la doctora Andrea Orellana, también nutricionista de la misma clínica, agrega que «el yogurt natural preparado en casa contiene las mismas características nutricionales que el ‘comprado’, pero se puede preparar con leche descremada. Eso sí, al ser casero su duración es menor que el comercial, ya que no está pasteurizado».
APUESTA NATURAL
Claudia Morales, creadora de www.lovinglife.cl y dueña de la tienda Aldea Nativa (Avda. Tobalaba 1799, Providencia), entrega otro punto de vista sobre el yogurt, que se relaciona con los beneficios que aporta cuando es elaborado con leche de vacas de libre pastoreo, que no reciben antibióticos ni hormonas. «La gran mayoría de los yogurt que se encuentran en los supermercados no son fermentados de manera natural y contienen altas cantidades de azúcar (a veces enmascarada con otros nombres como jarabe de maíz), espesantes y conservantes». Agrega que uno de los beneficios del yogurt natural es que aporta vitaminas A, D y K2 (difíciles de obtener de otros alimentos), y minerales como calcio y magnesio. También es una buena fuente de probióticos, lo cuales nos ayudan a mantener el equilibrio de la flora intestinal, lo cual es muy importante para el sistema inmune. Además, es una buena fuente de proteínas.
«Mi yogur favorito es el que vendemos en Aldea Nativa, ya que está hecho con leche natural de vacas de libre pastoreo y mediante un proceso de fermentación natural». ¿Su mezcla perfecta? Con ensaladas, verduras y legumbres. Por ejemplo, hamburguesas de legumbres con salsa de yogur. Para ensalada, se le añade pimienta, sal y limón (también prueba agregar hierbas frescas como ciboulette, cilantro o menta). Otra mezcla exquisita recomendada es yogurt con miel y berries. «Es algo sencillo, pero delicioso», revela.