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Emma Shakty, diseñadora: “Me crié con telas, hilos y cajas de botones”

Gran parte de la labor de esta diseñadora de Alta Costura egresada de la Universidad del Pacífico se centra en eventos de beneficencia. Su familia fue arrasada por el cáncer a principios del 2000, y desde momento decidió que saldría adelante y ayudaría a quienes más lo necesitan. “Debido a mi historia familiar, en vez de bajonearme me hice más fuerte, y me puse metas en la vida: que mis vestidos pudieran hacer a la gente feliz, logrando hacerlos con más show, con más colores”.

Por Jessica Celis Aburto

Emma Dapena Camprubi (33) –el verdadero nombre de Emma Shakty– tenía 18 años  cuando su madre, Concepción, se enfermó de cáncer de mamas. «Ella sobrevivió alrededor de dos años con tratamiento. Fue bastante tremenda su enfermedad, porque llegó un punto en que se le fue a la columna, dejándola sin movilidad. Falleció el 2000», recuerda la diseñadora. A partir de ese momento su vida comenzó a recibir una seguidilla de golpes que le fueron arrebatando a sus seres queridos. «Seis meses después murió mi abuela, de viejita. Pienso que más que nada murió por el hecho de que una madre no puede vivir si su hija muere antes. Tres años después mi único hermano, Eugenio, o Nito, empezó con una tos seca que le dolía al respirar. Tenía Linfoma de No Hogkin de células grandes etapa IV. Este tipo de cáncer es bastante agresivo, pero curable. Luego de muchos tratamientos, radioterapias y un sinfín de procedimientos, fuimos junto a mi papá a que le cambiaran el tratamiento y resultó que el doctor lo miró y le dijo: ‘Usted está más enfermo que su hijo, ¿por qué no se hace unos exámenes?’. Al mes y medio se murió mi papa de un cáncer fulminante al páncreas. Mi hermano sobrevivió un año más. Ese día me miré y me encontré completamente sola. Pero también ese día decidí salir adelante», relata.

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Su papá era músico y giró durante muchos años por EE.UU. Tenía un grupo –Los Chicanos– con sus hermanos y su mamá, y ellos hacían sus propios vestuarios para salir a escena. «Me crié de esa manera, viendo cómo ellos llegaron a ser súper famosos allá, entonces creo que el arte de las manos me salía fácil por lo mismo. Actualmente tenemos un museo familiar en donde hay más de 1.000 vestuarios desde los años 30 en perfecto estado. Siempre fui creativa en el colegio, y no tenía duda alguna que quería ser artista. El vestuario siempre me gustó, y mi mamá además tenía una tienda, donde siempre interactué con sus clientas. Ahí aprendí el arte de saber entenderlas y lograr saber qué era lo que querían…, lo que no es fácil (risas). Me crié con telas, hilos y cajas de botones; el taller de mi mamá era lo máximo para mí, pasaba tardes enteras ahí», reflexiona sobre su inspiración para ser diseñadora.

¿Por qué elegiste Alta Costura?

Porque la Alta Costura son piezas únicas. Cada vestido que hago muchas veces representan mis estados de ánimo. Así como la manera en que cada minuto en la vida de nosotros es distinta, así mismo veo mis vestidos: como la capacidad de demostrar en cuál etapa estoy. ¿Qué mejor que haciendo piezas únicas de vestuario que le gusten a la gente? También el hecho de que cada pieza sea diferente hace que te enamores de cada vestido. Si no me enloquece lo dejo de lado y sigo con otro, hasta que logro encontrarle lo que le faltaba.

¿Cuál es tu sello, tu línea como diseñadora?

Cuando estudiaba me dijeron que tenía estilo kitch; eso tiene mucho que ver por todo lo que vi de niña, con mi papá músico. Cuando comencé a entrar al mercado me di cuenta que lo que diseñaba era muy teatral, así que logré bajar un poco eso y mezclar la Alta Costura con lo teatral. Me encanta por sobre todo que mis clientas se sientan femeninas, especiales y únicas.

¿Qué materiales privilegias?

Ocupo mucha seda, encajes, mallas transparentes y gasas. Amo las telas que tienen vida y movimiento, que cuando uno camine generen suavidad y delicadeza. Una vez al año viajo a Nueva York a comprarlas, y acá en Chile, que es donde tengo el taller, confecciono todas las colecciones.

Alta Costura en Chile, ¿cómo se perfila?

(Piensa)… Cuando estudiaba existía la Cámara Chilena de Alta Costura, y mi sueño era pertenecer a ella algún día. Fue así que decidí trabajar con Miguel Ángel Guzmán, que era uno de los diseñadores que eran parte de esa organización. Con el tiempo se acabó. Encuentro que fue una gran pérdida. Muchos jóvenes hoy no tienen idea de la existencia de ellos, y menos de su trabajo. Por lo mismo no hay mucha «hambre» por querer serlo y hacer lo que hacían ellos. Actualmente los diseñadores de Alta Costura son muchos y cada uno tenemos nuestro estilo propio, pero sin una plataforma es difícil lograr que la gente conozca nuestro trabajo. A mí me ha costado por lo mismo, pero soy perseverante y creo que lograr los sueños depende más de uno que de otras personas.

¿Quiénes son tus referentes o a quienes admiras en tu área?

¡Son muchos! Pero lejos los diseñadores que más me encantan son Alexander Mc Queen y John Galliano. De Chile, Luciano Bráncoli y Miguel Ángel Guzmán.

Tu historia personal está marcada por una enfermedad terrible como el cáncer. ¿Te cuidas de manera especial?

He tenido que aprender a vivir con mis pÉrdidas. Cuando a mi mamá le encontraron cáncer de mamas era 1998, y en esos años no existía Auge ni nada por el estilo. Realmente fue complicado, y cualquier familia que tiene a alguien enfermo me entenderá. Uno día a día está luchando por lograr pagar las quimios y las hospitalizaciones, y nadie te asegura que darán resultado. Pero es triste darse cuenta que con plata o sin plata la gente finalmente no logra sobrevivir. Con el tiempo aprendí a no tenerle miedo, a pensar que gran parte de la gente que se enferma es porque así lo quiere. Dicen que todos tenemos el bichito en el cuerpo, y la gente más depresiva está propensa a desarrollarlo. También lo pienso así, y es por eso que vivo de la mejor manera, siendo una mujer positiva y alegre. Cuando toda mi familia murió fui a Estados Unidos a hacerme un examen genético para ver las probabilidades que tengo de tener esa enfermedad. El doctor asombrado por mi historia me preguntó si vivía en campo militar o donde había radiación, ya que matemáticamente no era posible que en 5 años muriera toda mi familia de cáncer, y cánceres diferentes. Así que desde ese día cada 6 meses me hago chequeo preventivo.

Haces mucha beneficiencia, ¿por alguna causa u organziación en especial?

Debido a mi historia familiar, en vez de bajonearme me hice más fuerte y me puse metas en la vida: que mis vestidos pudieran hacer a la gente feliz, logrando hacerlos con más show, con más colores. Fue así que comencé a hacer desfiles a beneficio. Algunas personas se empezaron a pasar la voz y ya hay muchas fundaciones que ayudo de manera 100% benéfica. A lo mejor es extraño lo que explico, pero siento la necesidad de ayudar. Es 100% vocación. El regalo más lindo que me dan es cuando la gente me escribe, o los niños quieren sacarse fotos conmigo. No hay muestra de cariño más grande para mí. No tengo fundaciones preferidas, ayudo de corazón. Siempre hay algunas que te conmueven más, como el caso de la fundación Buscando una Sonrisa, que ayuda a 6 niñitos que padecen cáncer en la localidad de Llay Llay. Son tremendas sus historias, ya he participado 2 veces para poder juntar fondos para sus familias.

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